La mayor muestra de la Omnipotencia Divina está en la Misericordia de Dios y en el poder de perdonar los pecados. Lo dijo Jesucristo al curar al paralítico y ser criticado secretamente por los maestros de la Ley: “Qué es más fácil: decir ‘Queden perdonados tus pecados’ o ‘Levántate y anda’. Sepan, pues, que el Hijo del Hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados” (Mt. 9, 5-7). Lo dice el Libro de la Sabiduría: “Tienes piedad de todos, porque todo lo puedes” (Sb. 11, 24). Y esto lo corrobora la Liturgia de la Iglesia en una oración de la Santa Misa: “Dios manifiesta en grado máximo su Omnipotencia, perdonando y usando de su Misericordia”. Así que, aunque nos impresionen y sobrecojan las muestras que conocemos del poder infinito de Dios, el perdonar nuestros pecados, sanar nuestra alma enferma a causa de éstos e irnos purificando de sus consecuencias para llevarnos a la santidad es la muestra máxima de la Omnipotencia Divina.
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