¿PODEMOS LLAMAR A DIOS MADRE?

No, no podemos llamar a Dios “Madre”. Lo llamamos “Padre”, no porque haya algún rechazo a la feminidad o a la maternidad, sino porque Jesucristo nos ordenó que le llamáramos “Padre” (cf. Mt. 6, 9).

Además, Jesús se refería a El como su Padre y nuestro Padre, y El mismo lo llamaba así (más de 50 veces en el Evangelio Jesús se refiere al Padre o a su Padre). Y, en un momento tan difícil como fue su oración la noche antes de morir, hasta lo llamó: Abba (Mc. 14, 36), que tiene en arameo la connotación del trato cariñoso en diminutivo equivalente a “Papi” o “Papito”.

Es cierto que la palabra “Padre” es indicativa de algunas cualidades propias de los padres naturales: protección, atención, liderazgo, fuerza, seguridad, estabilidad, diligencia, etc.

Pero algunas de estas cualidades pudieran caracterizar también a la madre. Igualmente las cualidades más típicas de la feminidad y maternidad pueden estar presentes en los padres: afecto, ternura, sensibilidad, cuidado, solicitud, dedicación, sacrificio, magnanimidad, etc. Si observamos las parábolas más elocuentes del amor paternal de Dios: la del hijo pródigo (cf. Lc. 15, 11-32) y la de la oveja perdida (Lc. 15, 1-7), podemos ver en el padre y el pastor rasgos paternales y también rasgos que solemos asignar a las madres.

Pero la verdad es que Dios está por encima de esas diferenciaciones. Tratar de encasillar a Dios en esos términos terrenos y naturales es no darnos cuenta que Dios es mucho más que eso y que, por ser Quien es, supera infinitamente nuestros conceptos limitados y nuestra insuficiente terminología humana.

 

Algunos cristianos creen que están descubriendo un concepto muy novedoso y de gran amplitud, porque incorpora una visión feminista de Dios, y equivocadamente pretenden con esta “novelería” elevar la dignidad de la mujer.

Pero hay que tener en cuenta que estos errores teológico-bíblicos no son originales, sino que nos vienen del paganismo, del gnosticismo y de la mal llamada “metafísica”.

En cuanto al paganismo, desde el comienzo las religiones paganas en sus mitos sobre la creación degradan la acción creativa de la divinidad. Sectas modernas, como el Mormonismo, también caen en esta aberración.

Para los metafísicos, seguidores de una corriente de pensamiento gnóstica y new age, la creación de los seres humanos a imagen y semejanza de Dios se referiría, entre otras cosas, a que los seres humanos poseemos la masculinidad y la feminidad. Concepto no sólo reduccionista, sino abiertamente equivocado y contrario a la teología bíblica y a las enseñanzas de la Iglesia.

Aclaremos que cuando la Biblia dice que los seres humanos fuimos hechos a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn. 1, 26), no se refiere a nuestra naturaleza sexuada, como sugieren los paganos y los gnósticos y “metafísicos”. Se refiere a que, siendo Dios espíritu, nos dio un espíritu semejante al suyo el cual nos permite pensar, razonar, decidir y amar. Es decir, nuestra alma nos asemeja a nuestro Dios.

El alma humana -entendimiento y voluntad- es nuestra participación en la naturaleza divina (cf. CIC #356), no sólo porque los seres humanos poseemos entendimiento y voluntad, sino adicionalmente porque en el uso recto y virtuoso de esas cualidades que constituyen nuestra alma, podemos participar en la vida de Dios, al optar por El y por lo que El desea de nosotros.

ORACION

Padre amadísimo, Papá Dios
cuya solicitud y ternura para con tus hijos
hace que nos sintamos
como niño protegido y acunado,
que nada necesita, porque todo lo tiene,
te damos gracias porque eres
infinita Bondad y Misericordia
y porque somos tus hijos.
Amén.

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Teológicos

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Tema # 11
Conocer a Dios

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Tema # 12
La Revelación
de Dios
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