El secreto de la verdadera felicidad está en Dios. Por eso es importante buscar a Dios, encontrar a Dios, porque sólo Dios puede llenar ese deseo de felicidad que El mismo ha puesto en el corazón de cada uno de los seres humanos. Sólo amando a Dios sobre todas las cosas, podremos ser verdaderamente felices. Ahora bien, no se ama a quien no se conoce. Hay personas con quienes uno se encanta desde el momento de conocerlas. Si eso es así entre los seres humanos, que estamos llenos de defectos, ¡cómo será con Dios que es infinitamente perfecto y sin defecto alguno! De allí que sea importante conocer a Dios para poder amarlo -si es que aún no lo amamos- o para amarlo más y mejor –si es que ya hemos comenzado a amarlo. Dios es poco amado, porque es poco conocido. Si nosotros lo conocemos y lo amamos, nuestro testimonio de amor a El puede servir para que otros lo amen también. (Jn. 17, 3 – Título Catecismo de la Iglesia Católica #1: “La vida del hombre: conocer y amar a Dios”)
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