El Satanismo contempla el culto a Satanás y/o demás espíritus malignos. Incluye muchas prácticas ocultistas, pudiendo llegar hasta la perversión de las ceremonias católicas, como la Santa Misa. Satanismo y sectas satánicas siempre han existido y, aunque hubo un resurgimiento moderado en el siglo 19, la proliferación en nuestra época del satanismo y de sectas satánicas, especialmente entre la juventud, es un fenómeno verdaderamente alarmante. A las personas que no están informadas sobre el satanismo podría parecerles que vender el alma al Demonio o rendirle culto a este ángel maligno es algo irreal, más bien cosa de la cinematografía. Sin embargo, estas prácticas suceden, y suceden con una frecuencia creciente y con consecuencias cada vez más espantosas. Basta darse cuenta de los crímenes horribles, con ensañamientos verdaderamente macabros, que se suceden en nuestros días; del aumento sorprendente de los suicidios, especialmente entre los jóvenes; la proliferación de signos satánicos en los vehículos, paredes y prendas de vestir; la violencia incontrolable, manifestada en muchas formas, tanto verbalmente, como con daños a las personas; el aumento de una agresividad desbocada; la rebeldía sin razón ni verdaderas causas; el desenfreno sexual, que llega a veces hasta las orgías; la dependencia de las drogas, etc., etc., etc. Son todos signos -unos más iniciales que otros, unos más graves que otros- de la influencia de Satanás y de sus demonios en nuestro mundo actual. Son signos, también, del poder que las mismas personas le han dado, cuando en un mal uso de su libertad, se abren al Maligno y se entregan a éste. Sin embargo, es bueno hacer notar que nadie puede ser tomado por Satanás si la persona no se lo permite o, en el caso de los niños pequeños, si los progenitores no se lo permiten. ¿Cómo comienza el contacto con el Satanismo? Puede ser por alguna película o algún libro maligno o de terror. Puede ser por la afición al rock pesado o a la música heavy metal, cuyo rudo ritmo golpeante y mensajes satánicos, además de las decoraciones infernales de sus cds, van envolviendo a los jóvenes en ese mundo demoníaco. Unos entran por simple curiosidad, la búsqueda de lo misterioso o deseo de poderes ocultos, los cuales el Demonio está presto a proporcionar a cambio de hundir al interesado para siempre en el infierno. Algunos son reclutados en las escuelas, los conciertos de rock, el transporte público, etc. Otros son llevados al satanismo por sus propios progenitores, bien porque éstos desean llevarlos a ese mundo demoníaco, o bien porque los consagran al Demonio a cambio de cosas que el Maligno les proporciona. Muy frecuente sucede la incorporación al satanismo por vía de juegos demoníacos: Ouija, Diablos, Calabozos y Dragones. No creamos que estos juegos son inocentes o simplemente la búsqueda de respuestas en el propio inconsciente. La Ouija no es juego inocente, sino un método de espiritismo o contacto con espíritus malignos y/o almas condenadas, los cuales llegan a tomar posesión de los participantes y pueden llegar a hablar, no sólo con las letras, sino a través de los mismos jugadores. En Calabozos y Dragones, los participantes pasan de la fantasía a la realidad y como se espera que al caracterizar los diferentes personajes, y para poder sobrevivir en el juego, cometan actos violentos de todo tipo, como asesinatos, violaciones, mutilaciones, robos, etc., se ha pensado que el aumento de este tipo de crímenes entre nuestra juventud se deba, entre otras cosas, al apego a juegos como éste. El manual del juego es francamente criminal, violento y aberrante. Incluye descripciones de cómo asesinar, cómo hacer sacrificios humanos ocultos, prácticas de sadismo, maldiciones, etc. Una madre, que se hizo especialista en la materia, debido a que un hijo suyo terminó por suicidarse luego de haberse hecho dependiente de este juego, ha llegado a la conclusión de que instrucciones escritas de este maligno pasatiempo son tomadas de sistemas muy antiguos pertenecientes a la demonología. (cf. Pat Pullig, The Devils Web)
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