LECCION # 16
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1. Enseguida de su primer milagro en la Bodas de Caná, Jesús comenzó a enseñar a sus discípulos y a todos lo que le seguían. Un día estaba en la cima de una colina, y la gente había venido a oírlo. Unos habían venido a pie y otros en botes, porque se podía llegar a ese monte por agua. Jesús se puso en la parte más alta y comenzó a enseñar desde allí. Y todos podían oírlo.
Les recordó que debían cumplir los Mandamientos que Dios había dado a Moisés. Pero les dijo que también debían tratar a los demás como querían ser ellos tratados: si tú quieres que te traten bien, debes tratar bien a los demás, no puedes tratarlos mal. Ni a ti, ni a nadie le gusta que le traten mal. Les habló del mandamiento de no matar. Y les dijo que matar no era solamente cometer asesinato, sino que podíamos faltar al mandamiento de no matar también cuando odiábamos, cuando nos poníamos violentos, cuando peleábamos. Les dijo que Dios podía ver sus pensamientos y que Dios conocía cuando alguien tenía sentimientos malos o de violencia contra otras personas. Dios conoce hasta nuestros pensamientos más escondidos, porque Dios sabe todo, absolutamente todo. Les dijo que para ser felices había que ser amable y paciente, y no ser peleones, ni violentos. Que los que no pelean y son pacíficos, ésos son los que son felices. Los otros no. Les dijo que también son felices los que saben que Dios está pendiente de ellos, los que saben que necesitan de Dios, y los que saben que Dios perdona a los que le piden perdón cuando han cometido algún pecado. Les dijo que tenían que ser generosos y no egoístas. Que Dios Padre es generoso con todos, aún con los malos. Dios no quiere que seamos malos y quiere que cambiemos y seamos buenos, pero Dios ayuda a buenos y a malos. Dios no quiere que la gente siga siendo mala. Dios quiere que todos seamos buenos. Y les puso el ejemplo del sol y la lluvia.
Que si nosotros tratábamos de seguir a Jesús, de cumplir los Mandamientos, de orar, de ser buenos, a lo mejor podía haber gente que se burlara de nosotros. Pero ¿saben lo que dijo sobre eso Jesús? Que no importaba que se burlaran. Que teníamos que portarnos como Dios quiere que nos portemos. Que no había que hacerle caso a esas burlas y críticas. Pero dijo una cosa más: que nos alegráramos si se burlaban de nosotros por seguir a Dios, porque íbamos a tener un premio bien grande en el Cielo.
Querían que Jesús los bendijera y los acariciara. ¿Saben lo que sucedió? Como Jesús estaba ocupado enseñando a mucha gente, los Apóstoles trataron de sacar a los niños fuera y le dijeron a las mamás que se llevaran a los niños, porque Jesús estaba muy ocupado. Jesús se dio cuenta de la orden que los Apóstoles habían dado. Y les llamó la atención. Les dijo que nunca le impidieran a los niños que se acercaran a El. Entonces las mamás y los niñitos aprovecharon y se le acercaron a Jesús. Los más grandecitos, entusiasmados, corrieron hacia Jesús para que los abrazara. Los más pequeños seguían a los más grandecitos y Jesús los cargaba y los sentaba con El. Las mamás traían a los bebés para que Jesús los cargara también. Entonces Jesús se puso a jugar con los niñitos que habían venido y a cargarlos. Los bendijo y se quedó con uno de los niñitos sobre sus piernas. Entonces siguió enseñando y dijo esto: para entrar al Cielo hay que ser como este niño.
No. Lo que quiso decir es que los que confían en Papá Dios como ustedes niños confían en sus papás, esos son los que podrán llegar al Cielo. Así que cuando ustedes estén grandes, recuérdense de esto: siempre hay que confiar en Dios, como ustedes ahora confían en sus papás. ¿Ustedes confían en Dios? … Bueno, siempre, siempre, tienen que tener confianza en nuestro Padre Dios, Papá Dios. Y nunca alejarse de Dios. Si nos alejamos nos va a ir mal.
Que todos los niños tiene un Ángel de la Guarda a su lado para cuidarlos y ayudarlos a seguir por el camino que lleva al Cielo, para protegerlos de los peligros, especialmente de los peligros del alma.
Por eso Dios nos puso un Ángel a cada uno para que nos ayudara. Así que nuestro Ángel de la Guarda nos protege y nos ayuda a portarnos bien. Cuando tengan ganas de portarse mal, pídanle al Ángel de la Guarda que los ayude. Y verán cómo los ayuda enseguida a portarse bien.
Son las ovejas. Las ovejas no son como otros animales que saben cuidarse ellos solos. Un perro, aunque se vaya de la casa y se pierda, sabe cuidarse y buscar donde alimentarse. A lo mejor no le va muy bien fuera de su casa, pero un perro se las arregla para sobrevivir. Las ovejitas no. Imagínense que las ovejitas ni siquiera pueden subirse a las piernas o a los brazos del pastor, porque las patitas son tiesas y no pueden doblarlas para subirse. Así son de indefensas las ovejas. Y si una ovejita se pierde por tremenda o por descuido del pastor, puede morirse, porque es muy débil y enseguida algún animal feroz, especialmente el lobo, se la puede comer. Así que las ovejas no pueden andar solas, sino con su pastor. A Jesús le gustaba mucho decirle a la gente que nosotros somos como las ovejas y que El es nuestro Pastor, el que nos cuida día y noche. ¿Por qué? Porque nosotros tampoco podemos andar solos sin contar con Jesús, que nos guía siempre aunque no lo veamos.
No. Pero sí están aunque no los veamos. Y cuando oramos estamos en contacto directo con Jesús, que es nuestro Pastor. Entonces ¿crees que tienes a tu Ángel a tu lado? ¿Crees que Jesús que es Dios está en todas partes y está a tu lado? …
Un día Jesús contó un cuento de un Pastor que tenía 100 ovejas en su rebaño. En cuanto Jesús decía que iba a contar un cuento, toda la gente ponía mucha atención. Ese día contó que a un pastor se le perdió una de sus ovejitas. Si se le perdió una ¿cuántas le quedaron? Le quedaron 99. Bueno, el cuento que contaba Jesús era que ese pastor dejó a las 99 solas. ¿Cómo las pudo dejar solas? ¿Cómo se les ocurre que las dejó? Las dejó solas pero bien seguras en un corral del que no podían salir y al que no podía entrar ningún lobo. Y el pastor se fue a buscar la ovejita perdida. Cuando Jesús contaba esos cuentos que se llaman parábolas, era para que la gente se viera representada por los animalitos o las personas de la parábola que Jesús estaba contando.
Es el niño o la niña, o el joven, o el adulto, que se aleja de Jesús. Es la persona que quiere andar de su cuenta, lejos de Dios. Y ¿quién es Jesús en el cuento o parábola? Jesús es el Pastor. Jesús deja las 99 ovejas bien aseguradas y se va por montes y valles, por ríos y charcos, buscando su ovejita perdida. Así busca Jesús a los que se le pierden. Va por todos lados a buscar al pecador, al niño que se porta mal, para que vuelva a estar con El.
Todavía no había llegado el lobo. Pero encontró a la ovejita enredada en un matorral con espinas sin poder salir de allí. Se iba a morir allí de hambre o de frío, o si no, iba a comérsela el lobo cuando la encontrara. Pero el Pastor llegó de primero. Y la encontró herida y asustada, y temblando de frío y de miedo. Así nos ponemos nosotros cuando queremos andar de nuestra cuenta, lejos de Jesús. ¿Y qué hizo Jesús? La desenredó, la tomó en sus brazos, se la colgó al hombro. Y se la llevó a donde tenía a las otras 99 ovejas, para curarle las heridas y sanarla bien. No nos podemos apartar de Jesús, pero El siempre va a tratar de buscarnos, sanarnos de nuestros pecados y ponernos bien. Nunca nos apartemos de Jesús. Eso es lo que Jesús nos quiere enseñar con esta Parábola de la Oveja Perdida.
Les enseñó una oración que ustedes están aprendiendo o ya se la saben: el Padre Nuestro. PADRE NUESTRO
AVE MARIA
CREDO
LA SEÑAL DE LA CRUZ
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