Sam1º 1:
9. Comieron y bebieron en Silo. Después, Ana se levantó y se puso a orar ante Yavé.
10. Estaba llena de amargura y lloraba sin consuelo. Suplicó a Yavé
11. y le hizo el siguiente voto: «¡Oh Yavé de los Ejércitos! Si es que te dignas mirar la aflicción de tu esclava, te acuerdas de mí y no me olvidas, dame un hijo varón. Yo te lo entregaré por todos los días de su vida y la navaja no pasará por su cabeza.»
12. Como ella estuviese orando mucho rato, el sacerdote Helí, que estaba sentado ante la puerta del Santuario, se puso a mirarla.
13. Pero veía que sólo movía los labios sin pronunciar palabras, pues Ana oraba en silencio. Pensó entonces que estaba ebria y le dijo:
14. «¿Acaso te voy a aguantar, ebria como estás? Sal hasta que te pase.»
15. Entonces Ana respondió: «No, señor, yo no he tomado ni vino ni cerveza; yo soy sólo una mujer apenada que desahoga su corazón ante Yavé.
16. No consideres a tu sierva como una mala mujer, pues si he estado orando tanto rato se debe sólo a mi gran pena y humillación.»
17. Helí le respondió: «Vete en paz y que el Dios de Israel te conceda lo que has pedido.»
18. Despidiéndose, ella dijo: «Ojalá merezca yo tu favor.» Y volviéndose por donde había venido, se sentó a la mesa y comió, y ya no tenía la misma cara de antes. |