Resumen Bíblico

PASO DEL MAR ROJO

La desordenada multitud de israelitas que abandonó Egipto acampó en el borde del desierto cuando se cumplía la primera jornada. Una nube con forma de columna los cubría permanentemente de día, dándoles sombra, y durante la noche los iluminaba. Era la protectora presencia de Dios extendida sobre los viajeros. En dos jornadas más llegaron a las orillas del mar Rojo.

El Faraón se dio cuenta de que había dejado partir un pueblo de esclavos que le rendían importantes servicios y se arrepintió de haberlo permitido, por lo que decidió darles alcance para obligarles a regresar a Egipto.

Se puso al frente de un ejército de seiscientos carros de guerra con sus mejores oficiales, sacó la numerosa caballería, además de la tropa en los transportes de combate. La persecución se inició a toda marcha. El estruendo de los carruajes y la polvareda que levantaban se podía apreciar desde lejos en el desierto.

Los israelitas los vieron avanzar y el temor se apoderó de ellos. Tenían algunas armas, pero no eran guerreros expertos. Clamaron a Dios y se quejaron ante Moisés por haberlos sacado a morir en el desierto, pues el mar Rojo les impedía proseguir su huida.

Moisés les dijo que no temieran, que se quedaran tranquilos e inmediatamente verían de qué portentosa forma lograban la salvación. Extendió una mano y un viento fuerte empezó a soplar abriendo el mar y separando las aguas, dejando un paso seco. El pueblo podía cruzarlo a pie, sin mojarse.

El ejército del Faraón los siguió, penetrando en el lecho seco del mar. Cuando los israelitas acabaron de pasar a la otra orilla Moisés extendió de nuevo la mano, cesó el viento y las aguas volvieron a su nivel, pereciendo en ellas el Faraón y todos sus soldados, jinetes y caballos.

El pueblo de Israel lo presenció desde la otra orilla del mar Rojo y por boca de Moisés entonó un canto triunfal a Dios Todopoderoso.

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