¡VIENE PRONTO!

Viene Pronto

“Sí, vengo pronto’.  Así sea: Ven, Señor Jesús”  (Ap. 22, 20).  Con estas palabras termina la Biblia: es Jesús diciéndonos que viene pronto.

¿Cuándo será? ... no sabemos, pero cada día que pasa es un día menos para su llegada.  Y esa llegada puede ser inminente.
        La gente del Antiguo Testamento tenía un anhelo expectante de la venida del Mesías prometido.  Pero ese anhelo ha quedado satisfecho, puesto que ya Jesucristo, el Hijo de Dios, vino y vivió entre nosotros hace más dos mil años.

Y desde su primera venida muchos han estado pendientes de su segunda venida, la “parusía”, es decir, la venida gloriosa de Cristo al final de los tiempos.

Estamos comenzando el Adviento, tiempo de espera para la venida de Cristo… y tiempo especial de preparación para esa segunda venida de Cristo.  De allí que muchas de las lecturas de este tiempo se refieren a eso que estamos esperando y que puede venirnos en cualquier momento.

Esta Segunda Venida no será como la primera, sino que ahora Jesús vendrá en gloria, de manera impactante, estruendosa, poderosa, sorpresiva.  “Así como brilla el relámpago desde el oriente e inflama el cielo hasta el poniente, así será la venida del Hijo del Hombre ... sobre las nubes del cielo con el poder divino y la plenitud de la gloria.” (Mt. 24, 27 y 29)

Por eso el Evangelio nos estimula a estar preparados, bien preparados: “Velen y estén preparados, porque no saben cuándo llegará el momento”.  Y nos pide estar “alerta” porque no sabemos “a qué hora va a regresar el dueño de la casa”  (Mc. 13, 33-37).

Si nos fijamos bien, éste será el acontecimiento más importante de la historia de la humanidad.  Por eso hay que prepararse, y prepararse bien.

¿Cómo es eso?  ¿Cómo podemos irnos preparando a esa Segunda Venida?  El que va a volver es Jesús, el Hijo de Dios.  Pero El se nos ha estado haciendo presente de varias maneras en todo este tiempo que va desde su primera venida hasta su próxima venida.

Se nos ha hecho presente primeramente a través de los Sacramentos.  Los Sacramentos son vías super-especiales, signos visibles, por medio de los cuales Cristo se hace presente.

Tomemos algunos:  el Bautismo –para nombrar el primero- nos borra el pecado original y da a cada bautizado su Gracia, que es su Vida misma.  En la Confesión nos restaura la Gracia perdida por los pecados cometidos.  En la Eucaristía está realmente presente, vivo, y se da a nosotros en forma de alimento para nuestra alma, para fortalecer nuestra vida espiritual.

Jesucristo también se hace presente con su Palabra, contenida en la Biblia.  También se hace presente en la oración, con inspiraciones e impulsos interiores.

Son ésas formas de preparación, porque estamos permitiendo que Cristo venga a nosotros en todas esas oportunidades que El nos brinda.  Y si lo recibimos bien estamos dejando  que El mismo nos vaya preparando a su venida gloriosa.

Así nos encontrará velando, como nos pide El sobre todo en estos días de Adviento.  Querámoslo o no, estamos entre una y otra venida.  La primera ya sucedió.  La segunda “no saben cuándo llegará el momento”  (Mc. 13, 33-37).   Pero sabemos que llegará ... No hay escapatoria posible.

Por eso el Señor nos recuerda tantas veces que estemos preparados, que velemos, porque no sabemos a qué hora regresa.  “¡Sí, vengo pronto!” ¡Ven, Señor Jesús!

 

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