EXCUSAS


Cristo y el jóven rico
(Heinrich Hofmann)

Tres candidatos, posibles seguidores de Cristo, se cruzaron con Él durante un viaje camino a Jerusalén (Lc. 9, 51-62).

El primero se acerca al Maestro para ofrecérsele como seguidor suyo: “Te seguiré dondequiera que vayas”.  Y el Señor le responde: “Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene en dónde reclinar la cabeza”.   Le hace ver que hasta los animales tienen un sitio donde estar, pero Él no tiene un sitio para dormir.  Su hogar de Nazaret ya lo había dejado.  Ahora, durante su predicación, vivía a la intemperie o como huésped de alguien.

El Señor está advirtiendo que quien quiera seguirlo no debe importarle que ese camino de seguimiento se pueda volver incómodo y difícil.

Jesús es quien llama al segundo candidato y éste le respondió: “Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre”.   La respuesta de Jesús es fuerte: “Deja que los muertos entierren a sus muertos.  Tú, ve y anuncia el Reino de Dios”.

No es que éste quisiera simplemente ocuparse del entierro de su padre, sino que deseaba estar con su padre mientras viviera.  La respuesta del Señor indica que cuando El llama, Él es primero que todo y primero que todos, y que la respuesta debe ser inmediata, sin retrasos.

Con relación a eso de que los muertos entierren a sus muertos, Jesús pareciera referirse a los “muertos” espiritualmente, a los que no están en gracia.

El tercer candidato le pide autorización para volver por un tiempo a su familia: “Te seguiré, Señor, pero déjame primero despedirme de mi familia”.  La respuesta de Jesús se refiere a la inconstancia: “El que empuña el arado y mira hacia atrás no sirve para el Reino de Dios”.

Cuánta falta de perseverancia en el servicio a Dios!  ¡Cuántas excusas!  Para seguir a Cristo hay que tener, como decía Santa Teresa de Jesús, “una determinada determinación”, que es lo mismo que decir: “una decidida decisión”.  Porque vienen los momentos de decaimiento, desaliento, incomprensiones y persecuciones, además de tentaciones.  Y hay que saber que no hay vuelta a atrás.  Hay que seguir adelante. “¡Más hubiera valido no empezar!”, también exclama Santa Teresa.

Todo esto se aplica muy especialmente a los Sacerdotes, Religiosos y Religiosas, pero a las demás personas que formamos parte de los seguidores de Cristo, también se nos pueden presentar momentos decisivos.  Y es en esos momentos cuando es necesario tener perseverancia.  A veces hasta habría que renunciar a comodidades, seguridades, bienes materiales, realizaciones personales, preferencias familiares -todas cosas lícitas- pero que el Señor quiere que dejemos de lado para seguirlo como Él nos pide.  ¿Estamos listos?

 

¿ Dios nos obliga a hacer su Voluntad?

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