żJESUS BAUTIZADO?

San Juan Bautista bautizaba en el Río Jordán.  No era el mismo Bautismo que nosotros recibimos hoy.  Quien se sumergía en el Jordán se reconocía pecador y deseaba cambiar de vida.

Entonces, si Jesús es Dios y no había pecado, ¿por qué se acercaría al Jordán como cualquier otro, a pedirle a Juan, su primo y su precursor, que le bautizara?

La respuesta está en estas palabras de San Pablo: “Dios hizo cargar con nuestro pecado al que no cometió el pecado” (2 Cor 5, 21).  “Pero Cristo nos ha rescatado de la maldición de la Ley, al hacerse maldición por nosotros” (Gal 3, 13).

El que Jesús haya cargado con nuestro pecado no significa que se los echó al hombro cual mochila.  Más bien tiene este sentido:  se hizo maldición por nosotros.  Lo que mostraba Jesús en el Jordán era que asumía nuestro pecado y tambiénel pago de que éstos acarreaban.

San Anselmo explica que la deuda del pecado era tan grande que sólo Dios podía satisfacerla, pero era el hombre quien debía pagarla.  Por eso Dios se hace Hombre.  Y eso fue lo que Jesús mostró en el Jordán al pedir ser bautizado.

San Juan Bautista no quería bautizarlo, pero Jesús le insiste como tratando de decirle:  a ti no te parecerá adecuado, pero en realidad sí tiene mucho sentido.  Y es que la razón de recibir el Bautismo en el Jordán era la misma que la de su Nacimiento:  asumir nuestro pecado, para liberarnos de él.

Por eso es que Juan Bautista al ver venir de nuevo a Jesús exclamó: “He ahí el Cordero de Dios, el que carga con el pecado del mundo” (Jn. 1-29).  ¿Qué significará eso de que Cristo es ahora el Cordero?

Antes de Cristo los israelitas sacrificaban corderos, buscando la expiación de sus pecados.  Cristo, al cargar con nuestros pecados, se hace el verdadero Cordero de Dios, para salvarnos de nuestros pecados.  Es lo que nos dice el Sacerdote al presentarnos a Cristo en la Hostia Consagrada antes de la Comunión: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo…”.

Además, al sumergirse Jesús en el agua, le confirió a ésta un poder especial.  Por eso el agua es la materia del Bautismo Sacramento, instituido después por Cristo, el cual nos borra el pecado original y nos da vida con la Gracia divina.

Recordar el Bautismo de Jesús es recordar que somos pecadores.  Como pecadores, tenemos necesidad de conversión, de cambiar de vida, de cambiar de manera de ser, de pensar y de actuar.  Es recordar la necesidad que tenemos de purificar nuestras almas con el arrepentimiento y la confesión de nuestros pecados.  Así podemos asemejarnos cada vez más a Jesucristo, para que cuando llegue el momento, podamos escuchar la voz del Padre, que nos dice como a Jesús:  Eres mi hijo y en ti me complazco.

 

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