GANAR PERDIENDO

¿Cómo es eso de perder para ganar? Parece una contradicción, ¿no? Parece, pero eso es lo que Jesús nos propone al advertirnos aquello de que quien pretenda conservar su vida la perderá, pero quien la entregue la conservará. “El que ama su vida la destruye, y el que desprecia su vida en este mundo la conserva para la vida eterna” (Jn. 12, 20-33).

Y estas palabras de Jesús fueron dichas ya cuando estaba a punto de sufrir su Pasión y morir crucificado. También dijo que a través de su muerte en cruz y luego resucitar, atraería a todos hacia Él.

¿Qué será esto de ser atraídos por Él? “Dejarnos atraer por Él” significa seguirlo en todo... como Él nos pide muchas veces. Y “seguirlo en todo”, significa seguirlo también en la muerte. Por supuesto eso no incluye que tengamos que morir en una cruz como Él. Tampoco significa que todos tengamos que sufrir un martirio violento … aunque a algunos sí les ha tocado.

En la práctica, significa más bien ese “morir” día a día a nuestro propio yo. Y, por supuesto, primero que nada: morir al pecado. Eso es lo que significa también ese “perder la vida” de que Jesús había hablado con anterioridad: “El que quiera asegurar su vida la perderá, pero el que pierda su vida por Mí, la asegurará” (Mt. 16, 25 - Mc. 8, 35 - Lc. 9, 24).

Morir cuesta mucho. Y más cuesta la idea misma de “morir”. Pero la Palabra de Dios es clara, muy clara: debemos entregar nuestra vida, morir a nosotros mismos, si realmente queremos vivir.

¿Qué significa entregar nuestra vida y morir a nuestro yo? Significa entregar nuestros modos de ver las cosas, para que nos rijamos por los modos de Dios y no por los nuestros. Significa no presentarle a Dios nuestros planes sino pedirle a Él que nos muestre los suyos, para realizar ésos y no los nuestros. Significa buscar la Voluntad de Dios para seguirla, en vez de guiarnos por nuestra propia voluntad.

Todo esto parece muy raro y muy exigente, porque es un continuo morir a lo que este mundo nos propone como deseable y hasta conveniente.

Pero ¿quién es el que manda en el “mundo”? También Dios nos dio esa información: aquél que es llamado en este pasaje “príncipe (o amo) de este mundo”. Por eso los valores que nos propone el mundo son muy diferentes a los de Dios, porque ya sabemos de dónde vienen.

Y cada vez que optamos por ese “perder la vida de este mundo”, cada vez que optamos por “morir” a nuestro yo, es decir, a nuestras propias inclinaciones, deseos, ideas, criterios, planes, etc., de hecho, estamos optando por el bando de Dios, que es el bando ganador.

Próximos ya a la Semana Santa, conmemoraremos la entrega total que Cristo hizo de Sí mismo, al realizar la más inconcebible de las paradojas: el Dios-Hombre inocente se entrega a la muerte para darnos una nueva Vida a todos los que queramos aprovecharla.

Si El realizó esa infinita paradoja por nosotros, ¿no nos correspondería a nosotros realizar la pequeña paradoja de perder para ganar?

Si nos atrevemos a correr ese “riesgo”, hay que pedirle al Señor ánimo y fortaleza para poder comprender y realizar esa paradoja que nos propone y nos muestra Cristo: perder para ganar, morir para vivir.

 

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