MADRE DE DIOS Y NUESTRA

A una semana del Nacimiento del Niño-Dios, la Iglesia nos presenta para comenzar el nuevo año, la Fiesta de María, Madre de Dios.

Pero Ella es también Madre nuestra, ¿no?  Jesús nos encomendó a Ella mientras agonizaba en la Cruz (Jn 19, 26).  Y Ella aceptó ser nuestra Madre también.

María es nuestra Madre del Cielo.  Ella nos cuida más y mejor que nuestra mamá de la tierra.  Como buena mamá, se ocupa de las cosas grandes y de las pequeñas, de lo importante y de lo menos importante.

La verdad es que Ella es el camino más fácil hacia Jesús.  Y Jesús es el camino que nos lleva al Padre.

Entonces, como Jesús nos lleva al Padre, María Madre nuestra busca acercarnos a Jesús.

¿Qué hacer, entonces?  Lo más importante para nosotros y lo que más desea la Santísima Virgen María -Madre de Dios y Madre nuestra- es que la imitemos a Ella, pues imitándola a Ella estamos acercándonos a su Hijo.

Recordemos la respuesta de la Virgen en la Anunciación cuando el Ángel le hizo saber lo que Dios deseaba: Ella dio un Sí incondicional a Dios.  Se entregó totalmente a la Voluntad Divina.

La Virgen es, entonces, el mejor modelo de entrega a Dios en todos los momentos de su vida.  Ella nos enseña a entregarnos a Dios y a su Voluntad, tanto en los momentos fáciles como en los difíciles.

Ella dijo Sí en la Anunciación.  Pero también dijo Sí cuando no había sitio para ellos en Belén.  Y también cuando tuvieron que huir a Egipto de repente.  Dijo Sí en tantos momentos felices que tendría con su Hijo.  Pero también dijo Sí en la Cruz.  Dijo Sí al ver a su Hijo resucitado.  Pero también cuando dejó esta tierra en la Ascensión.  ¡Sí siempre!

Como vemos, el camino más fácil para aprender a hacer la Voluntad de Dios es observar a la Santísima Virgen María, nuestra Madre, que quiere llevarnos a Jesús y a que hagamos en todo la Voluntad del Padre.

Entonces… ¿Cómo imitarla?  La Virgen es obediente y nos enseña a obedecer, nos lleva a hacer la Voluntad de Dios.

Recordemos su espíritu de oración: María oraba y en oración la encontró el Ángel cuando le anunció el misterio de su Maternidad Divina.

Luego, su humildad y su entrega a la Voluntad de Dios: se reconoce “esclava del Señor” y se entrega a que se realice en Ella todo lo que Dios quiera.

Y que no nos falte su fe a toda prueba: María creyó por encima de las apariencias y de las posibilidades humanas; creyó que lo imposible se realizaría en Ella: ser la Madre del mismo Dios.  Y después, en la Cruz, también ser Madre nuestra.

Cierto que podemos ir directamente a Jesús.  Pero recordemos que María nos lleva a Jesús.   Y Jesús nos lleva al Padre.

 

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