Catecismo de la Iglesia Católica

LECCION #22

ORACION III
EL PADRE NUESTRO

Padrenuestro

 

1.      ¿Cómo nos enseña Jesús a orar? (CIC-C #544)

   Jesús nos enseña a orar no sólo con la oración del Padre nuestro, sino también cuando Él mismo ora.

El Padre Nuestro nos enseña las disposiciones requeridas por una verdadera oración: la pureza del corazón, que busca el Reino y perdona a los enemigos; la confianza audaz y filial, que va más allá de lo que sentimos y comprendemos; la vigilancia, que protege al discípulo de la tentación.

Así, con el hágase tu Voluntad, mostramos nuestra confianza y entrega a Dios.   El deseo de que Jesús reine también nos pone en esa tónica de confianza.  El perdón a los enemigos es una exigencia que nos abstrae de lo que sentimos y comprendemos.  Y la vigilancia para poder sobreponernos a la tentación, son actitudes que Jesús nos enseña y nos pide.


2.      ¿Cuál es el origen de la oración del Padre nuestro?  (CICI-C #578)

Jesús nos enseñó esta insustituible oración cristiana, el Padre nuestro, un día en el que un discípulo, al verle orar, le rogó: «Maestro, enséñanos a orar» (Lc 11, 1). La tradición litúrgica de la Iglesia siempre ha usado el texto de San Mateo (6, 9-13).

Ustedes, pues, recen así: Padre nuestro, que estás en el Cielo, santificado sea tu Nombre. Venga tu Reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el Cielo.  Danos hoy el pan que nos corresponde; y perdona nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores; y no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno. (Mt 6, 9-13)


3.      ¿Por qué podemos llamar a Dios “PADRE”?      

Veamos primero la palabra “PADRE”.  ¿Qué significa que Dios es nuestro PADRE?  Pensemos bien ... Dios es ciertamente nuestro Creador:  somos sus creaturas.  Pero ¿hijos?  ... ¿Por qué somos hijos de Dios?

Cuando hablamos del Bautismo dijimos que el Bautismo nos hacía hijos de Dios. 

Pero ... ¿los seres humanos tenemos derecho a ser hijos de Dios?         

¿Por qué, entonces, sin tener derecho somos hijos de Dios y podemos llamar a Dios “PADRE”?  ¿Nos damos cuenta de este privilegio:  poder llamar a Dios “PADRE”?

Podemos llamar a Dios PADRE, Porque Jesucristo cuando nos redimió con su muerte en la cruz, nos dio ese regalo.  Dios es PADRE de Jesucristo.  Pero Jesucristo, que nos ama infinitamente –igual que el Padre nos ama- nos consiguió el derecho –que no merecemos- de ser  nosotros también hijos de Dios.

Entonces, Jesucristo al salvarnos mediante su Muerte y Resurrección, no sólo nos abrió las puertas del Cielo, sino que nos consiguió la gracia de la filiación divina:  ser hijos de Dios también.

Es algo que tenemos que pensar bien y por lo que tenemos siempre que agradecer a Dios, porque es un verdadero privilegio.

Nuestra filiación divina fue anunciada por San Juan al comienzo de su Evangelio:  “Todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.”  (Jn 1, 12-13)

El mismo San Juan lo corrobora de manera inequívoca en su primera Carta:  “Miren qué amor tan singular nos ha tenido el Padre que no sólo nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos.” (1 Jn 3)

San Pablo nos dice también quefuimos destinados desde el principio a ser hijos de Dios:  en Cristo Dios nos eligió antes de crear el mundo para estar en su presencia santos y sin mancha. En su amor nos destinó de  antemano para ser hijos suyos en Jesucristo y por medio de Él.  (Ef 1, 4-5)

Así que Dios tuvo un proyecto:  hacernos hijos suyos.  Pero analicemos un poquito más:   ¿qué es ser hijo de Dios?  Un hijo, por supuesto, significa que tiene padre.  El padre es fuente de vida humana para su hijo.  Pero hijo de Dios ¿qué es?

Dios tiene un Hijo Único, Jesucristo.  Pero también quiso tener hijos adoptivos.  ¿Qué es un hijo adoptivo?  Es alguien admitido a la familia, que –aunque no es hijo realmente- tiene los mismos derechos.

La diferencia es que, como hijos adoptivos de Dios, Dios sí nos comunica la Vida, su Vida, su Gracia, que es la Vida de Dios. 

Entonces, que Dios es nuestro Padre es una realidad, no sólo una figura, un símbolo o un halago de parte de Dios.  Nuestra filiación con Dios es muchísimo más que la adopción en sentido humano, pues hay comunicación de vida. 

Además, como todo adoptado, tenemos derecho a la herencia:  

Todos aquéllos a los que guía el Espíritu de Dios son hijos e hijas de Dios.  Entonces no vuelvan al miedo; ustedes no recibieron un espíritu de esclavos, sino el espíritu propio de los hijos, que nos permite gritar: ¡Abba!, o sea: ¡Papá!  El Espíritu asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Siendo hijos, son también herederos; la herencia de Dios será nuestra y la compartiremos con Cristo. Y si hemos sufrido con él, estaremos con él también en la Gloria. (Rom 8, 14-17)

Y esa herencia es la misma que tiene el Hijo Único:  la gloria del Cielo! 


4.         ¿Por qué podemos acercarnos al Padre con plena confianza?  (CIC-C #582)

Podemos acercarnos al Padre con plena confianza, porque Jesús, nuestro Redentor, nos introduce en la presencia del Padre, y su Espíritu hace de nosotros hijos de Dios. Por ello, podemos rezar el Padre nuestro con confianza sencilla y filial, gozosa seguridad y humilde audacia, con la certeza de ser amados y escuchados.


5.         ¿Cómo es posible invocar a Dios como «Padre»? (CIC-C #583)

Podemos invocar a Dios como «Padre», porque el Hijo de Dios hecho hombre nos lo ha revelado, y su Espíritu nos lo hace conocer. La invocación del Padre nos hace entrar en su misterio con asombro siempre nuevo, y despierta en nosotros el deseo de un comportamiento filial. Por consiguiente, con la oración del Señor, somos conscientes de ser hijos del Padre en el Hijo.


6.      PADRE y ahora agregamos la palabra NUESTRO.  ¿Qué significa PADRE NUESTRO?

  Muchos piensan que el nuestro se refiere a que es Padre de todos nosotros.  Y eso es cierto, pero no es suficiente, ni es lo más importante tampoco. 

Lo más importante es que Jesucristo, sin nosotros merecerlo, comparte SU PADRE con nosotros, con cada uno de nosotros y con todos nosotros.

El hubiera podido componer esa oración para que la rezáramos así:  Padre de Jesús, que estás en el Cielo.  Pero no, El quiso darnos a Su Padre para que fuera Padre Nuestro también.  

Primero que todo: el “nuestro” del Padre Nuestro significa que Dios es Padre de Jesús y Padre mío.  Y luego, que es Padre de todos nosotros.

En la aparición a María Magdalena enseguida de la Resurrección le dice: “Subo a mi Padre, que es Padre de ustedes”. (Jn 20, 17)


 7.         ¿Por qué decimos Padre «nuestro»?  (CIC-C #584)

   «Nuestro» expresa una relación con Dios totalmente nueva. Cuando oramos al Padre, lo adoramos y lo glorificamos con el Hijo y el Espíritu.

En Cristo, nosotros somos su pueblo, y Él es nuestro Dios, ahora y por siempre. Decimos, de hecho, Padre «nuestro», porque la Iglesia de Cristo es la comunión de una multitud de hermanos, que tienen «un solo corazón y una sola alma» (Hch 4, 32).


8.         ¿Con qué espíritu de comunión y de misión nos dirigimos a Dios como Padre «nuestro»? (CIC-C #585)

  Dado que el Padre nuestro es un bien común de los bautizados, éstos sienten la urgente llamada a participar en la oración de Jesús por la unidad de sus discípulos. Rezar el Padre nuestro es orar con todos los hombres y en favor de la entera humanidad, a fin de que todos conozcan al único y verdadero Dios y se reúnan en la unidad.


 9.      ¿Qué significa que el PADRE NUESTRO está en el Cielo?

Es cierto que Dios, nuestro Padre, está en el Cielo, pero también está en todas partes ¿no?

Dios es nuestro Padre Celestial.  Todo tenemos un padre humano.  Dios es nuestro Padre del Cielo.  Eso es lo que significa esa frase.


10.    ¿Qué significa la expresión «que estás en el cielo»? (CIC-C #586)

         La expresión bíblica «cielo» no indica un lugar sino un modo de ser: Dios está más allá y por encima de todo; la expresión designa la majestad, la santidad de Dios, y también su presencia en el corazón de los justos. El cielo, o la Casa del Padre, constituye la verdadera patria hacia la que tendemos en la esperanza, mientras nos encontramos aún en la tierra. Vivimos ya en esta patria, donde nuestra «vida está oculta con Cristo en Dios» (Col 3, 3).


11.    ¿Cuántas peticiones contiene el Padre Nuestro? (CIC-C #587)

Siete.

Las tres primeras, más teologales, nos atraen hacia Él, para su gloria, pues lo propio del amor es pensar primeramente en Aquél que amamos. Estas tres súplicas sugieren lo que, en particular, debemos pedirle: la santificación de su Nombre, la venida de su Reino y la realización de su voluntad.

Las cuatro últimas peticiones presentan al Padre de misericordia nuestras miserias y nuestras esperanzas: le piden que nos alimente, que nos perdone, que nos defienda ante la tentación y nos libre del Maligno. 


12.    ¿Qué significa «Santificado sea tu Nombre»?  (CIC-C #588)

Santificar el Nombre de Dios es, ante todo, una alabanza que reconoce a Dios como Santo. En efecto, Dios ha revelado su santo Nombre a Moisés, y ha querido que su pueblo le fuese consagrado como una nación santa en la que Él habita.

Santificado sea tu Nombre, significa que Dios y su Nombre sea respetado, honrado y adorado por todos.  Que no se irrespete el nombre de Dios, ni se burlen de las cosas de Dios.  El nombre de Dios es santo.


13.    ¿Se irrespeta el nombre de Dios en nuestros días?  ¿Se santifica de veras el nombre de Dios?

         Los ateos actuales son muy militantes, y muchos incautos -sobre todo católicos- caen en las redes de su campaña anti Dios. 

Estos nuevos enemigos de Dios sostienen que la religión es un retraso, que hay que acabar con ella.  Y están comenzando a caricaturizar a los creyentes como estúpidos y retrasados, hasta lunáticos.  Sostienen que hay que acabar con los mitos (y consideran la Religión, sobre todo la Católica, como un mito).  Pretende re-organizar la sociedad sin ninguna referencia a Dios y –de hecho- en contra de Dios, porque el secularismo que promueven considera a la religión o el culto a Dios como contrarios al progreso.

¿Es esto santificar el Nombre de Dios?

Otro detalle de la militancia agresiva de los enemigos de Dios:  las marchas blasfemas organizadas en España cuando las Jornadas de la Juventud ¿santifican el Nombre de Dios?

Tenemos que estar alerta, porque podemos vernos arrastrados por estas nuevas corrientes muy anti Dios y anti Iglesia, a veces sin darnos mucha cuenta. 

Y ¿cómo podemos rezar el Padre Nuestro, si no santificamos su Nombre?  El Nombre de Dios es Santo, como Santo es Dios.  Y no podemos pretender estar en contra de Dios rebajando o contrariando su Nombre.

Adicionalmente:  ¿estamos dispuestos a correr este riesgo:   Al que se ponga de mi parte ante los hombres, Yo me pondré de su parte ante mi Padre de los Cielos.  Y al que me niegue ante los hombres, Yo también lo negaré ante mi Padre que está en los Cielos. (Mt 10, 32-33)?


14.    ¿Qué hacer con esta situación de oposición a Dios y a su Iglesia?

Por una parte, orar.  Y, además, dar testimonio cuando se presente la ocasión.   

Dar testimonio, como aconseja San Pedro:  “siempre estén dispuestos para dar una respuesta acertada al que les pregunte acerca de sus convicciones” (1 Pe. 3, 15-b).

Así lo dice el Catecismo:  pedir que, con nuestra vida y nuestra oración, el Nombre de Dios sea conocido y bendecido por todos los hombres. (CIC-C #589)


15.    Venga a nosotros su Reino.  ¿Qué es el Reino de Dios?  ¿Qué significa que alguien es Rey o que alguien reina?

Si Dios es Rey, nosotros somos los súbditos del Rey.  ¿Qué hace un súbdito?  Hace lo que su Rey, su Jefe, le indica. ¿No?

Eso implica cumplir con sus Mandamientos, hacer su Voluntad. El es verdaderamente Rey cuando nosotros hacemos lo que El desea y lo que El nos pide.

Y no hay que temer.  ¡Al contrario!  Lo que El nos pide es lo que más nos conviene, y lo que más nos conviene es hacer la Voluntad de Dios, que es Rey.  En eso consiste que el Reino de Cristo.

El Reino de Dios está dentro de nosotros mismos.  Eso nos lo dijo Jesús.  Pero ...¿cómo puede estar el Reino de Dios dentro de nosotros?

Dios reina en nosotros cuando Cristo vive en nosotros; es decir,  cuando estamos en gracia:  cuando no estamos en pecado.  Así estamos permitiendo a Cristo reinar en nuestro corazón y en nuestra alma.  Así lo dejamos reinar en nuestra vida.

Y no hay que temer perder libertad cuando dejamos que Dios reine en nuestro corazón.  ¡Al contrario!  Optar por Dios libremente (El no nos obliga, pues no puede obligarnos a amarlo) es vivir la mayor libertad que podemos imaginar.

La persona es verdaderamente libre cuando está en capacidad de decir  SÍ al bien ... cuando no tiene ninguna adicción, ninguna compulsión, ningún hábito que le impida escoger y hacer lo que es bueno y lo que está bien. 

Así viene el Reino de Dios a nosotros: cuando somos verdaderamente libres.


16.    ¿Qué pide la Iglesia cuando suplica «Venga a nosotros tu Reino»?  (CIC-C #590)

La Iglesia invoca la venida final del Reino de Dios, mediante el retorno de Cristo en la gloria. Pero la Iglesia ora también para que el Reino de Dios crezca aquí ya desde ahora, gracias a la santificación de los hombres en el Espíritu y al compromiso de éstos al servicio de la justicia y de la paz, según las Bienaventuranzas. Esta petición es el grito del Espíritu y de la Esposa: «Ven, Señor Jesús» (Ap 22, 20).


17.    Pero veamos una cosa:  ¿Qué frase viene después de venga a nosotros tu Reino?

Hágase tu Voluntad.  Eso no es casualidad.  Dios no hace, ni dice las cosas por casualidad.  Eso tiene una razón muy importante.

¿Por qué van juntas venga a nosotros tu Reino y hágase tu Voluntad?

Porque el Reino de Dios se inicia en nosotros cuando comenzamos a hacer su Voluntad.  En todo momento tenemos que buscar hacer la Voluntad de Dios.  Esto es lo más importante de ser cristiano, de seguir a Cristo. 

Seguir a Cristo es hacer la Voluntad de Dios en todo:

 .  cumplir sus mandamientos,

        . aceptar lo que El permite para             nuestra vida y

     . hacer lo que creemos que nos pide.

Ese es el camino que nos lleva al Cielo.  Esa es la forma de que venga a nosotros su Reino.


18.    Pero ¿qué significa que la Voluntad de Dios sea hecha en la tierra como en el Cielo?

Cuando rezamos esto estamos pidiendo que aquí en la tierra y en nuestro ser, se haga la Voluntad de Dios como ya se hace en el Cielo.

Pero mientras nos mantengamos atados a nuestros planes, a nuestra propia voluntad, a nuestras propias ideas y a nuestros propios criterios (a veces venidos de fuentes no confiables, que no están en concordancia con Dios), en la tierra no puede suceder lo que sucede en el Cielo.

Y por causa de esto, vemos cómo están andando el mundo. 

Nuestra verdadera felicidad y la felicidad de todo el mundo está en desear lo que Dios desea, que es nuestro máximo bien y nuestra salvación eterna.

La voluntad del Padre es que «todos los hombres se salven» (1Tm 2, 4). Para esto ha venido Jesús: para cumplir perfectamente la Voluntad salvífica del Padre. Nosotros pedimos a Dios Padre que una nuestra voluntad a la de su Hijo, a ejemplo de María Santísima y de los santos. Le pedimos que su benevolente designio se realice plenamente sobre la tierra, como se ha realizado en el cielo. Por la oración, podemos «distinguir cuál es la voluntad de Dios» (Rm 12, 2), y obtener «constancia para cumplirla» (Hb 10, 36). (CIC-C #591)


19.    ¿Cuál es el sentido de la petición «Danos hoy nuestro pan de cada día»?  (CIC-C #592)

Al pedir a Dios, con el confiado abandono de los hijos, el alimento cotidiano necesario a cada cual para su subsistencia, reconocemos hasta qué punto Dios Padre es bueno, más allá de toda bondad. Le pedimos también la gracia de saber obrar, de modo que la justicia y la solidaridad permitan que la abundancia de los unos cubra las necesidades de los otros.


20.    ¿Cuál es el sentido específicamente cristiano de esta petición? (CIC-C #593)

Puesto que «no sólo de pan vive el hombre, sino de todo lo que sale de la boca de Dios» (Mt 4, 4), la petición sobre el pan cotidiano se refiere igualmente al hambre de la Palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo, recibido en la Eucaristía, así como al hambre del Espíritu Santo. Lo pedimos, con una confianza absoluta, para hoy, el hoy de Dios: y esto se nos concede, sobre todo, en la Eucaristía, que anticipa el banquete del Reino venidero.

Quiere decir que la petición Danos hoy nuestro pan de cada día tiene un doble significado:  se refiere esta petición al alimento del cuerpo (la comida), pero también al  alimento del alma (la Comunión). 

Jesús está listo siempre para darse a nosotros en la Comunión.  ¿Y nosotros?  ¿Estamos siempre buscando recibirlo? 


21.    ¿Por qué decimos «Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden»? 

Tenemos que recordar que después de terminar de enseñar el Padre Nuestro a sus discípulos y enseguida del perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden, como para que no quedara ninguna duda de lo que significaba el perdón de El a nosotros y de nosotros a los demás, Jesús agregó esta frase: 

Porque si ustedes perdonan a los hombres sus ofensas, también el Padre celestial les perdonará a ustedes.  Pero si ustedes no perdonan a los demás, tampoco el Padre les perdonará a ustedes. (Lc 6, 14-15)

Esta es la única frase del Padre Nuestro que Jesús explica.  ¡Así de importante será!  

Al pedir a Dios Padre que nos perdone, nos reconocemos ante Él pecadores; pero confesamos, al mismo tiempo, su misericordia, porque, en su Hijo y mediante los sacramentos, «obtenemos la redención, la remisión de nuestros pecados» (Col 1, 14). Ahora bien, nuestra petición será atendida a condición de que nosotros, antes, hayamos, por nuestra parte, perdonado.  (CIC-C #594)

Dios nos quiere perdonar, y nos perdona cuando nos arrepentimos y nos confesamos.  Pero nos pone otra condición:  nosotros también tenemos que perdonar a los que nos ofenden. 


22.    ¿Cómo es posible el perdón? (CIC-C #595)

La misericordia penetra en nuestros corazones solamente si también nosotros sabemos perdonar, incluso a nuestros enemigos. Aunque para el hombre parece imposible cumplir con esta exigencia, el corazón que se entrega al Espíritu Santo puede, a ejemplo de Cristo, amar hasta el extremo de la caridad, cambiar la herida en compasión, transformar la ofensa en intercesión. El perdón participa de la misericordia divina, y es una cumbre de la oración cristiana.

Nada es imposible para Dios.  Si ponemos en sus manos nuestra incapacidad de perdonar, El perdonará en nosotros«Lo que es imposible para los hombres es posible para Dios.» (Lc 18, 27)

Orar por nuestros enemigos, por los que nos hacen daño, es de gran bien para todos:  para uno mismo, para los demás y para el mundo entero.

Así que cuando recemos el Padre Nuestro, tenemos que darnos cuenta de esta exigencia del Señor.  Y si tenemos algo contra alguien, en ese momento podemos recordar a esa persona y la gracia divina nos va a ir enseñando a perdonarla de corazón.  No es posible para nosotros, pero sí es posible para Dios.


23.    ¿Qué significa «No nos dejes caer en la tentación»?

         Pedimos a Dios Padre que no nos deje solos y a merced de la tentación. Pedimos al Espíritu saber discernir, por una parte, entre la prueba, que nos hace crecer en el bien, y la tentación, que conduce al pecado y a la muerte; y, por otra parte, entre ser tentado y consentir en la tentación. Esta petición nos une a Jesús, que ha vencido la tentación con su oración. Pedimos la gracia de la vigilancia y de la perseverancia final.  (CIC-C #596)

Le pedimos a Dios que nos ayude a no pecar, a que cuando seamos tentados podamos aprovechar todas las gracias que El nos da para ser fuertes ante la tentación.

¿Qué tenemos que hacer cuando estamos siendo tentados?

Decir NO a la tentación.   Orar en ese momento de tentación.   Orar con esas palabras que Jesús nos enseñó en el Padre Nuestro:  no nos dejes caer en tentación.


24.    ¿Por qué concluimos suplicando «Y líbranos del mal»?  (CIC-C #597)

El mal no significa simplemente una fuerza o una energía negativa, sino el Mal en persona, el Maligno, el Diablo. 

Significa esta petición que seamos librados del Maligno, del Demonio.  Y también de todos los males, principalmente del alma.

Y ¿cuál es el mal del alma?  El pecado. 

El mal designa la persona de Satanás, que se opone a Dios y que es «el seductor del mundo entero» (Ap 12, 9). La victoria sobre el diablo ya fue alcanzada por Cristo; pero nosotros oramos a fin de que la familia humana sea liberada de Satanás y de sus obras. Pedimos también el don precioso de la paz y la gracia de la espera perseverante en el retorno de Cristo, que nos librará definitivamente del Maligno.

25.    ¿Qué significa el Amén final?

Cuando se dice Amén, estamos diciendo que Así sea.  Que así lo deseo, que así lo espero y así lo pido.

ORACION
Gracias, Dios mío, porque puedo llamarte PADRE.

Gracias, Jesús, por el privilegio
que nos das

de poder llamar a Tu Padre, “Padre Nuestro”, también.

Gracias, Señor, porque no sólo nos llamamos hijos tuyos,
sino que realmente lo somos!

Gracias, Jesús, porque compartes a tu Padre con nosotros.

Perdón, Señor, porque muchas veces no me he portado como buen hijo(a)

Pero Tú eres Padre bueno
que nos recibes

 si nos arrepentimos y confesamos...
y si también perdonamos a los que nos han hecho daño.
Eso deseo.  Eso busco, Señor.
Enséñame a perdonar.
Amén.


PADRE NUESTRO

Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu Reino;
hágase tu voluntad en la tierra
como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

 

Temario
del
Curso


 

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