CREO en el ESPIRITU SANTO
|
||||
1. ¿Qué significa decir “creo en el Espíritu Santo”? ¿Quién es el Espíritu Santo? Los Católicos creemos que el Espíritu Santo es el Amor que procede del Padre y del Hijo. No el amor en sentido abstracto o impersonal: es Dios amando. El Espíritu Santo es el Espíritu del Padre y el Espíritu del Hijo actuando en el mundo. Poco antes de morir, Jesús prometió a sus discípulos que les enviaría otro Protector que permanecerá siempre con ustedes (Jn 14, 16). Y cuando el Espíritu Santo se derramó sobre ellos unos días después, los Apóstoles se dieron cuenta de lo que Jesús les quiso decir sobre el Espíritu Santo.
Enseguida experimentaron una profunda seguridad en lo que debían hacer y estaban llenos de un gozo inmenso. 2. ¿Qué otros nombres recibe el Espíritu Santo? ¿Cómo se representa el Espíritu Santo? Jesús llamó al Espíritu Santo “Protector”, “Consolador”, “Defensor”. También Espíritu de Verdad. Algunos de los signos: la unción con el óleo, que es signo sacramental de la Confirmación. El fuego, que purifica y transforma cuanto toca. El Espíritu Santo suele representarse como una paloma, porque San Juan Bautista en el Jordán “al salir Jesús del agua, una vez bautizado, se abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios que descendía sobre El en forma de paloma y se oyó una voz desde el cielo” (Mc 1, 10)
San Juan Bautista nos da el testimonio de lo que ve y escucha: por una parte, puede ver el Espíritu de Dios descender sobre Jesús en forma como de paloma, lo cual hace recordar la mención del Espíritu de Dios en el Génesis, antes de la creación del mundo, cuando “el Espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas” (Gen. 1, 2). Tal vez ese “aletear” del Espíritu Santo hace que San Juan compare ese “aletear” con el aletear de la paloma. Jesús también describió al Espíritu Santo como brisa en su diálogo con Nicodemo, aquel Maestro de la Ley de Israel que vino a ver a Jesús en secreto, pero que luego fue uno de los que se atrevió a sepultar su Cuerpo: «El viento sopla donde quiere, y tú oyes su silbido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Lo mismo le sucede al que ha nacido del Espíritu.» (Jn 3, 8) 3. ¿Cómo podemos aplicar algunos de estos signos a nuestra relación con el Espíritu Santo? El viento y el fuego, por ejemplo. El viento puede mover grandes embarcaciones de vela, pero para que pueda el viento actuar, las velas tienen que estar desplegadas. El fuego puede generar calor e iluminación, pero se necesita trabajar para que pueda servirnos de energía. Debemos, entonces, abrir las velas de nuestra alma al Espíritu Santo, para experimentar el poder de Dios. Debemos abrir nuestros corazones y nuestras vidas a la luz del Espíritu Santo. Hacemos esto con la oración. La oración abre las velas de nuestra alma para recibir todo lo que el Espíritu Santo nos quiere dar. La oración nos hacer perceptivos y dóciles a las inspiraciones del Espíritu Santo, que suelen ser muy sutiles y suaves. Y hay que estar apartados del ruido para poder conocerlas. La oración, además, nos capacita para hacer lo que no podríamos hacer por nosotros mismos, porque estamos abriendo nuestra alma al fuego del Espíritu Santo. Fíjense como los Apóstoles, tan pecadores y débiles como nosotros pudieron hacer una cosa imposible de hacer por ellos mismos: llevar el mensaje de Cristo a todos los rincones de la tierra. 4. ¿Qué significa que el Espíritu «habló por los Profetas»? (CIC-C #140) Durante el tiempo del Antiguo Testamento, Dios escogió hombres y mujeres que se dejaban usar por El para consolar, guiar y exhortar a su Pueblo. Y el Espíritu Santo hablaba a través de ellos. Isaías, Jeremías, Ezequiel son algunos de los Profetas, pero hay muchos más. Con el término «Profetas» se entiende a cuantos fueron inspirados por el Espíritu Santo para hablar en nombre de Dios. 5. ¿Cuál es el último Profeta del Antiguo Testamento y cómo actuó el Espíritu Santo en él? Aunque aparece reseñado en el libro del Nuevo Testamento, San Juan Bautista es el último de los Profetas del Antiguo Testamento, porque habló antes de Cristo. El Espíritu Santo actuó en él para que fuera el Precursor del Mesías, preparando el camino antes de que Jesús iniciara su predicación. 6. ¿Cómo pudo actuar el Espíritu Santo en la Santísima Virgen María? Lo más importante fue que María es Madre de Dios por obra del Espíritu Santo. La Virgen María estaba totalmente abierta a Dios y así hizo posible que el Espíritu Santo actuara en ella realizando el Milagro de los milagros: la Encarnación de Dios. Dios tomó cuerpo humano y vida humana como la nuestra por la acción del Espíritu Santo en la Santísima Virgen María.
7. ¿Por qué se habla del Espíritu Santo y Pentecostés? ¿Por qué al nombrar Pentecostés ya sabemos que se está hablando del Espíritu Santo, si Pentecostés no significa Espíritu Santo? El Espíritu Santo descendió a los Apóstoles el día de Pentecostés. Pero… ¿qué era Pentecostés? ¿Qué significa la palabra Pentecostés? Pentecostés significa cincuenta. Era una fiesta del Pueblo Judío muy importante. Conmemoraban la entrega de las Tablas de la Ley en el Sinaí, la cual había sucedido precisamente 50 días después del Éxodo de Egipto. Se celebraba precisamente 50 días después de la Pascua que era la conmemoración de la salida de Egipto. El año de la Pasión, Muerte, Resurrección y Ascensión de Cristo, 50 días después de la Resurrección (también 50 días después de la Pascua judía) y 10 días después de la Ascensión, Jerusalén estaba repleto de peregrinos judíos de todas partes del mundo conocido, que habían venido a celebrar la Fiesta de Pentecostés (celebración de la Alianza en el Sinaí). Y Dios escoge ese preciso día para enviar su Espíritu, el Espíritu Santo a la Iglesia que Jesús dejó fundada. 8. ¿Cómo fue ese día de Pentecostés y qué sucedió? Estando reunidos los Apóstoles, discípulos y también la Santísima Virgen María, viene el Espíritu Santo. El sitio donde estaban reunidos se llenó de un viento que sonaba como trueno (tal vez algo parecido al sonido de un jet de nuestros días) y los Apóstoles quedan llenos del Espíritu Santo que se manifestó en forma de lenguas de fuego.
Antes de Pentecostés vemos a los Apóstoles temerosos y tímidos, torpes para comprender las Escrituras y las enseñanzas de Jesús. Pero luego de recibir el Espíritu Santo en Pentecostés, cambiaron totalmente: se lanzaron a predicar sin ningún temor y llenos de sabiduría divina, se les soltaron las lenguas con un nuevo poder de lenguaje dado por el Espíritu Santo, llamando a todos a la conversión, bautizando a los que acogían el mensaje de Jesucristo Salvador. Forman discípulos y comunidades, asisten a los necesitados... sufren persecuciones, llegando hasta el martirio. ¿Cómo pudo suceder toda esta trasformación? El protagonista de ese cambio tan radical fue el Espíritu Santo. Pero ¿cuál era la actividad principal de los Apóstoles antes de Pentecostés? “Todos ellos perseveraban en la oración con un mismo espíritu... en compañía de María, la Madre de Jesús ... Acudían diariamente al Templo con mucho entusiasmo” (Hech. 1, 12-14 y 2, 46). El secreto del Espíritu Santo, el secreto de la acción del Espíritu Santo en nosotros y a través de nosotros está en la oración: oración perseverante, frecuente, con entusiasmo, con la Santísima Virgen María. ¡Ven, Espíritu Santo! 9. ¿Qué hace el Espíritu Santo en la Iglesia? (CIC-C#145) El Espíritu Santo edifica, anima y santifica a la Iglesia… Llama a las personas para que sirvan a Dios y les da los dones que necesitan para esto, los organiza en sus respectivas funciones, para que todos den «el fruto del Espíritu». Debido a que la Iglesia está formada por pecadores que somos todos, Sacerdotes y laicos, nuestros pecados y deficiencias hacen parecer que la Iglesia está como abandonada, pero el Espíritu Santo siempre está actuando en su Iglesia. El solo hecho de que, a pesar de todas las fallas personales de los católicos, la Iglesia sigue en pie desde hace 2000 años, es una señal de que el Espíritu Santo es Quien la sostiene. El Espíritu Santo es Quien actúa en los Sacramentos de la Iglesia Católica para darnos todas las gracias que recibimos en cada uno de los Sacramentos. 10. ¿Qué son los Carismas y para qué sirven? Los Carismas son dones extraordinarios que el Espíritu Santo derrama en la Iglesia, para el bien de la Iglesia y de las personas, para las necesidades del mundo y para reavivar la fe en medio de las diferentes comunidades eclesiales. Nos dice el Concilio Vaticano II que hay Carismas institucionales (LG 2,12) y extraordinarios- que son “Regalos” de servicio dado a algunos para su ejercicio en bien de la humanidad, para despertar la fe entre los hombres y para la edificación y el funcionamiento de la Iglesia (AA 1-3). San Pablo lista los carismas en cuatro puntos diferentes en sus Cartas: Las listas contienen un total de 18 carismas diferentes. Mientras unos son dones para ejercer ciertos oficios dentro el funcionamiento de la Iglesia, hay otros que capacitan para ejercer ciertas actividades espirituales, y otros son definitivamente extraordinarios. Pero todos son obra del Espíritu Santo. Entre los Carismas Extraordinarios están Profecía, Sanación, Discernimiento de espíritus, hablar con Sabiduría, Mensaje en lenguas, Interpretación de lenguas, Milagros, Caridad. Los Carismas son dados para utilidad de la comunidad, pues su manifestación está dirigida hacia la edificación de la fe, como auxilio a la evangelización y como un servicio a los demás, tal como lo indica San Pablo y como nos lo recuerda el Concilio. 11. ¿Cómo actúa el Espíritu Santo en mi vida? El Espíritu Santo me va santificando, si dejo que El vaya haciendo esa labor de santificación y si hago todo lo que debo para ser santo. Jesús nos anunció que el Espíritu Santo sería nuestro Maestro, que nos recordaría todo lo que El nos había dicho y lo que no había podido decirnos: Aún tengo muchas cosas que decirles, pero es demasiado para ustedes por ahora. Y cuando venga Él, el Espíritu de la Verdad, los guiará en todos los caminos de la Verdad. (Jn 16 12-13a) El Espíritu Santo me hace receptivo a Dios, me enseña a orar y ora en mí. Es también Maestro de oración. Mientras más abiertos estamos al Espíritu Santo, más y mejor puede actuar en nosotros. Así devuelve a los bautizados la semejanza divina, perdida a causa del pecado (CIC-C ##145) para que en vez de que crezcan en nosotros las obras de la carne (fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, odios, discordia, celos, iras, rencillas, divisiones, disensiones, envidias, embriagueces, orgías y cosas semejantes –Gal 5, 19-21) puedan florecer en nosotros los frutos del Espíritu (amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí –Gal 5, 22-23) Por último, el Espíritu Santo, con todas sus gracias, dones, carismas, etc., me capacita para ayudar a los demás. 12. Cuando rezamos el Credo decimos que creemos en la Iglesia. ¿Qué significado tiene la palabra “iglesia”? La palabra “iglesia” viene del griego ekklesia, que significa asamblea. La Iglesia es el pueblo que Dios convoca y que reúne desde todos los rincones de la tierra y que, por el Bautismo y la Fe, forman parte de esa asamblea. 13. ¿Cuál es el origen y la consumación de la Iglesia? (CIC-C #149) Es decir: ¿De dónde proviene la Iglesia, cuál es su rumbo, cuál es su meta o su realización final? En cuanto a su origen, hay que tener claro que la Iglesia viene directamente de Dios. No es un invento de hombres, no fue fundada por seres humanos, sino por Dios mismo. Dios la fue preparando desde la Antigua Alianza con la elección del pueblo de Israel como pueblo escogido por Dios. Luego en la Nueva Alianza, fue fundada por las palabras y las acciones de Jesucristo, particularmente cuando le dijo a Pedro: Tú eres Pedro (o sea Piedra), y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia (Mt 16, 18). Cristo la hizo realidad sobretodo con su Muerte Redentora y su Resurrección. Se manifestó a las gentes en Pentecostés con la efusión del Espíritu Santo.Y llegará a su culminación en la gloria del cielo como la asamblea de todos los redimidos de la tierra (cf. Ap 14,4). Esta es su meta o realización final. 14. ¿Cuál es la misión de la Iglesia? (CIC-C #150) La misión de la Iglesia es hacer que el Reino de Dios, que ya comenzó con Jesús, germine y crezca en todo el mundo. Por eso, los que formamos parte de la Iglesia debemos hacer lo que Jesús indicó a sus Apóstoles: hacer discípulos de todas las naciones; es decir, tratar de que todos formen parte del Reino de Dios. 15. ¿Creen ustedes que la Iglesia es sólo una institución? La Iglesia no es sólo una institución: es más que todo un Misterio, pues es simultáneamente humana y divina. La Iglesia es Misterio pues es una realidad visible, pero a través de esa realidad visible actúa una realidad espiritual y divina. ¡Claro! Esa realidad invisible sólo se capta con los ojos de la Fe. 16. Pero ¿por qué tantas fallas dentro de la Iglesia, tantos escándalos? Justamente porque como parte de esa realidad visible estamos todos los seres humanos –Papas, Obispos, Sacerdotes, Religiosos, Religiosas y Laicos. Y todos, unos más, otros menos, somos pecadores. Esa unión inseparable de lo divino y lo humano en la Iglesia, de pecado y de gracia, es el Misterio de la Iglesia. Vista con los ojos de la Fe, la Iglesia, a pesar de todo, es Santa, porque su Fundador es Santo, y todos estamos llamados a la santidad. Y para ser santos, tenemos todos los recursos necesarios dentro de esa Iglesia que es Santa en su aspecto divino y pecadora en su aspecto humano. 17. Entonces ¿qué pensar y qué decir de las fallas dentro de la Iglesia? Jesús sabía que aquéllos que lo iban a representar iban a tener fallas y cometer pecados. Es por esa razón que nos aseguró que nos acompañaría hasta el final, porque íbamos a necesitar su presencia y ayuda, dadas nuestras debilidades. «Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de la historia.» (Mt 28, 19) Veamos: San Pedro, enseguida de ser nombrado el primer Papa, tuvo que ser confrontado por Jesús de esta manera: «¡Pasa detrás de Mí, Satanás!.» (Mt 16, 23), porque estaba viendo las cosas como los hombres y no como Dios. Luego lo negó tres veces. Pero, a pesar de estas fallas, Jesús no le quitó su función de dirigir su Iglesia, más bien lo ratificó y lo reforzó (cf. Jn 21, 15-18) Los Apóstoles se escondieron cuando Jesús fue arrestado y, sin embargo, se les apareció varias veces después de su Resurrección y los envió a predicar el Evangelio a todas las naciones (cf. Mt 28, 16-20) Apenas comenzando la Iglesia funcionar, comenzaron los problemas que existen aún hoy. Hubo engañadores e hipócritas, como Ananías y Safia (Hech 5, 1-11). Había quejas por faltas de justicia y caridad, en el trato con las viudas (Hech 6, 1). Algunos trataron de utilizar la religión para provecho personal, como Simón el Mago, que quiso comprar los carismas de los Apóstoles (Hech 8, 9-24). Hubo desacuerdos de doctrina, como cuando algunos insistían en que para ser cristianos debían circuncidarse (Hech 15). Hubo conflictos entre San Pablo y San Bernabé (Hech 15, 36-41). Hubo sermones que no convencieron a los oyentes, como le sucedió a San Pablo en el Aerópago (Hech 17, 22-34). Otros sermones hubo que dieron sueño a algunos (Hech 20, 7-12). Hubo cuestionamientos a los ingresos de los pastores, desorden en las reuniones litúrgicas, lujuria y escándalos, descuido de los pobres, como vemos en las correcciones que hace San Pablo a los Corintios (1 Cor 5 al 11). Son cosas que suceden igual que hoy en día, porque aún tratando de seguir a Cristo, quedamos cortos y fallamos. Sin embargo, a la Iglesia nunca le ha faltado la gracia de Dios y la respuesta correcta de muchos otros. Si ha habido mala gente en la Iglesia, también ha habido muchos héroes, como San Pablo recuenta en Hech 7. Si hubo pecado, hubo también santidad (Hech 2, 42-47). Si hubo egoísmo, también hubo generosidad, al poner en común todos sus bienes (Hech 4, 32-37). Si hubo veces cuando los seguidores de Jesús le fallaron, también hubo veces cuando fueron heroicos al anunciar el Evangelio, como San Pedro y San Juan al desobedecer al Sanedrín (Hech 4, 1-22). Así que en la Iglesia siempre ha habido buenas y malas personas, así como buenos y malos tiempos. Pero la historia de la Iglesia ha sido la historia de Cristo viviendo en y con nosotros, invitándonos a seguirlo fielmente, y llamándonos para darnos nuevas gracias cada vez que le fallamos. 18. ¿Qué significa que la Iglesia es Pueblo de Dios? ¿Qué importancia tiene este concepto? Todo aquél que teme a Dios y trata de vivir en justicia y hacer el bien es grato a los ojos de Dios. Sin embargo, quiso santificar y salvar a los hombres no individualmente y aislados, sin conexión entre sí, sino hacer de ellos un Pueblo para que le conociera de verdad y le sirviera con una vida santa. Eligió, pues, a Israel para pueblo suyo, hizo una Alianza con él y lo fue educando poco a poco. Le fue revelando su persona y su plan a lo largo de su historia y lo fue santificando. (CIC #781). Pero todo esto fue una preparación para lo que luego haría Jesucristo en la Nueva Alianza, al llamar a judíos (el antiguo Pueblo de Dios) y gentiles, para formar su Iglesia (nuevo Pueblo de Dios), habiéndonos redimido a todos con su Sangre y uniéndonos en su Espíritu. 19. Decimos que la Iglesia es el Pueblo de Dios. Cada pueblo tiene su identidad y sus características. ¿Cuáles son las características del Pueblo de Dios? (CIC # 782) En medio de todos los pueblos del mundo, hay uno muy distinto de todos los demás. Está sometido sólo a Dios. Trasciende todos los demás pueblos y naciones. Este pueblo, del que se llega a ser miembro mediante la fe en Cristo y el Bautismo, pues hay que nacer "del agua y del Espíritu" (Jn 3, 3-5), tiene por origen a Dios Padre, por cabeza a Jesucristo,por Santificador el Espíritu Santo, que habita en los corazones de los que viven en Gracia. Este Pueblo tiene por condición la dignidad y la libertad de los hijos de Dios, por ley el mandamiento nuevo del amor, por misión la de ser sal de la tierra y luz del mundo, por destino el Reino de Dios, ya iniciado en la Tierra. (CIC-C #154) Y curiosamente, los que de veras pertenecen al Pueblo de Dios, tarde o temprano, entran en conflicto con aquéllos que están en contra de Dios, que lo niegan o que no cumplen sus mandatos. 20. ¿Qué significa que la Iglesia es el Cuerpo de Cristo? Cuando Saulo, el futuro San Pablo, estaba persiguiendo cristianos, Jesús se le apareció en el camino a Damasco y lo interpeló: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” (Hech 9, 4). Con esta pregunta tan peculiar, San Pablo entendió la unidad entre Cristo y los cristianos, la cual expresó en algunas de sus Cartas. Para San Pablo Iglesia y Cuerpo de Cristo son la misma cosa.
Ustedes son el Cuerpo de Cristo y cada uno en su lugar es parte de él. (1 Cor 12, 27). Y Él es la cabeza del Cuerpo, es decir, de la Iglesia (Col 1, 18). Por eso nos dice el Catecismo: La comparación de la Iglesia con el cuerpo arroja un rayo de luz sobre la relación íntima entre la Iglesia y Cristo. No está solamente reunida en torno a El: siempre está unificada en El, en su Cuerpo. Tres aspectos de la Iglesia-Cuerpo de Cristo se han de resaltar más específicamente: la unidad de todos los miembros entre sí por su unión con Cristo; Cristo Cabeza del Cuerpo; la Iglesia, Esposa de Cristo. (CIC # 789) Jesucristo es la Cabeza de un Cuerpo que no se ve a simple vista. Por eso se llama Cuerpo Místico. Y todos nosotros somos los miembros de ese Cuerpo y estamos unidos entre sí de manera también invisible, mística, espiritual. Todos estamos unidos entre sí y todos estamos unidos a la Cabeza que es Cristo. Como estamos unidos entre nosotros, todo lo que hacemos bueno o malo repercute en los demás miembros de ese Cuerpo. Si duele una muela, todo el cuerpo se siente mal ¿no es así? Si hay un dolor o algo insano en alguna parte del cuerpo humano, todo lo demás queda afectado. Lo mismo como miembros del Cuerpo Místico de Cristo. Cuando alguien te pisa un pie, todo tu cuerpo lo siente. Igualmente en el Cuerpo que formamos todos con Cristo. Lo sienten todos los miembros y lo siente la Cabeza (Cristo). Asimismo, si tienes sed y alguien te da un vaso de agua, eso hace sentir bien a todo el cuerpo. Apliquemos eso al Cuerpo Místico. Lo siente todo el Cuerpo y lo registra la Cabeza también. ¿No? Pero… ¿qué sucede cuando un miembro queda separado del cuerpo? Al no recibir el influjo vital, se muere. Fíjense cuán serio es esto si lo aplicamos al Cuerpo Místico: el que se separa se muere...muerte espiritual. 21. ¿Por qué decimos que la Iglesia es la “Esposa de Cristo”? Jesucristo ama a su Iglesia, como un esposo a su novia. El se une para siempre a ella y da su vida por ella. Cualquiera que ha estado enamorado, tiene alguna idea de lo que es amor, ¿no? Jesús conoce este sentimiento y por eso se auto-denomina el Esposo, que corteja a su novia, da su vida por ella y desea celebrar su fiesta de amor, su Boda con ella, la Iglesia. Así anuncia el Apocalipsis esa Fiesta: Alegrémonos, regocijémonos démosle honor y gloria, porque han llegado las Bodas del Cordero. Su esposa se ha engalanado, la han vestido de lino fino, deslumbrante de blancura -el lino son las buenas acciones de los santos (Ap 19, 7-8) Cada uno de nosotros es Iglesia. Jesús busca el amor de cada uno de nosotros. Nos enamora, da su vida por nosotros. ¿Cómo le respondemos a ese Enamorado? ¿Lo dejamos entendiendo? ¿Le damos la espalda? ¿Lo dejamos esperando? ¿Le decimos que ahora no, tal vez después? ¿O le respondemos con el mismo amor con que El nos ama? ¿Y si le fallamos, le pedimos perdón y seguimos amándolo? ¿Cómo respondemos a Jesús?
|
||||
|
||||
|