¿Qué sucederá
después
del Jucicio Final?
El día del Juicio Final cerrará la existencia como la conocemos, cambiará
todo totalmente. Ya no habrá más Purgatorio, pues la etapa de purificación
habrá culminado y los purificados pasarán al Cielo, a la Jerusalén Celestial.
Entonces habrá solamente Cielo para los salvados e Infierno para los condenados.
San Agustín dice que después del Juicio la creación tomará una forma nueva y gloriosa, en consonancia con los
cuerpos gloriosos de los salvados.
La Sagrada Escritura nos habla de cielos
nuevos y tierra nueva como resultado de la transformación que
sucederá al final. Aunque algunos, como el Profeta Isaías (cf. Is.
65, 17), usan la palabra creación, los Teólogos están
de acuerdo de que en realidad no se trata de una verdadera creación, sino
que será un cambio tan radical que parecerá una creación nueva.
El mundo actual como lo conocemos será profundamente
purificado, transformado y renovado. Los cielos nuevos y tierra nueva
estarán adaptados, en forma desconocida e inimaginable para nosotros,
a nuestro nuevo estado de personas resucitadas en cuerpo y alma gloriosos,
quienes viviremos en este nuevo estado para el resto del tiempo. Y el
resto del tiempo será también transformado, pues ya no habrá
tiempo, sino eternidad.
San Pedro, el primer Papa, en su discurso ante
la muchedumbre que se había formado con motivo de la curación del tullido
de nacimiento, declaró que Jesús ha de permanecer en el cielo hasta
que llegue el momento de la restauración del mundo (Hech. 3, 21).
El mundo que conocemos será, entonces, transformado y como disuelto por
fuego o por algo muy parecido al fuego que nosotros conocemos.
Es lo que afirma el mismo San Pedro en su Primera
Carta:
Llegará el día del Señor como un ladrón.
Entonces los cielos se disolverán con gran ruido ... Los cielos incendiados
se disolverán y los elementos ardientes se derretirán. Nosotros esperamos
según la promesa de Dios, cielos nuevos y tierra nueva, un mundo en que
reinará la justicia. (1a. Pedro 3, 10-13).
San Juan completa esta visión de Pedro en el Apocalipsis:
Después tuve la visión del Cielo Nuevo
y la Tierra Nueva, pues el primer cielo y la primera tierra ya pasaron;
en cuanto al mar ya no existe. Entonces vi la Ciudad Santa, la Nueva Jerusalén
que bajaba del cielo, del lado de Dios, embellecida como una novia engalanada
en espera de su prometido. Oí una voz que clamaba desde el trono: Esta
es la morada de Dios entre los hombres: fijará desde ahora su morada en
medio de ellos y ellos serán su pueblo y él mismo será Dios-con-ellos.
Enjugará toda lágrima de sus ojos y ya no existirá ni muerte, ni duelo,
ni gemidos, ni penas porque todo lo anterior ha pasado. ... De la
Ciudad Santa, Jerusalén, irradiaba la Gloria de Dios. Su resplandor era
el de una piedra preciosísima y su color se parecía al del jaspe destellante
de luz. ... No vi templo alguno en la Ciudad, porque el Señor Dios, el
Dueño del universo, es su Templo, lo mismo que el Cordero. No necesita
ni de luz del sol, ni de la luna, porque la Gloria de Dios la ilumina
y su lámpara es el Cordero ... Sus puertas permanecerán abiertas todo
el día, ya que allí no hay noche. (Ap. 21)
Así será la Vida Eterna en la Jerusalén Celestial,
en que moraremos con Dios y en Dios, y Dios morará con nosotros, en lo
que será la felicidad perfecta y eterna ... para siempre, siempre, siempre.
(Esta Pregunta de la Semana ha sido
tomada del libro "Espero la Vida del mundo futuro", Isabel
Vidal de Tenreiro, Ediciones Trípode)
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