La existencia del purgatorio es una doctrina firme del catolicismo. En ella se muestra la compasión, la justicia y el sentido común de Dios. Sin embargo, da la sensación que está cayendo en el olvido, por la práctica. Siempre se ha enseñado que hay un lugar o estado después de la muerte donde la gente se purifica. Ese lugar se llama purgatorio, que viene de la palabra en latín que quiere decir purificar. Y está fundamentado en la Biblia y por visiones posteriores que lo reafirman. Es un estado transitorio para aquellos que murieron en gracia de Dios y tienen segura su salvación, pero que no están absolutamente limpios de sus pecados. En el cielo entra sólo lo puro y por tanto debemos llegar a la santidad para entrar en la gloria eterna. Cómo Dios nos ama con un amor infinito y quiere que estemos con Él toda la eternidad, no nos condena al infierno por pequeños pecados. Entonces nos pide que terminemos de purificarnos antes de estar con Él. Esta es una doctrina que los santos creyeron sin reservas. E incluso la mayoría de ellos supusieron que necesitarían ser purificados después de su muerte antes de llegar al cielo. Y además revelaron, en el mismo sentido que la escritura, que nuestras oraciones y sacrificios pueden ayudar a las almas del purgatorio en este proceso de purificación, haciéndoles más corta su estancia allí. La doctrina del purgatorio, es compasiva y de sentido común, sin embargo, parece que está cayendo en el olvido dentro de los católicos. Resulta muy común oír decir que cuando una persona muere, ya está automáticamente junto al Señor. Y también es común que se predique desde el púlpito lo mismo. Esto no es compasivo, porque frena las oraciones que podrían hacer sus amigos y familiares para que las personas salgan rápidamente del purgatorio si estuviera allí. Además, no está dentro de la tradición católica, sino que es claramente protestante, porque los protestantes no creen que el purgatorio exista. ¿Pero será solamente la influencia protestante? ¿CONTAMINACIÓN PROTESTANTE O HEREJÍA UNIVERSALISTA? La doctrina calvinista, adoptada por la mayoría de los protestantes, dice que tan pronto como una persona muere va al cielo o bien al infierno. No hay purgatorio como etapa intermedia de purificación. Esta es una mala interpretación de las expresiones de San Pablo de 2 Corintios 5, 8 donde en realidad expresa la esperanza de estar con el Señor luego de la muerte y no la certeza. Una buena parte de las posiciones católicas actuales está siendo contaminada por el protestantismo, pero también por la herejía del universalismo. El universalismo sostiene que todos serán salvados, que nadie será condenado al infierno. Y el semi universalismo sostiene lo mismo, pero no como una certeza sino cómo una esperanza, o sea que espera que nadie vaya al infierno y que todos se salven. Es decir, lo mismo, pero más edulcorado para que no lo tilden de hereje. Esto va de la mano con la creencia de que el infierno no existe o que si existe está vacío, porque Dios nunca condenaría a nadie a vivir para siempre en la condena eterna. Se trata más de un sentimiento, que del análisis bíblico de la tradición y del magisterio de la Iglesia. El sentimiento es, que no se pueden imaginar, que aún los más grandes pecadores deban pasar la eternidad castigados. También hay otra herejía que sostiene que el infierno está vacío, porque las almas de los condenados inmediatamente son aniquiladas, esto se llama aniquilacionismo. Todas estas herejías que estamos mencionando, apuntan a una deriva complaciente y sentimental del catolicismo, basado en el concepto del hipermisericordismo de Dios y la minimización de su aspecto de impartir justicia. En este proceso llegamos al olvido del purgatorio. Como no se puede concebir o decir que una persona está en el infierno, entonces se dice que está en el cielo. Esto es lo que justifica que cada vez haya menos misas de réquiem. Y que los sacerdotes recuerden a los difuntos diciendo que ya están en el cielo, obviando que quizás no estuvieran listos para ser conducidos ante la presencia eterna de Dios y moren en el purgatorio por un tiempo que pudiera ser muy largo. Esta amabilidad de los sacerdotes, como dijimos, causa el daño irreparable de que amigos y familiares no oren con la perseverancia necesaria, para el caso en que el difunto estuviera en el purgatorio. Porque por otro lado la mayoría de los santos han considerado que son muy pocos los que van directo al cielo, la mayoría llega allí con una escala intermedia en el purgatorio. Pero, además, algunos sacerdotes y religiosos se han contaminado con el espíritu del Concilio Vaticano II y se les oye decir que el purgatorio ya no existe más a partir del Concilio, lo que es claramente falso. El Concilio Vaticano II profesó la fe en el purgatorio diciendo: “Este Sagrado Concilio recibe con gran piedad la venerable fe de nuestros hermanos que se hallan en la gloria celeste o que aún están purificándose después de la muerte”. LA CREENCIA CATÓLICA El numeral 1030 del Catecismo de la Iglesia Católica dice que todos los que mueren en gracia de Dios, pero que están imperfectamente purificados, son sometidos a una purificación para alcanzar su santidad y entrar en el cielo. Ellos están seguros de que han sido salvados, pero todavía no han llegado al cielo. Esta doctrina de fe fue formulada en los Concilios de Florencia y de Trento y nunca derogada. O sea que, solamente los que están en pecado mortal cuando mueren no llegan al cielo y los otros posiblemente tengan una estadía de purificación en el purgatorio. El purgatorio para el catolicismo no es un tercer lugar permanente, sino una especie de antecámara del cielo donde las personas se limpian de sus impurezas. Porque en el Apocalipsis 21, 27 se dice que nada impuro entrará al cielo. De modo que por un lado deberían estar alegres porque están seguros de su salvación eterna, pero por otro lado están tristes porque aún no tienen la visión beatífica de Dios, que es la peor de las restricciones. Pensemos que Dios creó a los hombres para vivir la eternidad con Él, pero la inmensa mayoría ha pecado, y algunos lo han hecho de tal forma que sus manchas son indelebles. Mientras que otros tienen manchas que necesitan ser removidas para poder llegar al cielo. Todos hemos sido salvados por la sangre de Jesucristo, pero algunos han usado su libre albedrío para confrontarse con Él y negarlo y blasfemarlo. Y otros no han llegado a tanto en la confrontación, pero no han alcanzado la santidad en la tierra; son estos los destinados a pasar un tiempo en el purgatorio. Además, como todos somos parte del cuerpo místico de Jesucristo, Dios ha querido que nos ayudemos unos a los otros, y una ayuda son las oraciones que la Iglesia peregrinante hace en la Tierra para asistir a la Iglesia que se purifica en el purgatorio. Como vemos esta doctrina es compasiva y de sentido común. Compasiva porque permite que aquellos que no están purificados y no hayan alcanzado la santidad lo hagan en un pasaje intermedio de purificación. Y es de sentido común porque basta mirar lo que sucede en el mundo, para darse cuenta que la mayoría de los hombres no está en condiciones de ir directamente al cielo, porque allí entra solamente lo que es Santo. Por otro lado, podemos constatar que la mayoría de los hombres tampoco tienen pecados tan pesados como para ser condenados al castigo eterno. Pensándolo de esta forma cómo lo hace la Iglesia Católica entonces las expresiones de que los difuntos ya están en el cielo cuando mueren no está en línea con la doctrina oficial. Es entendible que los sacerdotes quieran consolar y ser amables con los familiares del difunto. Pero lo que estaría realmente alineado con la doctrina católica no es dar gracias a Dios porque el difunto ya está en el cielo, sino dar gracias a Dios por la vida del difunto y por las oraciones de sus seres queridos que lo guiarán hacia la felicidad eterna. De esta forma se cumplen 2 objetivos. Por un lado, se es estrictamente fiel a la concepción católica del purgatorio y por otro lado se sensibiliza a los seres queridos del difunto para que oren por él, aún después de muerto. Los protestantes dicen que la doctrina del purgatorio no es bíblica porque no se menciona la palabra purgatorio en las escrituras. Sin embargo, tampoco se menciona en las escrituras la palabra Santísima Trinidad, pero ellos sí creen en el Dios uno y trino. DÓNDE ESTÁ EL PURGATORIO La doctrina del purgatorio se encuentra fundamentada en varios lugares de la Biblia. 2 Macabeos 12, 43-46, da por supuesto la existencia de una purificación después de la muerte, porque Judas Macabeo ofreció un sacrificio por los muertos para que fuesen perdonados de sus pecados. Aunque los protestantes no reconocen este libro porque Lutero lo quitó del Canon bíblico, aunque Hebreos 11, 35 referencia a este libro. En el Nuevo Testamento se puede encontrar una mención clara al purgatorio en Lucas 12, 58-59, cuándo recomienda arreglar las diferencias con la otra persona antes de llegar al juez, no sea que te condenen y no salgas del lugar de la condena hasta que hayas pagado el último céntimo. Cómo se ve este pasaje hace referencia a un castigo temporal y no eterno como es el infierno. Otra mención la encontramos en 1 Corintios 3, 12-13, en que San Pablo dice que el día del juicio Dios purificará la obra de cada uno en el fuego. Y si la obra resiste al fuego será premiado, pero si se convierte en cenizas tendrá que pagar, pero se salvará como quien pasa por el fuego. También en este caso está hablando de un castigo temporal que difiere del eterno. Hay varios pasajes más, pero estos que hemos mencionado son los más referidos. En estos pasajes queda claro que luego de la muerte hay una exigencia de que el difunto sea purificado por el fuego y luego de esto viene la recompensa. La recompensa no es el infierno porque no la hay ahí, sino que es el cielo. Y por el fuego se pasa en el momento que sucede entre la muerte y la llegada al cielo; a este lugar los católicos le llaman purgatorio. Además de esto, los padres y doctores de la Iglesia y los santos han hablado sobre el purgatorio en el mismo sentido. Por ejemplo: San Agustín decía que su madre Santa Mónica lo único que le pidió al morir fue que no se olvidarán de ofrecer oraciones por su alma. Y San Gregorio Magno fue quien reforzó más esta doctrina a través de las misas gregorianas, qué son 30 misas por el alma de un difunto, que se le ocurrió cuándo un difunto se le apareció para dar gracias por su liberación del purgatorio. Incluso en otra oportunidad sus ayudantes dicen que quedó paralizado en una misa cuándo elevó la hostia, y vio en ese momento a un grupo de almas del purgatorio. Tomado de: https://www.forosdelavirgen.org/3739/que-es-el-purgatorio/ |
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