Cómo ser salvo?

SEÑALES EN EL CAMINO
DE SALVACIÓN

7ª Señal
Amor a la Sagrada Eucaristía

Cómo mejorar nuestra devoción

11.    ¿Cuáles son algunas partes de la Misa que debemos considerar para mejorar nuestra devoción durante la Santa Misa?

LA SEÑAL DE LA CRUZ:

Al comienzo de la Misa, antes de la lectura del Evangelio y al final de la Misa, tendemos a pasar por alto la llamada Señal del Cristiano.  Pero ésta encierra mucho significado y un gran poder.

San Cipriano de Cartago (siglo III):  “En la señal de la Cruz está toda virtud y poder … En la señal de la Cruz está la salvación para todos aquéllos marcados en sus frentes”, en una clara referencia a estos versículos de la Biblia:

"Recorre Jerusalén, marca con una cruz en la frente a los hombres que se lamentan y que gimen por todas esas prácticas escandalosas que se realizan en esta ciudad  … Recorran la ciudad detrás de él y maten. No perdonen a nadie, que su ojo no tenga piedad.  Pero no tocarán a los que tienen la cruz. ( Ez. 9, 4-6) 

«No hagan daño a la tierra ni al mar ni a los árboles hasta que marquemos con el sello la frente de los servidores de nuestro Dios.» (Ap 7, 3)

El Cordero estaba de pie sobre el monte Sión y lo rodeaban ciento cuarenta y cuatro mil personas, que llevaban escrito en la frente el nombre del Cordero y el nombre de su Padre. (Ap 14, 1)

San Atanasio (siglo IV) declaraba:  “Por el signo de la Cruz toda magia cesa y toda brujería se vuelve nada”.  Es decir, a Satanás se le acaba el poder ante la Cruz de Cristo.

La Señal de la Cruz es el gesto más profundo y de mayor contenido que podemos hacer.  Veamos todo lo que contiene:

Es el Evangelio en un instante.  La Fe cristiana resumida en un solo gesto.  Renovamos la alianza que comenzó con las promesas de nuestro Bautismo.  Con las palabras “En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”, proclamamos nuestra fe en la Santísima Trinidad, y con nuestra mano proclamamos la fe en la Redención de Cristo.

Es decir:  la Trinidad, la Encarnación, la Redención –el Credo completo- en un breve gesto.

En las tradiciones católicas orientales, este signo es más rico aún, porque se sostienen juntos los tres primeros dedos (pulgar, índice y medio), para significar la Trinidad.

LITURGIA PENITENCIAL:

En los juicios cuando hay un culpable, hay siempre un acusador.  Una de las bellezas de la Liturgia Penitencial es que nos reconocemos culpables, pero nadie nos acusa.  “Yo confieso ante Dios Todopoderoso y ante ustedes hermanos que he pecado…”.

No podemos negar que hemos pecado, porque seríamos mentirosos (cf. 1 Jn. 1, 9).  Y aún el justo peca siete veces al día (cf. Prov. 24, 16).  No podemos exceptuarnos y hasta nuestras faltas pequeñas resultan materia grande, porque ofenden a Dios, cuya grandeza es infinita.

Así que en la Misa nos declaramos culpables y ¿qué hacemos después?  Nos lanzamos en los brazos de la Misericordia Divina con el Kyrie:  “Señor, ten piedad.  Cristo, ten piedad.  Señor, ten piedad”.

GLORIA:

Con el Gloria nos unimos a los Coros Angélicos que cantaron ese himno en el Nacimiento de Jesús:  “Gloria a Dios en el Cielo…” (Lc. 2, 14).  Y en las líneas siguientes alabamos a la Santísima Trinidad, nos unimos a los Ángeles que cantan la Liturgia Celestial perenne y que recoge el Apocalipsis (15, 3-4).

OFERTORIO:

Con el Ofertorio comienza la LITURGIA EUCARISTICA.  Y el Ofertorio suele pasar casi inadvertido, entre el movimiento de la colecta y el canto.  Pero es un momento importantísimo, tal vez el de mayor participación nuestra:  es el momento de ofrecernos nosotros, con todo lo que somos y tenemos.  Y esa ofrenda, que está representada en el pan y en el vino, luego nos la regresa el Señor transformada en El mismo.

El Sacerdote hace esto evidente por las palabras que debe decir al verter vino y una gotita de agua en el Cáliz:  “Que por el misterio de este agua y vino podamos participar de la Divinidad de Aquél que se dignó a participar de nuestra humanidad”.

Esta acción que pasa desapercibida es de un simbolismo determinante:  representa “la unión hipostática”, es decir, la perfecta unión de la divinidad y humanidad de Cristo.  Pero representa también la unión de nuestra ofrenda con la ofrenda perfecta de Cristo en la Cruz y en cada Misa.

AGNUS DEI:

El Cordero de Dios recuerda la Cena Pascual de la Antigua Alianza en la que se sacrificaba un cordero.  Y recuerda la Ultima Cena, en la que Cristo se convierte en el nuevo Cordero sacrificado en la Cruz.  Ya no se vierte sangre de animales, sino la sangre del mismo Cristo para sellar la Nueva Alianza.  (“Este es el Cáliz de mi Sangre, Sangre de la Alianza Nueva y Eterna, que será derramada por vosotros y por muchos para el perdón de los pecados”).

PRESENTACION DE LA HOSTIA CONSAGRADA:

Unos momentos después el Sacerdote levanta la Hostia Consagrada, es decir, muestra al Cordero como aparece en el Apocalipsis:  “de pie, aunque había sido sacrificado”  (Ap. 5, 6).  Y dice:  “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Jn. 1, 36), repitiendo las palabras que San Juan Bautista usó para mostrar a los Apóstoles el Mesías.

COMUNION:

Entonces, después de declararnos indignos de recibir al Señor, repitiendo las palabras del centurión romano:  “Yo no soy digno de que entres en mi casa …” (Mt. 8, 8), nos disponemos a recibir ¡a Dios!  -a Jesús Dios y Hombre verdadero.

Para aprovechar mejor las gracias eucarísticas, debemos percatarnos de que la Comunión no consiste solamente en que recibimos la Hostia Consagrada, sino en que recibimos ¡una Persona! ¡que es Dios! Y esa Persona-Dios quiere unirse íntimamente con quien lo recibe.  Esta toma de conciencia debiera suscitar sentimientos de gran devoción. 

BENDICION FINAL Y ENVIO:

Después de la bendición final, se da una frase de despedida, que más que despedida es de envío.  El original en latín es:  Ite Missa est.

Misa viene del latín missio (envío).  De allí la palabra misionero.   Los presentes en la Misa son enviados a misionar, a vivir y practicar lo que han recibido en la Palabra de Dios, en los misterios celebrados y en la Sagrada Comunión, nuestro alimento espiritual para la jornada.

 

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