SEÑALES EN EL CAMINO 7ª Señal ¿Siempre se realiza 18. Pero … ¿siempre se realiza la “comunión”? Hay que recordar que al comulgar, no sólo recibimos al Señor, sino que entramos en comunión con El. La finalidad de la Comunión, como su nombre lo indica, es la unión: unión con Jesús, pero también con el Padre y con el Espíritu Santo. Recibimos al Hijo, pero nos unimos a la Santísima Trinidad. La unión con Cristo o Comunión es posible sólo si al recibirlo lo hacemos con las debidas disposiciones. Si no tenemos las actitudes correctas de fe y de deseo de imitar a Cristo en todo, no se realiza la “comunión”. Recibimos a Cristo con nuestra boca. Pero eso no basta, pues tenemos que unirnos a El en el pensamiento, en el sentir, en la voluntad; con nuestro cuerpo, con nuestra alma (entendimiento y voluntad) y con nuestro corazón. Recibimos a Jesús y con El, su forma de ser, de pensar, de actuar, para poder ser como El, vivir como El. La Comunión bien recibida nos va transformando en Cristo. Bien claro pone esto la Liturgia de la Iglesia en la oración después de la Comunión el Domingo 24 del Tiempo Ordinario: “La gracia de esta comunión, Señor, penetre en nuestro cuerpo y en nuestro espíritu, para que sea su fuerza, no nuestro sentimiento, lo que mueva nuestra vida”. Siendo así, nuestra vida humana podrá entonces participar de su Vida Divina, de manera que sea El y no nuestro “yo” el principio que guíe nuestra existencia y nos conduzca por la travesía que nos lleva a la Vida Eterna. Esto es importante, porque la finalidad de la Eucaristía es la Comunión (de allí este nombre). Y se trata de la unión de Jesucristo con cada uno de nosotros y la unión entre nosotros, porque todos estamos unidos a El y El nos une a todos en su Cuerpo Místico.
Hay condiciones interiores, profundas, que están sobreentendidas, pero que a veces pasamos por alto al recibir la Sagrada Comunión: · FE en la presencia real de Cristo en la Eucaristía · CONFIANZA plena en Dios La consecuencia de la Fe es la confianza. Fe y confianza en Dios son como dos caras de una misma moneda: no hay fe sin confianza y viceversa. · ABANDONO Y ENTREGA TOTAL A DIOS Al tener plena confianza en Cristo, podemos entregarnos a El sin reservas, totalmente, a todo lo que El tenga dispuesto. Estas disposiciones fundamentales de parte nuestra permiten que haya “común-unión” o Comunión: unión de Cristo con nosotros. Pero cuando no hay estas debidas disposiciones, no sucede así. De allí que haya muchas almas que, aun comulgando frecuentemente, progresen tan poco en santidad. Al no encontrar Cristo la docilidad espiritual requerida, no puede derramar todas las gracias dispuestas en el Sacramento de la Eucaristía.
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