SEÑALES EN EL CAMINO 7ª Señal Relación entre 7. ¿Qué relación hay entre lo sucedido el Jueves Santo y lo sucedido el Viernes Santo? Jesús instituyó el Santo Sacrificio de la Misa el Jueves Santo. Allí con los Apóstoles anunció su Sacrificio en la Cruz el Viernes Santo. De esta forma el Sacrificio de la Misa se convierte en la continuación y reactualización del Sacrificio de la Cruz. El teólogo bíblico Scott Hahn sostiene en su libro Consuming the Word (Consumiendo la Palabra) que, de no ser así, la muerte horrible de Jesús en el Calvario no hubiera pasado de ser una de tantas otras ejecuciones romanas. Dice que Jesús no fue una víctima casual de la injusticia romana, sino una Víctima del amor generoso de Dios. Por eso es que Jesús decía que a El no le quitaban la vida, sino que El la daba. Y sostiene que es por eso que la Última Cena del Jueves Santo es lo que transforma el injusto crimen del Viernes Santo en un Sacrificio. Por eso es que la Última Cena no fue sólo una comida o una celebración. Más aún, comenta Scott Hahn, si lo instituido el Jueves Santo es lo que transforma el Viernes Santo en un Sacrificio, su Resurrección el Domingo de Pascua es lo que transforma el Sacrificio en un Sacramento, porque lo que recibimos en la Sagrada Comunión es el Cuerpo de Cristo Resucitado en gloria. El significado de la presencia real de Jesucristo en la Hostia Consagrada y el sentido del sacrificio de Cristo en la Cruz está expuesto de manera elocuente en “La Pasión” de Mel Gibson. En este filme vemos que, al llegar Jesús al Gólgota, soltando la cruz, mira al cielo. Enseguida cambia la escena a la Ultima Cena cuando le son presentados a Jesús los panes cubiertos con un paño. De inmediato volvemos al Calvario y vemos a Cristo siendo despojado de sus vestiduras. ¡El Cuerpo desnudo del Calvario es el mismo Cuerpo del Pan de la Cena: Corpus Christi! Ya crucificado, antes de ser levantada la Cruz, la película nos traslada al preciso momento de la institución de la Eucaristía. Jesús toma el pan en la mano, lo parte y dice: “Tomen y coman todos de él, porque este es mi Cuerpo que será entregado por ustedes.” Ya su Cuerpo, el mismo que nos había ofrecido en la Ultima Cena –el mismo que nos ofrece en cada Eucaristía- estaba siendo entregado en la cruz. Luego, mientras la Cruz es levantada, vemos mucha sangre manar del cuerpo de Cristo, y enseguida aparece el flashback de Jesús con el cáliz de vino entre sus manos. Toma un sorbo y dice: “Tomen y beban. Este es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la Alianza Nueva y Eterna, que será derramada por vosotros y por muchos para el perdón de los pecados. Hagan esto en memoria mía”. Y en ese momento se ve a Juan tomando el vino. Luego se vuelve a la crucifixión, y Jesús sangra aún más. Tal como lo anunció al presentar el Cáliz en la Ultima Cena: su Sangre es derramada por nosotros para perdonar nuestros pecados; su Cuerpo es entregado por nosotros. Y ese Cuerpo y esa Sangre -los mismos de la Cruz- son el Pan y el Vino consagrados, cuando el Sacerdote pronuncia las mismas palabras de Cristo en la Ultima Cena. ¡Misterio inefable! ¡Misterio de nuestra Fe! Por eso se nos dice después de la Consagración: ¡Este es el Misterio de nuestra Fe! El misterio del Cuerpo y la Sangre de Cristo es un misterio de Amor. Es el Regalo más grande que nos ha sido dado: Dios Padre nos entrega a su Hijo para redimirnos del pecado, para pagar nuestro rescate. ¡Y qué precio para rescatarnos! La Vida de Jesucristo, el Cordero de Dios, entregada en la Cruz. Y esa entrega del Hijo de Dios por nosotros los seres humanos, se reactualiza en cada Eucaristía. Así, en cada Santa Misa celebrada en cualquier parte del mundo tenemos su Presencia Real y Viva en medio de nosotros, para reconocerlo y adorarlo en la Hostia Consagrada, y para ser alimento de nuestra vida espiritual cuando lo recibimos en la Sagrada Comunión. ¡Qué regalo infinito! ¡Qué Regalo de Amor! . Entonces, ¿qué es lo más importante que sucede en la Santa Misa?Lo central de la Misa es esto: se hace presente el sacrificio de Cristo en la Cruz. En la Santa Misa se borran el tiempo y el espacio, aunque no nos demos cuenta. Y, cuando estamos en Misa, estamos en el Calvario y en la Ultima Cena y –como si fuera poco- estamos en el Cielo ¡celebrando la Liturgia Celestial!
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