Cómo ser salvo?

SEÑALES EN EL CAMINO
DE SALVACIÓN

9ª Señal
Amor, aprecio y obediencia
a la Iglesia


12.  ¿Cómo fundó Jesucristo
su única Iglesia?


Recordemos la escena en Cesarea de Filipo, cuando Jesús preguntó a sus Apóstoles, quién decía la gente que era El.  Algunos fueron dando respuesta a ésta, la primera “encuesta” sobre el cristianismo, que Jesús estafa formulando.

Pero, cuando Jesús pide a los Apóstoles que le digan qué creen ellos de El, San Pedro fue el primero en confesar la fe en que Jesús era Dios y era el Mesías:  “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.

Y en ese mismo momento Jesús le anunció que ya no se llamaría Simón, sino “Pedro” (roca-piedra) y que sobre él edificaría su Iglesia.

 Mt 16:
16. Pedro contestó: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo.»
17. Jesús le replicó: «Feliz eres, Simón Barjona, porque esto no te lo ha revelado la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los Cielos.
18. Y ahora Yo te digo: Tú eres Pedro (o sea Piedra), y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia; los poderes de la muerte jamás la podrán vencer.
19. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos: lo que ates en la tierra quedará atado en el Cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el Cielo.»

El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice al respecto:

La Iglesia fue fundada por las palabras y las obras de Jesucristo (#778).  El Señor Jesús comenzó su Iglesia con el anuncio de la Buena Noticia, es decir, con el anuncio de la llegada del Reino de Dios, el cual había sido prometido desde hacía siglos en la Sagrada Escritura (#763).  El germen y el comienzo de la Iglesia fue ‘el pequeño rebaño’ que Jesucristo reunió en torno suyo y del cual El mismo es su Pastor (#764).

Sin embargo el Señor Jesús también dotó a su Rebaño de una estructura, que permanecerá hasta el Fin de los Tiempos.  Esa estructura consiste en la elección de los Apóstoles, con Pedro a la cabeza.  Así, con sus actuaciones en la tierra, Cristo fue preparando y edificando su Iglesia. (CIC #765)

Y prometió a sus Sucesores, los Apóstoles, y a los sucesores de éstos, los Obispos y los Sacerdotes, que lo que decidieran aquí El lo aprobaría en el Cielo:  “Lo que ates en la tierra, quedará atado en el Cielo” (Mt. 16, 19),  y que para esto la Iglesia por El fundada tendría la asistencia del Espíritu Santo hasta el Fin de los Tiempos:  “Yo estoy con ustedes todos los días hasta que se termine este mundo” (Mt. 28, 20).

La Iglesia Católica enseña que, aunque otras religiones contienen verdades, la plenitud de lo que Dios ha revelado a la humanidad se encuentra en la religión Católica.  Y, aunque puede haber salvación en otras religiones, la plenitud de los medios de salvación está también en la Iglesia Católica.

.     ¿Cómo se construye y cómo funciona la Iglesia?

Jesucristo guía, construye y santifica su Iglesia a través del Espíritu Santo. 

El día de Pentecostés la Iglesia que Jesucristo había dejado fundada recibe el don del Espíritu Santo.  Es en ese momento cuando se manifestó públicamente la Iglesia de Cristo, dándose inicio la predicación de la Buena Noticia de Jesucristo a todos los pueblos, según El había instruido a sus discípulos.

Los Apóstoles y discípulos del Señor fueron predicando y construyendo la Iglesia en todo el mundo, bajo la autoridad de San Pedro, siendo su fundamento Cristo; es decir: la Cabeza Invisible es Jesucristo y la cabeza visible es Pedro, el primer Papa.  Y, después de éste, sus sucesores que son todos los Papas que han habido desde  San Pedro hasta nuestros días. 

En su Cabeza vemos el misterio de la Iglesia:  su realidad visible e invisible, la realidad humana y la realidad divina de la Iglesia de Jesucristo.

.     ¿Y los errores de la Iglesia y de los Obispos y Sacerdotes?

Sabemos que la Iglesia es un misterio, pues la Iglesia es a la vez realidad divina y realidad humana (CIC #771 y #779).

Aunque son pastores humanos, quienes gobiernan a la Iglesia -los cuales son capaces de pecar y de hecho pecan- con esa estructura que Cristo le dio, es Cristo mismo el que sin cesar guía a su Iglesia y es El mismo Quien la pastorea. (CIC #754)

Sin embargo la Iglesia no está libre de dificultades.  Recordemos las palabras de Cristo a Pedro:  “Tú eres Pedro y sobre esta piedra (roca) edificaré mi Iglesia y el poder del Infierno no la derrotará”.  (Mt 16, 18)" 

Estas palabras del Señor nos hacen presumir que la Iglesia iba a estar sometida a muchas pruebas y ataques durante su peregrinar aquí en la tierra.  Y así ha sido y seguirá siendo.  Pero tenemos la seguridad del Señor de que el poder del Mal no podrá vencer a su Iglesia.

Sin embargo, el triunfo de la Iglesia no pareciera que fuera ser una victoria histórica sino escatológica.  Al menos eso es lo que anuncia el Catecismo y es lo que va pareciendo:

“La Iglesia sólo entrará en la gloria del Reino a través de esta última Pascua en la que seguirá a su Señor en su muerte y su Resurrección (cf. Ap 19, 1-9).  El Reino no se realizará, por tanto, mediante un triunfo histórico de la Iglesia (cf. Ap 13, 8) en forma de un proceso creciente, sino por una victoria de Dios sobre el último desencadenamiento del mal (cf. Ap 20, 7-10) que hará descender desde el cielo a su Esposa (cf. Ap 21, 2-4).  El triunfo de Dios sobre la rebelión del mal tomará la forma de Juicio final (cf. Ap 20, 12) después de la última sacudida cósmica de este mundo que pasa (cf. 2 P 3, 12-13).” (CIC #677)

Mientras esperan y ansían la venida del día de Dios, en la que los cielos se desarmarán en el fuego y los elementos se derretirán por el calor. Mas nosotros esperamos, según la promesa de Dios, cielos nuevos y una tierra nueva en que reine la justicia. (2 Pe 3, 12-13)

En este párrafo el Catecismo está comentando algunas citas del Apocalipsis:

Ap 19:
7. Alegrémonos, regocijémonos démosle honor y gloria, porque han llegado las bodas del Cordero. Su esposa se ha engalanado,
8. la han vestido de lino fino, deslumbrante de blancura -el lino son las buenas acciones de los santos-.

Ap 21:
1. Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva, pues el primer cielo y la primera tierra habían desaparecido, y el mar no existe ya.
2. Y vi a la Ciudad Santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios, engalanada como una novia que se adorna para recibir a su esposo.
3. Y oí una voz que clamaba desde el trono: «Esta es la morada de Dios con los hombres; El habitará en medio de ellos; ellos serán su pueblo y El será Dios-con-ellos;
4. El enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte ni lamento, ni llanto ni pena, pues todo lo anterior ha pasado.»
5. Y el que está sentado en el trono dijo: «Ahora todo lo hago nuevo».

Jesús había dejado sobreentendido que la Iglesia tendría problemas, que sería atacada por el Enemigo de Dios y de la Iglesia.  Por eso nos aseguró al fundarla que las puertas del infierno no prevalecerían contra ella.   

La Iglesia no es perfecta aún, pues su realidad humana se mezcla con su realidad divina.  Ya Cristo lo había dicho cuando habló del trigo y la cizaña

Mt 13:
24. Jesús les propuso otra parábola: «Aquí tienen una figura del Reino de los Cielos. Un hombre sembró buena semilla en su campo,
25. pero mientras la gente estaba durmiendo, vino su enemigo, sembró malas hierbas en medio del trigo, y se fue.
26. Cuando el trigo creció y empezó a echar espigas, apareció también la maleza.
27. Entonces los trabajadores fueron a decirle al patrón: «Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, viene esa maleza?»
28. Respondió el patrón: «Eso es obra de un enemigo.» Los obreros le preguntaron: «¿Quieres que arranquemos la maleza?»
29. «No, dijo el patrón, pues al quitar la maleza, podrían arrancar también el trigo.
30. Déjenlos crecer juntos hasta la hora de la cosecha. Entonces diré a los segadores: Corten primero las malas hierbas, hagan fardos y arrójenlos al fuego. Después cosechen el trigo y guárdenlo en mis bodegas.»

Siendo los seres humanos débiles y pecadores, sus pecados se evidencian en la realidad humana de la Iglesia.  Así que la Iglesia fundada por Cristo es santa, porque su fundador es Santo.  Y es pecadora, porque sus miembros somos pecadores.

Pero veamos cuál es el meollo de los ataques a las fallas de la Iglesia o el resaltar los pecados de algunos pastores de la Iglesia: ¿puede decirse que porque hayan personas de la Iglesia que sean pecadoras, o porque pudieran haberse cometido excesos, la Iglesia Católica no es la Iglesia fundada por Cristo? 

He aquí la escondida intención al destacar las fallas de la Iglesia o  los pecados de algunos pastores de la Iglesia: que se pierda respeto en la Iglesia Católica, que es la Iglesia que Jesús mismo dejó establecida.

¿Que ha habido pecados en la Iglesia?         Sí.

¿Que por esto la Iglesia Católica no es la Iglesia fundada por Cristo?    No.

La Iglesia sólo será perfecta -nos dice el Catecismo #769- en la gloria del Cielo, cuando Cristo vuelva glorioso a establecer su Reinado definitivo, a establecer los Cielos nuevos y la tierra nueva: la Jerusalén Celestial; es decir, la morada de Dios en medio de los hombres.

Muchos de los que critican a la Iglesia lo hacen porque no se dan cuenta de su origen.  La Iglesia Católica no es una invención humana, como todas las demás religiones, grupos religiosos o sectas. 

La Iglesia es una institución de origen divino.  Jesucristo mismo la dejó instituida.  Por los Evangelios sabemos que después que Jesús ascendió al Cielo, los Apóstoles y discípulos no tuvieron que ponerse a ver y discutir cómo era que se iban a organizarse para cumplir la misión que el Señor les había encomendado, porque ya Jesús lo había dejado establecido al fundar su Iglesia sobre Pedro, la Roca, y prometer su asistencia permanente: «Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de la historia.» (Mt 28, 20).

El Catecismo es claro:  El Señor Jesús dotó a su comunidad de una estructura que permanecerá hasta la plena consumación del Reino. Ante todo está la elección de los Doce con Pedro como su Cabeza (cf. Mc 3, 14-15); puesto que representan a las doce tribus de Israel (cf. Mt 19, 28; Lc 22, 30), ellos son los cimientos de la nueva Jerusalén (cf. Ap 21, 12-14). Los Doce (cf. Mc 6, 7) y los otros discípulos (cf. Lc 10,1-2) participan en la misión de Cristo, en su poder, y también en su suerte (cf. Mt 10, 25; Jn 15, 20). Con todos estos actos, Cristo prepara y edifica su Iglesia.” (CIC-767)

Y este origen divino de la Iglesia queda claro al analizar bien las palabras de Jesús cuando funda su Iglesia:

Mt 16:
18. Y ahora Yo te digo: Tú eres Pedro (o sea Piedra), y sobre esta piedra (Yo) edificaré mi Iglesia; los poderes de la muerte jamás la podrán vencer.
19. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos: lo que ates en la tierra quedará atado en el Cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el Cielo.»

¿Quién es ese que dice Yo te digo, Yo edificaré mi Iglesia, Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos?

¡Es Dios mismo!  La fundación de la Iglesia es una acción divina.  La Iglesia no es una mera institución humana.

Un Monje Cisterciense del comienzo de la Edad Media, teólogo y filósofo, explicaba así el texto «Todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo y lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo».  Además insiste en cómo Cristo y la Iglesia son inseparables, no puede estar el Uno sin la otra y viceversa:

“Todo lo del Esposo y la esposa es común:   La Iglesia no puede por tanto restablecer nada sin Cristo; y Cristo no quiere restablecer nada sin la Iglesia. Cristo todopoderoso puede todo por sí mismo: bautizar, consagrar la Eucaristía, ordenar, perdonar los pecados, y el resto; pero, el Esposo humilde y fiel, no quiere hacer nada sin la esposa.  «Lo que Dios ha unido, que el hombre por tanto no lo separe»(Mt 19,6). «Este gran misterio, yo lo refiero a Cristo y a su Iglesia»(Ef 5,32)... Guárdate tú bien de separar la cabeza del cuerpo; no impidas que Cristo exista todo entero; pues Cristo no está jamás entero sin la Iglesia, y la Iglesia no puede ser sin Cristo. El Cristo total, integral, es cabeza y cuerpo.” -Isaac de Stella (1100-1171)

 

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