CONFESION 1. ¿Qué es el pecado? ¿Cuándo cometemos un pecado? Cometemos un pecado cuando no cumplimos alguno de los mandamientos que Dios nos ha dado. Pecar es faltar a la Ley de Dios.
Hay dos clases de pecado: pecado mortal y pecado venial.
Un pecado grave es un pecado mortal. Y se llama mortal, porque mata la Vida de Dios en el alma. El pecado mortal expulsa a Dios de nuestra alma. Pecados mortales son: no ir a Misa los domingos a propósito, robar una gran cantidad de dinero o alguna cosa de valor. Por supuesto, cometer un asesinato es gravísimo. Eso es pecado mortal.
Pecado venial es un pecado no grave. El pecado venial no expulsa a Dios de nuestra alma, no mata la Vida de Dios en nosotros. Por ejemplo, decir una mentira poco importante, no hacer las tareas o no ayudar en la casa. Esos son pecados veniales. Sin embargo, aunque el pecado venial no nos quita la Vida de Dios, sí la debilita. El pecado venial debilita nuestra alma y también ofende a Dios.
No. Debemos tratar de no cometer ningún tipo de pecado. Todo pecado ofende a Dios y lo pone triste.
Si hemos cometido algún pecado mortal, es indispensable confesarse con el Sacerdote. Podemos también confesar los pecados que no son graves. La Confesión nos ayuda a ser fuertes para no cometer ni pecados mortales, ni pecados veniales. Sin embargo, cuando no podemos confesarnos, los pecados veniales se borran con un buen arrepentimiento: diciéndole a Dios que estamos arrepentidos de haberlo ofendido y que queremos ser buenos y no volver a pecar. Pero si el pecado es mortal, tenemos que también arrepentirnos bien, pero para que quede perdonado hay que confesarlo al Sacerdote, para que nos absuelva de ese pecado grave.
Porque Jesús le dio el poder especial de perdonar los pecados a los Sacerdotes. En la Confesión le decimos nuestros pecados al Sacerdote. Eso es lo que Jesús quiere que hagamos. El quiere perdonarnos a través del Sacerdote. Debemos recordarnos que Jesús, que es Dios y que sabe todo, El conoce nuestros pecados y El oye cuando le decimos nuestros pecados al Sacerdote. Cuando confesamos nuestros pecados al Sacerdote, los estamos confesando a Jesús. Y es Jesús Quien nos perdona, pero al que oímos es al Sacerdote.
Debemos decir al Sacerdote todos los pecados que hemos cometido, especialmente los pecados mortales. No podemos esconderle ningún pecado a Jesús, porque El sabe todo. Pero El no nos va a reprender. Jesús está triste si estamos en pecado. Y se pone muy contento cuando nos arrepentimos y vamos a confesar. Le prometemos también que vamos a tratar de ser buenos y de no volver a cometer esos pecados. También podemos decirle a Jesús que lo amamos mucho y que no queremos volver a entristecerlo ni a ofenderlo con más pecados.
Tenemos que tratar de no volver a pecar. Pero Jesús sabe que somos débiles. Y por eso nos perdona siempre. Así que cada vez que pequemos, nos volvemos a arrepentir, le decimos a Jesús que no queremos ofenderlo más y que vamos a seguir tratando. Nos confesamos, recibimos la absolución del Sacerdote y cumplimos la penitencia que el Sacerdote nos diga.
Cada uno sabe más o menos las cosas que ha hecho que a Jesús no le gustan. Nada más pensar ¿qué he hecho que Jesús no hubiera hecho? Ya eso nos indica dónde hemos fallado. A veces hay que hacer un Examen de Conciencia. Un Examen de Conciencia se hace repasando los Mandamientos. EXAMEN DE CONCIENCIA 1º. Adorar a Dios: 2º. Usar el nombre de Dios con reverencia: 3º. Santificar las Fiestas o el Día del Señor: 4º. Obedecer a los padres y superiores: 5º. No ponerme bravo(a), no pelear y no herir: 6º. Ser puro: 7º. Ser honesto: 8º. Decir la verdad: 9º. Ser puro en pensamientos y deseos: 10º. Estar satisfecho con lo que tengo: Oración de amor a Dios Acto de Contrición PADRE NUESTRO AVE MARIA Oración para alabar a la Santísima Trinidad: |
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