Lección #18

NO TOMAR NADA QUE
NO ES NUESTRO

(versión resumida)

*            ¿Qué es lo que lleva a una persona a tomar algo que no es suyo?

El querer algo que no puede tener.  Ese deseo de poseer algo que uno no tiene se llama codicia. 

Y hay un Mandamiento que dice No codiciar los bienes ajenos.  Primero viene el deseo de tener algo que no está a nuestro alcance.  Y ya ese deseo es pecado. 

Y después viene el robo, que es otro pecado, contra otro Mandamiento: 

No robar.

*          ¿Qué hay que hacer para no caer en el robo?

Lo primero es evitar desear las cosas que no podemos tener.  Hay que agarrar la tentación cuando comienza:  con la codicia.

Cuando tengamos deseos de tener algo que no podemos tener, debemos ponerle ese deseo al Señor:  Señor, tú sabes cuánto me gusta tal cosa, pero yo te entrego mi deseo y te pido la gracia de no pecar. 

* ¿Cómo pudo llegar Judas a eso tan grave y tan increíble:  vender a su Maestro, a Jesús, al Mesías, al Hijo de Dios?

Judas comenzó a coger dinero que no era suyo.  Además andaba buscando cómo conseguir más dinero para robar más.

Llegó a lo que llegó, porque unos pecado llevan a otros:  la mentira puede llevar al robo.  Y el robo a cosas mucho más graves.

Por eso a los pecados hay que ponerles un parao.  Y, mejor todavía, hay que pararlos antes de cometerlos, al no más sentir la tentación.  Orar en el momento de la tentación, pidiendo ayuda al Señor.  Así la tentación (que es obra del Demonio) se va.

*         ¿Qué hacer cuando se siente la tentación de robar?

Lo primero orar, para pedir fuerza a Dios.  Invocar a la Santísima Virgen y al Angel de la Guarda.  Ellos nos ayudan en todas las tentaciones.

Pensar que Dios ve todo, hasta nuestros más ocultos pensamientos.  Dios está conociendo nuestro deseo de robar.  Dios está viendo lo que estamos haciendo y el daño que estamos causando.  Pensar que no quieres ofender a Dios que todo lo sabe y todo lo ve.  Y que además te ama tanto y eso lo entristece.

*         ¿Y si has caído en el pecado del robo?

Hay que arrepentirse ante Dios y confesarse ante el Sacerdote.  El Sacerdote indicará qué hay que hacer, pues cuando ha habido robo hay que devolver lo robado y reparar los daños causados.

 

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