Guía al mundo del
ESPIRITU DE LA NAVIDAD
Conocemos la disposición de ánimo y el ambiente festivo
que es común en los días navideños y pre-navideños. Y a esta tendencia
característica propia de la época solemos llamar espíritu navideño o espíritu
de la navidad.

Sin embargo, la palabra espíritu tiene también otras
varias acepciones. Entre las 12 que da el Diccionario Larousse están dos
muy interesantes en relación al tema que estamos tratando: “sustancia
incorpórea”, “ente imaginario”.
Y es así como la moda de un tal “espíritu de
la navidad” se nos ha estado colando aún entre los católicos. Algunos
de entrada toman el término como esa actitud festiva individual y social
propia de los días navideños, para luego darse cuenta de que realmente
se trata de una figura que puede catalogarse más bien dentro de los otros
dos significados que nos da el Diccionario.
Y ¿qué se pretende con la introducción de ese tal “espíritu
de navidad”? Sencillamente desviar el significado de la Navidad, que es
el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, hacia esta nueva figura llamada
“el espíritu de la navidad”.
Porque estamos ante una delicada situación, quien fuera Arzobispo de Caracas para 1996, dijo lo siguiente en su Exhortación Pastoral para la Navidad de ese año:
Hay que alertar a todos los fieles en general y
hombres de buena voluntad para que no se dejen desviar hacia concepciones
y prácticas que tratan de cambiar el rostro de la Navidad y eliminar el
espíritu cristiano de la misma.
Lo que se ha dado en llamar últimamente “espíritu
de la navidad” es un conjunto de enseñanzas sutiles y de prácticas ingeniosas
que tratan de apartar a las familias y a los grupos en general de una
celebración centrada en el nacimiento del Hijo de Dios y de desviar el
significado de la fiesta navideña hacia la contemplación de figuras fantasmagóricas
...
La Navidad es la celebración del Nacimiento de Dios-hecho-Hombre,
de ese bebé concebido milagrosamente por el Espíritu Santo -el Espíritu
de Dios- en el vientre virgen de María, que nace también milagrosamente
en una cueva en Belén de Judá, como había sido predicho por los profetas
del Antiguo Testamento (Isaías 7, 14 y 9, 5).

El supuesto “espíritu de la navidad” nada tiene que
ver con la Navidad Cristiana. Es otra forma de corromper el mensaje cristiano
en aquello que tiene de básico y fundante como es la Encarnación del Hijo
de Dios y su obra redentora. (De la Exhortación Pastoral del Monseñor
Ignacio Velasco, Arzobispo de Caracas para la Navidad 1996)
Por esto debemos estar alerta ante una navidad
a lo new age, que se nos trata de introducir a través de esta
nueva moda: “el espíritu de la navidad”. Proveniente
del ocultismo y apoyándose en costumbres paganas, se ha creado una figura
que pretendidamente trae a lo largo del año lo que se le pida en un día
específico antes de la fecha de Navidad.
Lo que se busca con esto es sustituir el sentido
cristiano de la Navidad por ceremonias y prácticas provenientes del ocultismo
y del espiritismo, pero bien disfrazadas de provechosas, espirituales
y aparentemente cristianas.
Es el mismo engaño de todas las ideas y prácticas del
New Age: presentar un error teñido de verdad, presentar
un peligro vestido de provecho, presentar una idea
anti-cristiana coloreada de cristianismo.
En el caso del tal “espíritu de navidad”, se ofrece
como principal atractivo la posibilidad de que se realicen sueños y deseos
y de que se nos dé cuanto pidamos. Pero ... ¿se dan cuenta quienes se
sienten atraídos por esta costumbre engañosa de que pueden estar cayendo
en prácticas que vienen del espiritismo?
Porque ... ¿qué es, si no, invocar y escribir
a un “espíritu”? Y ...¿quiénes son los “espíritus” que están
prestos a complacer a los hombres en sus deseos y sueños temporales? Los
espíritus de Dios (Angeles y almas de los Santos que están en el Cielo)
no son más que servidores de Dios para la salvación de los hombres (cfr.
Hb. 1,14), encargados de las órdenes de Dios y atentos a la voz de
Su palabra (cfr. Sal. 103, 20-21).

Los espíritus de Dios sirven sólo a Dios
y -si Dios así lo dispone- pueden servir a los hombres en los designios
salvíficos que El tenga para nosotros (cfr. Catecismo de la Iglesia
Católica #350).
Los espíritus de Dios no están para complacernos
a los hombres en nuestros deseos, sueños, caprichos o necesidades creadas.
Están al servicio de Dios y -sólo si Dios lo desea- pueden
estar al servicio de los hombres para fines tendientes a nuestra
salvación.
Lo que sucede es que el jefe de los espíritus
que no son de Dios es el llamado en el Evangelio el
amo o príncipe de este mundo (Jn. 12, 31-14, 30 y 16, 11) y, como
tal, tiene cierto poder sobre las cosas del mundo. Pero también es, según
el Evangelio, el inventor o padre de la mentira (Jn. 8, 44),
que aparenta ser ángel de luz (2a. Cor. 11, 14) para engañar
y que, además, desea ser adorado por nosotros y adueñarse de nosotros
a cambio de lo poco que a veces pueda otorgar.
Si tuvo la osadía de tentar al mismo Dios -a Jesucristo-
para tratar de desviarlo de la misión que Dios-Padre le había encomendado
(cfr. CIC #394), proponiéndole: “Te daré poder y te entregaré riquezas,
si te arrodillas delante de mí” (Mt. 4, 8-9 y Lc. 4, 6-7) ... ¿qué
no intentará con nosotros los hombres para desviarnos del camino que nos
lleva a Dios?
“En esta época de tantas confusiones es necesario
que nosotros los cristianos tengamos un sentido claro de nuestra fe ...
El supuesto espíritu de la navidad nada tiene que ver con la Navidad Cristiana.
Es otra forma de corromper el mensaje cristiano” (De la Exhortación
Pastoral para la Navidad 1996 de Mons. Ignacio Velasco, Arzobispo de Caracas).
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