Para nosotros conocer a Dios, para intentar atisbar lo que Dios es, dependemos de las revelaciones que El nos ha hecho de Sí mismo, contenidas en la Biblia. ¿De dónde hemos extraído la idea de la “aseidad” de Dios? Recordemos el pasaje de Moisés y la zarza ardiente (Ex. 3, 1-14). Al recibir la instrucción de Dios de sacar los israelitas de la esclavitud a que era sometido en Egipto, Moisés le preguntó a Yavé qué respuesta debía dar si le preguntaban por autoridad de quién estaba actuando. “Moisés contestó a Dios: ‘Si voy a los hijos de Israel y les digo que el Dios de sus padres me envía a ellos, si me preguntan: ¿Cuál es su nombre, yo ¿qué les voy a responder?’ Dios dijo a Moisés: ‘Yo soy: YO-SOY’” (Ex. 3, 13-14). Esta idea que aparece desde el comienzo de la Biblia, en el libro del Exodo, también aparece al final, en el último libro, el Apocalipsis: “Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, El que Es, el que era y el que ha de venir, el Señor del Universo” (Ap. 1, 8). Dios también se ha revelado a algunos de sus Santos. Un día se mostró a Santa Catalina de Siena en oración: “¿Sabes, hija mía, lo que eres tú y lo que soy Yo? Si aprendes estas dos cosas serás muy dichosa: Yo soy El que Soy, y tú eres la que no eres”. San Agustín, uno de los Padres de la Iglesia, explica lo que significa la aseidad de Dios así: “Oíd lo que se dijo a Moisés cuando preguntaba el nombre de Dios: Yo soy El que Soy. Mira si alguna otra cosa es: junto a Dios ninguna creatura tiene verdadero ser, pues lo que de verdad es no conoce mudanza alguna. Todo cuanto se muda y fluye y en ningún tiempo cesa de cambiar, eso fue y será, pero no es, porque lo que fue, ya no es; lo que será, todavía no es, y lo que viene para pasar será para no ser. Pero en Dios no hay fue y será, sino únicamente es.” Sin embargo, será sólo en el Cielo, cuando contemplemos la esencia de Dios tal como es en sí misma, lo que se denomina la “Visión Beatífica”. Entonces conoceremos a Dios plenamente, de la misma manera como El desde siempre nos conoce a nosotros. “Cuando El se manifieste en su gloria seremos semejantes a El, porque lo veremos tal cual es” (1 Jn. 3, 2b). (Catecismo de la Iglesia Católica # 203-209, 212-213, 228-231)
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