BAUTISMO DE JESUS |
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1. ¿Quién se recuerda de la Visita de la Virgen María a su prima Santa Isabel? ¿Se recuerdan cómo se llamaba el bebé de Santa Isabel? San Juan Bautista. ¿Se recuerdan qué habíamos dicho en esa clase sobre San Juan Bautista y Jesús cuando ya fueran adultos? Dijimos que San Juan Bautista iba a tener una función muy importante cuando estuvieran grandes Jesús y él. San Juan Bautista era el que iba a hablar a la gente de que ya el Salvador había llegado. El era el que iba a decir quién era el Salvador. El fue el que anunció que su primo Jesús era el Salvador esperado por todos. Y dijimos que esa historia la íbamos a contar cuando ya Jesús estuviera grande. Y que íbamos a ver cómo San Juan Bautista lo bautizaría en el Río Jordán. Hoy es el día que vamos a contar esa historia. Ya San Juan Bautista y Jesús son unos hombres adultos y entonces Jesús es bautizado en el Río Jordán por San Juan Bautista.
San Juan Bautista era una persona muy especial. El vivió en el desierto cerca del Río Jordán y se vestía con piel de camello. Era muy fuerte y muy valiente. Y muy, muy bueno y santo. Un día Dios le dijo que fuera a predicar en las orillas del Jordán, porque había una noticia que él tenía que darle a la gente.
La noticia era que ya el Salvador prometido desde Adán y Eva estaba por aparecer.
Era Jesús, que ya estaba por darse a conocer. Pero San Juan Bautista tenía que anunciar que ya Jesús estaba a punto de aparecer. Como San Juan Bautista era tan bueno, la gente creía que él era el Salvador que estaban esperando. Pero él decía que no, que él no era, que detrás de él en cualquier momento iba a aparecer el Salvador del Mundo. Les decía que el Salvador del Mundo era mucho más importante que él. Que el Salvador del Mundo era tan grande, que él no se atrevía siquiera a amarrarle las sandalias.
San Juan Bautista predicaba diciéndole a la gente que tenían que ser buenos, que debían dejar de hacer cosas malas y comprometerse a portarse bien. Eso mimo nos lo dice hoy a nosotros ¿no? Hay que portarse bien, no hacer cosas malas. Obedecer, no pelear, ayudar siempre, orar, tratar bien a los demás… Y entonces, como señal del compromiso de cambiar de vida, de dejar de pecar, de comenzar a portarse bien, San Juan Bautista hacía que las personas entraran al Río Jordán y ahí hundían la cabeza en el agua. Eso era un signo de que se comprometían a tener un corazón limpio y que iban a tratar de no pecar más.
Bueno. Resulta que un día se presentó Jesús en el Río Jordán cuando San Juan estaba bautizando y le pidió que lo bautizara.
San Juan Bautista se queda impresionado de que Jesús le pida ser bautizado. Y se impresiona porque Jesús no tenía ningún pecado y nunca se había portado mal. ¿Cómo es eso que está pidiéndole que lo bautice? Y San Juan Bautista le dice: cómo te voy a bautizar yo a Ti, si Tú no tienes ningún pecado, si eres tan bueno. ¡Serás Tú quien me bautice a mí! Pero Jesús le insiste: haz lo que te digo, porque así tiene que ser. Así lo quiere Dios.
Bueno, ante esas palabras de Jesús, San Juan Bautista obedece. Jesús entra al Río, se arrodilla y hunde su cabeza en el agua.
Sucedió una cosa maravillosa: se abrió el Cielo. Y apareció una luz maravillosa revoloteando como una paloma que cubrió a Jesús mientras salía del agua. Era el Espíritu Santo, el Espíritu de Dios. Es el mismo Espíritu Santo que cubrió a la Santísima Virgen María cuando el Ángel Gabriel le anunció que Dios quería que ella fuera la Madre del Salvador. Y cuando el Espíritu Santo cubrió a María, Jesús comenzó a formarse en el vientre de la Santísima Virgen. Pero volvamos al Jordán, porque sucedió algo más: después que el Espíritu Santo cubrió a Jesús, se oyó la voz de Dios Padre que decía: Este es mi Hijo amado. ¿Se imaginan ustedes cómo fue eso en el Río Jordán? La luz del Espíritu Santo revoloteando sobre Jesús. Jesús saliendo de las aguas del Río. Y Dios Padre hablando. ¿Cómo sería la Voz del mismo Dios? Debe haber sido algo impresionante ¿no? San Juan Bautista estaba deslumbrado e impactado.
San Juan Bautista supo que Jesús era el Hijo de Dios. Que Jesús era el que Dios había mandado para salvarnos a todos. Jesús era el Salvador prometido que todo el mundo estaba esperando desde el pecado de Adán y Eva.
Al día siguiente, San Juan Bautista vio a Jesús de nuevo por allí cerca del Jordán. Y entonces le dijo a algunos de sus discípulos que estaban allí: ¿Ven a Jesús? Ese el Salvador del Mundo. Ese es el que de verdad nos va a perdonar nuestros pecados. En la próxima lección vamos a ver quiénes eran esos discípulos de San Juan Bautista, que lo dejaron y se fueron a seguir a Jesús. Y vamos a ver a quiénes más escoge Jesús para que sean sus discípulos.
ORACIONES LA SEÑAL DE LA CRUZ
AVE MARIA
PADRE NUESTRO
CREDO creó. |
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