Judit 6:
3. Nosotros, sus siervos, venceremos a los israelitas de una vez, y no resistirán el empuje de nuestra caballería.
4. Los quemaremos sin distinción. Su sangre chorreará por sus montañas y sus llanuras se convertirán en cementerios. No se mantendrán en pie ante nosotros, pues serán totalmente destruidos, dice el rey Nabucodonosor, señor de toda la tierra. El lo dijo y todas sus palabras se cumplirán.
10. Holofernes mandó a los hombres de su tienda que tomaran a Ajior, lo llevaran a Betulia y lo entregaran a los israelitas.
13. Los asirios llegaron a la base del cerro, ataron a Ajior, dejándolo tendido al pie del cerro, y volvieron donde su señor.
14. Los israelitas bajaron, se acercaron a él, lo desataron y lo llevaron a Betulia, presentándolo a los jefes de la ciudad, 17. Ajior les dio a conocer lo de la asamblea de Holofernes, lo que dijo delante de todos los jefes de los asirios, y las amenazas de Holofernes contra Israel.
18. Entonces el pueblo se arrodilló y adoró a Dios, clamando:
19. «Señor, Dios del cielo, mira su soberbia y ten piedad de tu humilde pueblo; vuelve hoy tu rostro a los que te están consagrados.»
Judit 7:
19. Desanimados, clamaron los israelitas al Señor, su Dios, al ver que los rodeaban sus enemigos sin que pudieran escapar.
20. Treinta y cuatro días estuvieron cercados por el ejército asirio: infantes, carros y jinetes. A los habitantes de Betulia se les acabaron las reservas de agua;
21. los pozos se agotaron y tuvieron que racionarla.
22. Los niños, las mujeres y los adolescentes desfallecían de sed y caían en las calles de la ciudad.
23. Entonces todos, hombres, mujeres, jóvenes y niños, acudieron en tropel a Ozías, y dijeron a una voz:
24. «Que Dios sea juez entre ti y nosotros, porque tú eres el causante de estas desgracias, al no querer tratar de paz con los asirios.
25. No hay quien nos pueda socorrer ahora. Dios nos ha abandonado en manos de los asirios para morir de sed y de miseria.
26. Convoca, pues, ahora, a todos los que están en la ciudad, y entreguémonos voluntariamente al ejército de Holofernes;
27. porque es preferible vivir cautivos y bendecir al Señor, que ver expirar ante nuestros ojos a nuestras esposas y niños.
28. Te exigimos por el cielo y la tierra, por nuestro Señor y Dios de nuestros padres, que nos castiga por nuestros pecados y los de ellos, que tomes esta resolución hoy mismo.»
29. Toda la asamblea se conmovió profundamente y clamó a Yavé, su Dios, a grandes voces.
30. Ozías(hijo de Moqueas, uno de los jefes de la ciudad) se levantó y dijo: «Tengan confianza, hermanos míos, y esperemos durante cinco días la misericordia del Señor. Quizá se apiade de nosotros y no nos abandone hasta el fin.
31. Pero, si pasado ese plazo no llega ningún socorro, haremos lo que pidieron.»
32. Luego despidió al pueblo, y cada uno se fue a su lugar. Fueron a las murallas y torres de la ciudad y mandaron a las mujeres y a los niños a sus casas. Pero en la ciudad había un gran abatimiento. |