AMARAS A TU PROJIMO |
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1. ¿Qué quiere decir que el ser humano es un ser sexuado? Dios creó al hombre, al ser humano, varón y mujer, macho y hembra. Creó el uno para el otro, y ambos para el amor. Los creó con deseos eróticos y con la capacidad de experimentar el placer físico. Los creó capaces de trasmitir la vida. El ser varón o el ser mujer es algo que está muy bien arraigado en cada ser humano. Se tienen diferentes modos de sentir, diferentes formas de amar, una vocación diferente con relación a los hijos. Dios nos hizo diferentes porque deseaba que fuéramos uno para el otro y para que fuéramos complementarios en el amor. Ese es el motivo por el cual entre el varón y mujer se da una atracción, tanto sexual, como intelectual, como emocional y sentimental
Dios ha creado al hombre como varón y mujer, con igual dignidad personal, y ha inscrito en él la vocación del amor y de la comunión. Corresponde a cada uno aceptar la propia identidad sexual, reconociendo la importancia de la misma para toda la persona, su especificidad y complementariedad
No. Dios dio a cada uno, hombre y mujer, idéntica dignidad como personas. Ambos sexos tienen exactamente los mismos derechos, pues fueron creados a imagen y semejanza de Dios y fueron redimidos por Jesucristo. Sin embargo, igual dignidad e igualdad de derechos NO significa uniformidad. El igualitarismo que ignora las características específicas de cada sexo contradice el plan de Dios en su creación.
….. Es la donación libre del propio corazón. Estar enamorado es tener un corazón lleno de amor. Y eso significa que algo me gusta tanto, tanto, tanto … que me salgo de mí mismo y me entrego totalmente (donación) a eso que me atrae con tanta fuerza. Una madre o un padre se donan a su hijo o hija. Una maestra de niños pequeños se dona a sus pequeños alumnos. Un músico a su composición musical y un pintor a su obra. Asimismo, en toda real amistad hay amor.
La más hermosa de las relaciones de amor es la que se da entre un hombre y una mujer, cuando se dan el uno al otro con una promesa de amor para siempre, hasta que la muerte los separe. Así como no se puede vivir “a prueba”, ni tampoco probar morir, “no puede amarse a prueba, acoger sólo a prueba y por cierto tiempo a una persona” (Juan Pablo II).
Porque en el amor humano entre el hombre y la mujer que se aman mutuamente y se entregan en matrimonio para ser una sola carne (Gn 2, 24) está plasmada la imagen del Amor Divino. La relación más íntima y secreta de la Santísima Trinidad -de Dios en Tres Personas- es el Amor. Entre Ellos Tres (Padre, Hijo y Espíritu Santo) se da esa donación constante y permanente, continua y perpetua, que es lo que es el Amor. Por eso el amor es tan lindo y tan agradable, porque refleja el Amor de las Tres Divinas Personas.
La sexualidad no puede separarse del amor. El encuentro sexual requiere el ámbito de un amor fiel, seguro, confiable y permanente. Contrario a lo que muchos piensan, “la sexualidad, por medio de la cual el hombre y la mujer se dan el uno al otro con los actos propios y exclusivos de los esposos, no es algo puramente biológico, sino que afecta el centro más íntimo de la persona”. (JP II) Cuando la sexualidad se separa del amor y es usada sólo por la satisfacción, se destruye el significado de la unión sexual entre hombre y mujer. Quienes buscan el sexo sin amor se engañan y mienten, porque la cercanía de sus cuerpos no corresponde a la cercanía de sus corazones. Y quien no toma en cuenta su lenguaje corporal termina haciendo daño a su cuerpo y a su alma. El sexo así se hace inhumano, pues queda degradado a un medio de obtener placer y se convierte en mercancía. Sólo el amor comprometido y duradero dentro del matrimonio abre el espacio para que la sexualidad sea motivo de verdadera felicidad. (Ver APENDICE 3 al final )
La castidad es -una virtud moral, -un don de Dios, -una gracia y -un fruto del Espíritu. Castidad es la virtud que gobierna y modera el deseo del placer sexual según los principios de la fe y la razón. La castidad no es una negación de la sexualidad. Por la castidad la persona adquiere dominio de su sexualidad. Por ese dominio, la persona es capaz de integrar la sexualidad en una sana personalidad, en la que la persona usa su sexualidad para el propósito para el cual Dios nos la dio. Castidad es señorío de la razón sobre la sexualidad.
. La castidad purifica el amor y lo eleva. Es la mejor manera de preparase para el Matrimonio. Desde la castidad se puede comprender y practicar mejor el amor conyugal. . Aumenta la energía física y moral. Se tiene mayor rendimiento en el deporte y en el estudio. . La castidad estimula a la persona para ir superando el egoísmo y la capacita para el sacrificio. Ambas cosas indispensables para las buenas relaciones conyugales. . La castidad es virtud indispensable para poder cumplir con la exigencia de la fidelidad conyugal. 10. Muchos creen y dicen que hay que practicar el sexo para tener una buena relación conyugal después. ¿Qué les dirías? La castidad protege el futuro amor. Los jóvenes que han sabido estar a la altura de su deber en cuanto al recto uso de su sexualidad son los que sabrán después estar a la altura de su amor. El amor conyugal les va a exigir entrega, generosidad y sacrificio, y al practicar la castidad, se llega al Matrimonio con un buen entrenamiento. Además, el mejor regalo que pueden darse unos esposos es el de un cuerpo y un alma íntegros: el llegar castos al Matrimonio. Testimonios existen de jóvenes casados, cuya mayor tristeza la noche de bodas fue el no haberse podido dar el regalo de la integridad de cuerpo, incluso si la perdieron entre ellos mismos. Esta mutilación previa puede convertirse en una verdadera amargura, y la luna de miel queda vacía de este regalo tan precioso. La castidad juvenil es un esfuerzo. Pero es un esfuerzo que resulta en una recompensa inmensa. Quienes llegan vírgenes al matrimonio tienen una rata de divorcio 60 o 70% menos que los que no son vírgenes. Por todos estos motivos, se está dando la costumbre de las promesas de castidad entre la población juvenil cristiana.
“Dar tu cuerpo a otra persona simboliza la donación total de uno mismo a esa persona” (JPII). La Iglesia desea proteger el amor. No hay nada más grande que podamos ofrecer a alguien que el don de nosotros mismos. “Te amo” significa: “Te quiero sólo a ti, te quiero totalmente, todo lo que eres, y quiero entregarme a ti para siempre”. Siendo esto así, no podemos estar diciendo con nuestro cuerpo: yo te amo, pero sólo por un tiempo o sólo para probar. Es sabido que muchos toman las relaciones pre-matrimoniales seriamente y piensan que serán para siempre. Sin embargo, las relaciones sexuales antes del matrimonio incluyen dos limitaciones que son incompatibles con el verdadero amor: la opción de terminar la relación y el temor de procrear un hijo. “La experiencia nos muestra que las relaciones sexuales prematrimoniales no facilitan, sino que más bien dificultan la elección del compañero(a) para toda la vida. Parte de la preparación para un buen matrimonio consiste en educar y afianzar vuestro carácter. Debéis cultivar también aquellas formas de amor y ternura que son adecuadas a lo transitorio de vuestra relación de amistad. El saber esperar y renunciar facilitará el poder mostrar amor a vuestra futura pareja” (JPII). Las estadísticas actuales ya muestran que aquéllos que fueron castos durante el noviazgo tienen más chance de tener éxito en sus matrimonios. Y, por cierto, nos son estadísticas de la Iglesia. “Investigaciones señalan que el riesgo se encuentra en la misma convivencia.” (Meg Jay, psicóloga clínica de la Universidad de Virginia, Estados Unidos). Dicen estas investigaciones: “Se llega a la decisión de convivir sin demasiado diálogo y sin advertir las diferentes percepciones que varones y mujeres tienen sobre la convivencia… las mujeres tienden a ver la convivencia como un paso al matrimonio, mientras que los hombres la ven como una prueba de la relación o forma de posponer un compromiso”. Nada menos que el New York Times (Abril 15, 2012) informó de las terribles estadísticas sobre los fracasos matrimoniales y señalaba que “vivir juntos antes del Matrimonio genera altas tasas de infelicidad marital y divorcio”. Entonces, ¿tiene razón Dios? ¿tiene razón la Iglesia con su prédica milenaria sobre la castidad prematrimonial? La mayoría consideran esa prédica retrógrada, represiva, impráctica, tonta. Pero ya las estadísticas le están dando la razón a la Iglesia y a Dios. (Ver APENDICE 1 al final)
Dios nos ama sea cual sea la situación en que estemos, sea una situación complicada, aún una situación de pecado. Pero Dios también nos muestra su verdad y su camino y nos da todas las gracias necesarias para seguirlo. Puede buscarse la ayuda de un Sacerdote o alguna persona confiable y de experiencia cristiana para ayudar en esa búsqueda. Buscando el camino correcto podrán darse cuenta de que, no importa la situación, siempre puede comenzarse de nuevo con la ayuda de Dios.
No cometerás actos impuros. Son pecados gravemente contrarios a la castidad: el adulterio, la masturbación, la fornicación, la pornografía, la prostitución, el estupro o violación y los actos homosexuales.
Es una ofensa contra el amor porque la masturbación convierte a la excitación del placer sexual en un fin en sí mismo y lo aisla del desarrollo integral del amor entre el hombre y la mujer. La auto-complacencia o el tener sexo con uno mismo es una contradicción. La Iglesia alerta contra el riesgo de quitarle importancia a la masturbación y tomarlo como un hábito sin mayores consecuencias, porque muchos jóvenes y adultos pueden caer –y de hecho caen- en una dependencia o adicción a este hábito solitario, el cual trae consecuencias dañinas para el buen funcionamiento de la persona en el matrimonio.
Este término se aplica a toda forma de actos sexuales extra-matrimoniales, o sea, relaciones sexuales antes o fuera del matrimonio cristiano. En la prostitución el sexo se convierte en mercancía y la persona humana queda rebajada a ser un objeto de placer. Por eso la prostitución es una ofensa grave contra la dignidad humana y contra la caridad.
Aparte de ser la producción de material pornográfico una forma de prostitución, quienes consumen pornografía corren el riesgo de caer en esta peligrosa forma de adicción, que pone en peligro la relación libre, espontánea y sana que debe haber entre el esposo y la esposa en la unión sexual matrimonial.
Hay que resaltar primeramente que los preservativos no ofrecen protección totalmente segura frente al contagio del sida. La Iglesia sostiene que la práctica de la fidelidad y la renuncia a tener contactos sexuales promiscuos es lo que puede de veras proteger contra el contagio del sida. Por eso la Iglesia promueve una cultura de relaciones humanas basadas en la fidelidad y en la castidad. En Africa, donde el sida está muy extendido, la rata de infección ha bajado considerablemente en las zonas en que se ha promovido este tipo de comportamiento sexual.
La Iglesia ha enseñado siempre, y sigue y seguirá enseñando que Dios creó al ser humano hombre y mujer, “macho y hembra los creó” (Gn 1, 27), destinados a complementarse mutuamente también en el área sexual. Sin embargo, la Iglesia acepta con comprensión y caridad a aquellas personas que experimentan tendencias homosexuales, no para apoyarlas en sus prácticas sexuales, sino precisamente para ayudarlas a sanar estas tendencias y a vivir en gracia. “Las personas homosexuales, como los demás cristianos, están llamados a vivir la castidad. Si se dedican con asiduidad a comprender la naturaleza de la llamada personal de Dios respecto a ellas, estarán en condición de celebrar más fielmente el sacramento de la Penitencia y de recibir la gracia del Señor, que se ofrece generosamente en este sacramento para poderse convertir más plenamente caminando en el seguimiento de Cristo.” (#11 de la Carta a los Obispos Católicos sobre la atención pastoral a las personas homosexuales, 1-10-1986) "Una cosa es “Indudablemente esas personas homosexuales deben ser acogidas, en la acción pastoral, con comprensión y deben ser sostenidas en la esperanza de superar sus dificultades personales y su inadaptación social. También su culpabilidad debe ser juzgada con prudencia.” (#8 de la Declaración Persona humana sobre Ética Sexual, 29-12-1975) "La homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentanuna atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas delmismo sexo. Reviste formas muy variadas a través de los siglos y lasculturas. Su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado. “Apoyándose en la Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves, la Tradición ha declarado siempre que 'los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados'. Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso". (CIC #2357)
El acto conyugal tiene un doble significado: de unión (la mutua donación de los cónyuges), y de procreación (apertura a la transmisión de la vida). Nadie puede romper la conexión inseparable que Dios ha querido entre los dos significados del acto conyugal, excluyendo de la relación el uno o el otro. 21. ¿Por qué son inmorales la inseminación y la fecundación artificial? (CIC-C #499) 1º. Porque la procreación debe estar siempre ligada a la unión conyugal y estas técnicas artificiales separan la procreación de la unión conyugal. Hay que considerar que el hijo es un don de Dios y no un derecho a obtener a toda costa, sin tener en cuenta el plan de Dios y el Magisterio de la Iglesia. 2º. Adicionalmente, algo muy grave: en las fecundaciones in-vitro, quedan embriones (personas humanas en estado embrionario), las cuales son eliminadas o congeladas. La inseminación y la fecundación artificial son inmorales, porque disocian la procreación del acto conyugal con el que los esposos se entregan mutuamente, instaurando así un dominio de la técnica sobre el origen y sobre el destino de la persona humana. 22. ¿Qué es el adulterio? Se comete adulterio en toda relación sexual extra-matrimonial: cuando una persona casada tiene relaciones sexuales con otra persona que no es su cónyuge, o cuando una persona soltera tiene relaciones con otra casada, o cuando dos personas casadas tienen relaciones fuera de su matrimonio. El adulterio es la violación de la promesa que fue hecha al cónyuge ante Dios y ante la Iglesia. Es una falta contra el 6º Mandamiento y también contra el 2º Mandamiento, pues se viola una promesa hecha también a Dios. 23. ¿Qué exige el noveno mandamiento? (CIC-C #527) El noveno mandamiento exige vencer la concupiscencia carnal en los pensamientos y en los deseos. La lucha contra esta concupiscencia supone la purificación del corazón y la práctica de la virtud de la templanza. 24. ¿Qué prohíbe el noveno mandamiento? (CIC-C #528) El noveno mandamiento prohibe consentir pensamientos y deseos relativos a acciones prohibidas por el sexto mandamiento. 25. ¿Cómo es posible ser castos? El hecho es que Dios nos pide ser castos. Y Dios no puede pedirnos cosas imposibles. Dios nunca nos exige nada imposible y nos da todas las gracias para hacer lo que nos pide. Dios dispone para nosotros todos los medios necesarios y nos da las gracias necesarias para vivir la castidad según nuestro estado de vida. No es que sea fácil, pero no es imposible. La Castidad exige vencer la concupiscencia carnal en pensamientos y en deseos, lo cual supone fomentar la virtud de la templanza. La Castidad requiere que rechacemos los pensamientos y deseos que estimulen la lujuria. 26. ¿Cómo puede lograrse la virtud de la castidad? . Tratando de practicarla: disciplinando los sentimientos y la imaginación, regulando miradas y gestos, evitando las ocasiones de pecado, huyendo de la pornografía y de las malas compañías. . Buscando la fortaleza y templanza especialmente en la oración. Si no se vigila la imaginación y los pensamientos, la castidad se hace muy difícil. Si no se arrancan las raíces de la imaginación es imposible contener las consecuencias en la carne. El apetito sexual aumenta según la estimulación que se le otorgue. Por todo esto se hace necesario dominar la imaginación y los deseos. Con nuestras solas fuerzas, la castidad es imposible; pero con el auxilio de Dios, que nos viene a través de la oración es posible ser castos. En ese caso de la castidad, querer es poder. Quien -con la ayuda de Dios- se decide a luchar con todas sus fuerzas, será una persona casta. Y no es que muera la inclinación, sino que el instinto sexual no andará de su cuenta y será gobernado por las riendas de la razón. 27. ¿Quiénes deben ser castos? ¿La castidad es para todas las personas? La Castidad es para todos: . Para los no casados aún y que aspiran al matrimonio, la castidad requiere abstinencia. Es una necesaria preparación para lograr la madurez y la castidad en el matrimonio. . Los que han hecho voto de castidad, como Sacerdotes, Religiosos y Religiosas, han decidido no casarse, renuncian plenamente a las relaciones sexuales en una total oblación entregando todas sus energías y todo su amor a Cristo y su Iglesia. . Los casados también deben practicar la castidad a lo largo de su vida matrimonial: en algunos períodos en que es imposible tener relaciones por enfermedad, partos, regulación de nacimientos de manera natural, separaciones por trabajo, viajes etc. Y a veces, inclusive, como penitencia, como ofrenda al Señor. (Ver APENDICE 2 al final) 28. ¿Cuál es el Séptimo Mandamiento? No robarás. 29. ¿Qué es el robo? Robo es la apropiación indebida de algo que pertenece a otro. 30. ¿Qué otras cosas prescribe el séptimo mandamiento? (CIC-C #506) El séptimo mandamiento prescribe el respeto a los bienes ajenos mediante la práctica de la justicia y de la caridad, de la templanza y de la solidaridad. En particular, exige elrespeto a las promesas y a los contratos estipulados; lareparación de la injusticia cometiday la restitución del bien robado; el respeto ala integridad de la Creación, mediante el uso prudente y moderado de los recursos minerales, vegetales y animales del universo. Es decir, el 7º Mandamiento también se aplica a cosas como a la retención injusta del salario (no pagar lo que se debe a un empleado), a no devolver objetos encontrados que sea posible devolver, y a cualquier otra forma de fraude. También quedan incluidas faltas como éstas: dar trabajo a empleados en condiciones inhumanas, no cumplir los convenios contraídos, despilfarro de ganancias sin tener en cuenta las obligaciones sociales, elevar o bajar artificialmente los precios, el soborno y la corrupción, inducir a subordinados a cometer actos ilícitos, hacer mal el trabajo encomendado, exigir honorarios desproporcionados, falsificación de balances, evasión de impuestos, daños a la propiedad pública. 31. ¿Cuál es el Décimo Mandamiento? No codiciarás los bienes ajenos. 32. ¿Qué manda y qué prohibe el décimo mandamiento? (CIC-C #531) Este mandamiento, que complementa el 7º Mandamiento, exige una actitud interior de respeto en relación con la propiedad ajena, y prohibe la avaricia, el deseo desordenado de los bienes de otros y la envidia, que consiste en la tristeza experimentada ante los bienes del prójimo y en el deseo desordenado de apropiarse de los mismos. 33. ¿Qué actitud debemos tener frente a lo que pertenece a otros? El cristiano debe aprender a distinguir entre los deseos razonables de los irracionales e injustos. Debe poder ver cuándo está envidiando y rechazar esa tentación con premura. La codicia, prohibida específicamente en el 10º Mandamiento, lleva a la avaricia, a la envidia o deseo inmoderado de tener lo que tienen otros. Y esto puede llevar al robo. 34. ¿Qué es la envidia y cómo luchar contra este pecado? Envidia es tristeza y disgusto ante el bienestar de otros y el deseo de apropiarse indebidamente de los que otros tienen. 35. ¿Cuál es el Octavo Mandamiento? No darás falso testimonio ni mentirás. 36. ¿Qué nos exige el 8º Mandamiento? El 8º Mandamiento nos exige no mentir. Nos exige decir sí cuando es sí y no cuando es no (Mt 5, 37). Mentir es hablar contra la verdad de manera consciente. El que miente se engaña a si mismo, pretende engañar a Dios y engaña a los demás, que tiene derecho a no ser engañados. Debemos acostumbrarnos a no mentir, ni siquiera para evitar quedar mal y tratar de quedar bien. 37. ¿Qué significa ser veraz? Ser veraz significa que uno actúa con sinceridad y honestidad. 38. Qué prohíbe el octavo mandamiento? (CIC-C #523) El octavo mandamiento prohibe: 1) El falso testimonio, el perjurio (juramento en falso) y la mentira, cuya gravedad se mide según la naturaleza de la verdad que deforma, de las circunstancias, de las intenciones del mentiroso y de los daños ocasionados a las víctimas. 2) El juicio temerario, (juicio malo sobre alguien, formado interiormente sin motivo suficiente), la maledicencia, la difamación y la calumnia, que perjudican o destruyen la buena reputación y el honor, a los que tiene derecho toda persona. “Donde está la calumnia, está el demonio” (Papa Francisco) 3) El halago, la adulación o la complacencia, sobre todo si están orientados a pecar gravemente o para lograr ventajas ilícitas. 39. ¿Qué hay que hacer cuando se ha mentido, engañado o traicionado a alguien? Una culpa cometida contra la verdad debe ser reparada, si ha causado daño a otro. (CIC-C #523) Toda ofensa contra la verdad y la justicia, así haya sido perdonada, exige reparación. 40. ¿Qué exige el octavo mandamiento? (CIC-C #524) El octavo mandamiento exige el respeto a la verdad, acompañado de la discreción de la caridad: en la comunicación y en la información, que deben valorar el bien personal y común, la defensa de la vida privada y el peligro del escándalo; en la reserva de los secretos profesionales, que han de ser siempre guardados, salvo en casos excepcionales y por motivos graves y proporcionados. También se requiere el respeto a las confidencias hechas bajo la exigencia de secreto. 41. ¿Por qué la verdad exige discreción? El decir la verdad no significa andar diciendo cualquier cosa porque sea verdad. Al comunicar la verdad se debe hacer con discreción y dentro de la caridad. A veces se usa la verdad como un arma que tiene efecto destructivo más que constructivo. Sócrates hablaba de “tres filtros” para comunicar la verdad: ¿Es verdad? ¿Es bueno? ¿Es útil?
Convivientes son más proclives a separarse, alerta experta psicóloga BUENOS AIRES, 24 Abr. 12 (ACI/EWTN Noticias).-Meg Jay, psicóloga clínica; de la Universidad de Virginia (Estados Unidos), publicó el artículo "La desventaja de cohabitar antes del matrimonio" donde advirtió que las parejas que conviven antes del matrimonio son más proclives al divorcio. En el artículo, publicado el 14 de abril por The New York Times, la psicóloga señaló que existe un "efecto cohabitación" que hace que los convivientes tiendan a estar más insatisfechos con sus matrimonios y por tanto más expuestos al divorcio que las parejas que no convivieron antes de casarse. Según indicó, al principio los investigadores atribuyeron este efecto a que los convivientes eran menos adeptos al matrimonio y más abiertos al divorcio. Sin embargo, nuevas investigaciones señalan que el riesgo se encuentra en la misma convivencia. El artículo, reproducido por la agencia AICA, señaló que las personas que rondan los 20 años de edad suelen llegar a la convivencia de manera no discernida, como una consecuencia de dormir en la casa del otro periódicamente sin demasiada reflexión. Por lo tanto, se llega a la decisión de convivir sin demasiado diálogo y sin advertir las diferentes percepciones que varones y mujeres tienen sobre la convivencia. Según el artículo, las mujeres tienden a ver la convivencia como un paso al matrimonio, mientras que los hombres la ven como una prueba de la relación o forma de posponer un compromiso. Sin embargo, indicó Jay, hombres y mujeres coinciden en que sus estándares para un conviviente son más bajos que para un esposo.
APENDICE 2 Jóvenes pueden vivir la pureza incluso en sociedad erotizada, dice sacerdote GUAYAQUIL, 11 Mar. 12 (ACI/EWTN Noticias) .- Los jóvenes sí pueden y sí quieren vivir la pureza y la castidad, incluso en medio de una sociedad erotizada que los presiona para que tengan relaciones antes del matrimonio. Así lo señaló el sacerdote P. Jurgen Daum, quien pidió a los jóvenes "mantener la castidad y no tener miedo ni dejarse presionar" por la sociedad actual. En una entrevista en el canal de TV ecuatoriano CN Plus, el sacerdote señaló que, al vivir la castidad en sus relaciones de pareja "lo que (los jóvenes) ganan es muchísimo más, ese amor puro y verdadero, hermoso que anhelan vivir". Para el presbítero, los jóvenes buscan desesperadamente amar y ser amados. "Eso es lo que busca un chico o una chica, en una relación de enamorados, por naturaleza, porque los seres humanos estamos hechos para amar". Sin embargo, dijo, los jóvenes muchas veces "confunden amor con sexualidad" y andan "muy descaminados y a todos se les empuja en una misma dirección, que son las relaciones sexuales prematrimoniales", lamentó. El P. Daum explicó que, "cuando la mujer se entrega, cree que le está dando lo mejor de sí misma a su enamorado, que con eso está construyendo el amor. Pero la mentalidad del hombre es distinta, y si la mujer no sabe cuidar al enamorado y no sabe decirle no, en vez de hacer el amor, está deshaciendo el amor". El sacerdote subrayó que una de las principales cosas que deben entender los jóvenes es "que vale la pena esperar y trabajar por un amor puro. Primero tienen que entender el valor de la pureza"."Hay un amor puro y uno que no es puro. Los jóvenes creen que no está mal tener relaciones ‘porque nos amamos’ y es una gran mentira, porque entregarse hace que ese amor que empieza puro se contamine, se degrade". Para el P. Daum, el egoísmo hace impuro al amor, y se manifiesta cuando el enamorado condiciona su cariño a la entrega sexual. "La prueba del amor es al contrario, es que ‘yo te voy a cuidar, te voy a respetar, voy a sacrificar mis hormonas, mis pasiones, mis deseos sexuales para esperarte porque vales la pena’", aseguró. El presbítero comparó la necesidad de vivir la pureza con la importancia de los frenos en un automóvil para no resultar dañado ni herir a los peatones. "El ser humano es algo mucho más complejo que un automóvil, pero si no se pone freno en ciertas situaciones se va a destrozar, va a hacer daño a los demás, va a causar destrucción, daño y dolor a otros". "Algunos dirán que eso de reprimirse causa neurosis porque se nos ha metido ese mito en la cabeza, pero no es verdad", afirmó. El P. Daum también exhortó a confesarse y vivir la castidad a los jóvenes que ya tuvieron sus primeras relaciones sexuales, "porque la pureza la da Dios".
LA LUJURIA, plaga del carácter (Mons. Fulton J. Sheen) La lujuria es un excesivo amor por los placeres de la carne. Es la prostitución del amor, la extensión del amor a sí mismo hasta un punto donde el ego se proyecta en otra persona y la ama bajo la ilusión que es el tú amado. El verdadero amor está dirigido hacia una persona, la cual es vista como irreemplazable y única, pero la lujuria excluye toda consideración personal en favor de una experiencia de los sentidos. El yo coloca de forma equivocada rótulos modernos sobre la lujuria pretendiendo que éste es un pecado necesario para la “salud” o para una “vida plena” o para “expresar la personalidad”. El fervoroso intento de otorgarle una garantía científica a esta conducta es, en sí mismo, una indicación de cuán grande es la renuencia que normalmente siente la gente a considerar esta ruptura de la ley moral como el pecado que en realidad es. Hoy en día, los hombres y mujeres están aburridos y descontentos; se vuelven entonces hacia la lujuria para compensar su aflicción interior, sólo para, al final encontrarse hundidos en una mayor desesperanza. Como dice San Agustín: “Dios no obliga al hombre a ser puro; deja solos exclusivamente a quienes merecen ser olvidados”. La lujuria es una desviación del centro de la personalidad del espíritu a la carne, del yo al ego. En algunas instancias, sus excesos nacen de una conciencia intranquila y del deseo de escapar de su persona hacia otras. Algunas veces existe el deseo contrario de hacer del yo algo supremo a través de la subordinación de otras personas a él. En sus etapas posteriores, el libertino encuentra que ni la liberación de su ser ni la idolatría son posibles por un tiempo demasiado prolongado; el alma es llevada de vuelta a su ser y, por lo tanto, a un infierno interior. El efecto de la lujuria en la voluntad se manifiesta como un odio a Dios y la negación de la inmortalidad. Asimismo, los excesos vacían la fuente de la energía espiritual hasta el grado tal que finalmente uno se vuelve incapaz de emitir un juicio sereno en ningún otro campo. Lujuria no es igual a sexo, porque el sexo es puramente biológico y una capacidad otorgada por Dios. Tampoco es amor, que encuentra en el sexo una de sus expresiones legítimas. La lujuria es el aislamiento del sexo, del verdadero amor. No hay pasión que lleve más rápidamente a la esclavitud como la lujuria, así como no hay una cuyas perversiones destruyan más rápidamente el poder del intelecto y de la voluntad. Los excesos afectan a la razón de cuatro modos: pervirtiendo el entendimiento, de manera que uno se vuelve intelectualmente ciego e incapaz de ver la verdad; debilitando la prudencia y el sentido de los valores, por lo que se desemboca en la temeridad; vigorizando el amor propio y hasta generar la irreflexión; debilitando la voluntad hasta que el poder de decisión se pierde y uno se vuelve víctima de la inconstancia de carácter. Los efectos sobre la voluntad y la razón son desastrosos. En aquellos que se entregan repetidas veces a los excesos, es posible que haya un odio a Dios y a la religión y una negación de la inmortalidad. El odio a lo divino viene porque Dios es visto como un obstáculo para la autogratificación. Los libertinos niegan a Dios porque su omnipresencia significa que su conducta ha sido observada por Aquel que la reprobará. Hasta tanto esos individuos abandonen su animalidad egocéntrica, deben insistir en ser ateos, ya que sólo un ateo es capaz de imaginar que nadie lo observa. La negación de la inmortalidad es un efecto secundario de la lujuria. Puesto que el ególatra vive cada vez en la carne, la idea de un juicio se le vuelve más y más desagradable. Para aquietar sus temores, adopta la creencia de que nunca habrá un Juicio. Aceptar la inmortalidad significaría una responsabilidad que el lujurioso ego del libertino teme enfrentar, ya que, si lo hiciera, lo forzaría a transformar su vida entera. La mera mención de una vida futura puede llevar a esta persona a un furioso cinismo; que le recuerden la posibilidad del juicio aumenta su angustiosa ansiedad. Todo intento de salvar a una persona así es visto por ella como un ataque a su felicidad. La creencia en Dios y en la inmortalidad haría que el ego libertino deseara ser un yo, pero cuando no está listo para abandonar su vicio, debe negarse a mantener ese tipo de pensamiento. Sería bueno que los defensores de la religión, al tratar con ególatras que están momentáneamente perdidos en los lodazales de la lujuria, aprendieran que debe existir una voluntad de cambio previo a un cambio en la creencia religiosa. Una vez que el libertino abandona el mal, buscará la Verdad, porque ya no necesita temerle. La lujuria no tiene relación con la lícita expresión del sexo dentro de un matrimonio legítimo. El amor matrimonial es la formación del “nosotros”, que es la extinción del ego-centrismo. En el amor matrimonial, el yo busca el crecimiento completo del Tú, de la personalidad opuesta al yo. No existe momento más sagrado que aquel en que el ego se rinde a otra personalidad, de manera tal que la necesidad de poseer desaparece en la alegría de amar a la otra persona. Estos amantes nunca están solos, porque se necesitan tres y no dos para hacer el amor, y ese tercero es Dios. Un ego ama a otro ego por lo que éste da, pero el yo ama a otro yo por lo que es. El amor es la unión de dos pobrezas que dan surgimiento a una gran riqueza. El divorcio, la infidelidad, la ausencia planeada de hijos, los matrimonios no válidos, son otras tantas parodias y herejías contra el amor, y aquello que es enemigo del amor, es enemigo de la vida y la felicidad. Fulton J. Sheen “Eleva tu corazón”.
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