Catecismo de la Iglesia Católica

LECCION #5

PASION Y MUERTE
DE JESUCRISTO

Eucaristía, Pasión y Muerte

1.    ¿A qué se llama en la Iglesia el ”Misterio Pascual” y por qué es tan importante?  (CIC-C #112)

El misterio pascual de Jesús comprende su Pasión, Muerte, Resurrección y Glorificación. 

Y es muy importante porque el centro de nuestra fe cristiana está  en esos misterios de la Pasión, Muerte, Resurrección y Glorificación de Cristo.  

Y porque en esos hechos del Misterio Pascual se ha cumplido el designio salvador de Dios.


2.     
¿Por qué Jesús, un hombre de paz, fue condenado a muerte?
¿Bajo qué acusaciones fue condenado Jesús?  (CIC-C #113)

Algunos jefes de Israel acusaron a Jesús de actuar contra la Ley y contra el Templo de Jerusalén.  Pero especialmente lo condenaron porque se había proclamado Hijo de Dios, y les parecía que esto iba contra la fe en un solo Dios. 


3.     
Pero…  en realidad ¿cómo se portó Jesús con la Ley de Israel? (CIC-C #114)

Jesús no abolió la Ley dada por Dios a Moisés en el Sinaí, sino que la perfeccionó y le dio su interpretación definitiva.  Y podía hacer esto porque El es el Legislador divino. 


4.      Jesús fue acusado de hostilidad hacia el Templo de Jerusalén. 
Pero ¿cuál fue la actitud de Jesús hacia el Templo de Jerusalén? (CIC-C#115)

Jesús veneró el Templo como “la casa de su Padre” (Jn 2, 16).  Allí impartió gran parte de sus enseñanzas.  Pero también predijo la destrucción del Templo, la cual tuvo lugar poco menos de 40 años después, en el año 70 dC.


5.      ¿Contradijo Jesús la fe de Israel en el Dios Único y Salvador? (CIC-C #116)

Jesús nunca contradijo la fe en un Dios único.  El problema fue que  Jesús realizó obras como el perdón de los pecados que lo revelaron como Dios Salvador (cf. Jn 5, 16-18).

Y como algunos judíos que no le reconocían como Dios hecho hombre (cf. Jn 1, 14) veían en él a "un hombre que se hace Dios" (Jn 10, 33), lo juzgaron como un blasfemo por esa razón. (CIC-594)


6.     
¿Los Judíos son culpables de la muerte de Jesús?
¿Quién es responsable de la muerte de Jesús? (CIC-C #117)

Nadie puede asignar a los Judíos una culpabilidad colectiva por la muerte de Jesús.  Es más, la Iglesia ciertamente profesa que todos los pecadores compartimos la culpa por la muerte de Jesús. 

Todo pecador, o sea todo hombre, es realmente causa e instrumento de los sufrimientos del Redentor;  y aún más gravemente son culpables aquéllos que más frecuentemente caen en pecado y se deleitan en los vicios, sobre todo si son cristianos.

Veamos como el  Concilio Vaticano II enfoca la participación de los judíos en la muerte de Jesús:

 "Lo que se perpetró en su pasión no puede ser imputado indistintamente a todos los judíos que vivían entonces ni a los judíos de hoy... no se ha de señalar a los judíos como reprobados por Dios y malditos como si tal cosa se dedujera de la Sagrada Escritura" (NA 4).

El texto del Catecismo da detalles sobre esta conclusión:

Las autoridades religiosas de Jerusalén no fueron unánimes en la conducta a seguir respecto de Jesús (cf. Jn 9, 16; 10, 19). Los fariseos amenazaron de excomunión a los que le siguieran (cf. Jn 9, 22).

A los que temían que "todos creerían en él; y vendrían los romanos y destruirían nuestro Lugar Santo y nuestra nación" (Jn 11, 48), el Sumo Sacerdote Caifás les propuso profetizando: "Es mejor que muera uno solo por el pueblo y no que perezca toda la nación" (Jn 11, 49-50).

El Sanedrín declaró a Jesús "reo de muerte" (Mt 26, 66) como blasfemo, pero, habiendo perdido el derecho a condenar a muerte a nadie (cf. Jn 18, 31), entregó a Jesús a los romanos acusándole de revuelta política (cf. Lc 23, 2) lo que le pondrá en paralelo con Barrabás acusado de "sedición" o sublevación (Lc 23, 19).

Son también las amenazas políticas las que los sumos sacerdotes ejercen sobre Pilato para que éste condene a muerte a Jesús (cf. Jn 19, 12. 15. 21). (CIC # 596) Pilato todavía buscaba la manera de dejarlo en libertad. Pero los judíos gritaban: «Si lo dejas en libertad, no eres amigo del César; el que se proclama rey se rebela contra el César.»  (Jn 19, 12)

Los Judíos no son responsables colectivamente de la muerte de Jesús.  Teniendo en cuenta la complejidad histórica manifestada en las narraciones evangélicas sobre el proceso de Jesús y sea cual sea el pecado personal de los protagonistas del proceso (Judas, el Sanedrín, Pilato), lo cual sólo Dios conoce, no se puede atribuir la responsabilidad del proceso al conjunto de los judíos de Jerusalén, a pesar de los gritos de una muchedumbre manipulada (Cf. Mc 15, 11) y de las acusaciones colectivas contenidas en las exhortaciones a la conversión después de Pentecostés (cf. Hch 2, 23. 36; 3, 13-14; 4, 10; 5, 30; 7, 52; 10, 39; 13, 27-28; 1 Ts 2, 14-15). «Ustedes, sin embargo, lo entregaron a los paganos para ser crucificado y morir en la cruz, y con esto se cumplió el plan que Dios tenía dispuesto … Sepa entonces con seguridad toda la gente de Israel, que Dios ha hecho Señor y Cristo a este Jesús a quien ustedes crucificaron.»  (Hch 2, 23 y 36)

El mismo Jesús perdonando en la Cruz (cf. Lc 23, 34) y Pedro siguiendo su ejemplo apelan a "la ignorancia" (Hch 3, 17) de los Judíos de Jerusalén e incluso de sus jefes. Y aún menos, apoyándose en el grito del pueblo: "¡Su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos!" (Mt 27, 25), que significa una fórmula de ratificación (cf. Hch 5, 28; 18, 6), se podría ampliar esta responsabilidad a los restantes judíos en el espacio y en el tiempo. (CIC #597)


7.   ¿Por qué la muerte de Cristo forma parte del designio de Dios?  (CIC-C #118)

La muerte violenta de Jesús no fue fruto del azar en una desgraciada constelación de circunstancias. Pertenece al misterio del designio de Dios, como lo explica S. Pedro a los judíos de Jerusalén ya en su primer discurso de Pentecostés: "fue entregado según el determinado designio y previo conocimiento de Dios" (Hch 2, 23).

Sin embargo, este lenguaje bíblico no significa que los que han "entregado a Jesús" (Hch 3, 13) fuesen solamente ejecutores pasivos de un drama escrito de antemano por Dios. (CIC #599)

En este caso, como en otros a lo largo de la historia de la humanidad y de nuestra propia historia, queda en evidencia el perfecto balance que existe entre la libertad humana y la Voluntad de Dios. 


8.    ¿Qué significa la expresión "Dios le hizo pecado por nosotros"?

Al enviar a su propio Hijo en la condición de esclavo (cf. Flp 2, 7), condición también de una humanidad caída y destinada a la muerte a causa del pecado (cf. Rm 8, 3), Dios "a Quien no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que viniésemos a ser justicia de Dios en Él" (2 Co 5, 21).  (CIC #602)

La traducción de la Biblia Latinoamericana nos ayuda a comprender mejor este comentario de San Pablo:   Dios hizo cargar con nuestro pecado al que no cometió pecado, para que así nosotros participáramos en El de la justicia y perfección de Dios. (2 Co 5, 21)

Jesús no conoció la reprobación como si Él mismo hubiese pecado (cf. Jn 8, 46).  Pero, en el amor redentor que le unía siempre al Padre (cf. Jn 8, 29), asumió nuestro alejamiento de Dios por nuestro pecado hasta el punto de poder decir en nuestro nombre en la cruz: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" (Mc 15, 34; Sal 22, 2).

Y por ser solidario con nosotros, pecadores, es decir, por haber asumido Él nuestro pecado la Escritura dice: "Dios no perdonó ni a su propio Hijo, antes bien le entregó por todos nosotros" (Rm 8, 32) para que fuéramos "reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo" (Rm 5, 10). (CIC #603)


9.    ¿De qué modo Cristo se ofreció a sí mismo al Padre? (CIC-C #119)

Toda la vida de Cristo es una oblación libre al Padre para dar cumplimiento a su designio de salvación.  Él da «su vida como rescate por muchos» (Mc 10, 45), y así reconcilia a toda la humanidad con Dios. 

Jesús reemplaza nuestra desobediencia por su obediencia: "Como por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo todos serán constituidos justos" (Rm 5, 19).

Cargando con el pecado de todos nosotros (Is 53, 10), Jesús repara por nuestras faltas y satisface al Padre por nuestros pecados (cf. Cc de Trento: DS 1529). (CIC #615)        


10.    ¿Por qué se nos dice al presentarnos la Hostia Consagrada antes de recibir la Comunión  "Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo"?

Porque San Juan Bautista, después de haber aceptado bautizarle en compañía de los pecadores (cf. Lc 3, 21; Mt 3, 14-15), vio y señaló a Jesús como el "Cordero de Dios que quita los pecados del mundo" (Jn 1, 29; cf. Jn 1, 36). Manifestó así que Jesús carga con el pecado de las multitudes (cf. Is 53, 12) y que es el Siervo doliente que se deja llevar en silencio al matadero (Is 53, 7; cf. Jr 11, 19) (CIC #608)

Cordero de Dios
"Este es el Cordero de Dios
que quita los pecados del mundo"

11.    ¿Por qué Cristo escogió la fecha de la Pascua Judía para su Muerte y Resurrección?

Escogió precisamente esa fecha como un símbolo de lo que iba a suceder con su Muerte y Resurrección.  Como el pueblo de Israel celebraba en la Fiesta de Pascua su liberación de la esclavitud en Egipto, así Cristo nos iba a librar de la esclavitud del pecado y del poder de la muerte con su Muerte y Resurrección.

La liberación que Cristo nos iba a conseguir con su Muerte y Resurrección era mucho más significativa y trascendente que la liberación de los israelitas de Egipto.

Jesús celebró la Fiesta de Pascua Judía con sus discípulos en la Última Cena.  Los judíos sacrificaban y comían un cordero en esa Fiesta.  Durante la Última Cena Jesús sustituyó el cordero pascual por Él mismo para reconciliar definitivamente a la humanidad con Dios.

Ultims Cena de Jesús
La Ultima Cena de Jesús

12.    ¿Qué sucede en la Última Cena?

  • Jesús lavó los pies a sus Apóstoles.
  • Instituyó la Eucaristía.
  • Instituyó el Sacramento del Orden Sacerdotal.

Al lavar los pies a sus discípulos nos enseñó que El está entre nosotros como un servidor, pues lavar los pies a los invitados y a los de la casa era el trabajo de los sirvientes.

Anunció y anticipó su Pasión redentora cuando tomó pan y, dando gracias, lo partió y se lo dio diciendo: «Esto es mi cuerpo, que es entregado por ustedes.  Hagan esto en memoria mía.»  Hizo lo mismo con la copa después de cenar, diciendo: «Esta copa es la alianza nueva sellada con mi sangre, que es derramada por ustedes». (Lc 22, 19-20).  Así, al pronunciar estas palabras sobre el Pan y el Vino, dejó instituido el Sacramento de la Eucaristía, como “memorial”.

“Memorial” no es un simple recuerdo del suceso, sino que significa la reactualización, o sea, el traer al presente, su sacrificio en la Cruz.

Y cuando mandó a sus Apóstoles  “Hagan esto en memoria mía” (1 Cor 11, 24b) los constituyó Sacerdotes de la Nueva Alianza, instituyendo el Sacramento del Orden Sacerdotal.


13.    ¿Qué relación hay entre la Última Cena y la Crucifixión?

En la última Cena con los Apóstoles, la víspera de su Pasión, Jesús anticipa, es decir, significa y realiza anticipadamente la oblación libre de sí mismo: «Esto es mi Cuerpo que será entregado por vosotros», «Ésta es mi Sangre que será derramada...» (Lc 22, 19-20). (CIC-C #120)


14.    ¿Qué sucede en la agonía del huerto de Getsemaní?   

El cáliz de la Nueva Alianza que Jesús anticipó en la Cena al ofrecerse a sí mismo (cf. Lc 22, 20), lo acepta a continuación, esa misma noche, de manos del Padre en su agonía de Getsemaní (cf. Mt 26, 42).

Cierto que Jesús ora: "Padre mío, si es posible, que pase de Mí este cáliz..." (Mt 26, 39).  Expresa así el horror que representa la muerte para su naturaleza humana.  (CIC #612)

La Oración en el Huerto
La Agonía de Jesús en el Huerto de Los Olivos

Y esto porque Jesús era verdadero Hombre.  Por eso experimentó el miedo a la muerte en el Huerto de los Olivos, después de la Última Cena, la noche antes de la Crucifixión. 

Pero durante esa noche anterior a su Pasión, en lo que llamamos la Agonía de Jesús en el Huerto (1º Misterio Doloroso), a pesar del horror que suponía la muerte para su humanidad, la voluntad humana del Hijo de Dios se adhiere a la voluntad del Padre.  Para salvarnos, acepta soportar nuestros pecados en su cuerpo, «haciéndose obediente hasta la muerte» (Flp 2, 8). (CIC-C #121)

Como vimos en la lección anterior, a pesar de que la voluntad humana de Cristo … está subordinada a su voluntad divina porque en su vida terrena, el Hijo de Dios ha querido humanamente lo que Él ha decidido divinamente junto con el Padre y el Espíritu Santo para nuestra salvación, (CIC-C #90), aún así, Jesús tuvo que luchar para consentir interiormente a la Voluntad del Padre de dar su vida por la vida de todos los seres humanos con la misma fortaleza humana que todos nosotros tenemos.

En ese momento estaba abandonado de todos, aún de sus amigos -los Apóstoles Pedro, Santiago y Juan, a quienes había invitado para que lo acompañaran a orar esa noche.  Jesús, en medio de esa lucha (es lo que significa agonía en griego) dijo sí.   «Padre, si esta copa no puede ser apartada de Mí sin que Yo la beba, que se haga tu voluntad.»  (Mt 12, 42).


15.    ¿Cuáles son los efectos del sacrificio de Cristo en la Cruz? (CIC-C #122)

Jesús ofreció libremente su vida en sacrificio expiatorio, es decir, ha reparado nuestras culpas con la plena obediencia de su amor hasta la muerte. Este amor hasta el extremo (cf. Jn 13, 1) del Hijo de Dios reconcilia a la humanidad entera con el Padre.

El sacrificio pascual de Cristo rescata, por tanto, a los hombres de modo único, perfecto y definitivo, y les abre a la comunión con Dios.


16.   ¿Algún otro hombre hubiera podido salvar a la humanidad?

Ningún hombre- aunque fuese el más santo- estaba en condiciones de tomar sobre sí los pecados de todos los hombres y ofrecerse en sacrificio por todos.

Lo que permite la salvación es la existencia en Cristo de la persona divina del Hijo, que al mismo tiempo sobrepasa y abraza a todas las personas humanas, y que le constituye Cabeza de toda la humanidad.  La Divinidad de Jesús es lo que hace posible su sacrificio redentor por todos.  (CIC #616)

En su tratado Cur Deus Homo (Por qué Dios se hizo Hombre), San Anselmo explica que la deuda del pecado era tan grande que sólo Dios podía satisfacerla, pero que era el hombre quien debía pagarla.  Por eso, quien lo hiciera debía ser Dios y Hombre.


17.    ¿Podríamos elaborar un ejemplo de la vida humana que diera una idea de lo que representa el que Cristo haya cargado con nuestros pecados?

Cualquier ejemplo que presentemos necesariamente expresará de manera imperfecta e incompleta lo que fue la Redención.  Pero los ejemplos nos pueden ayudar a tomar conciencia de lo que significó que Cristo asumiera nuestro pecado y pagara por nuestra culpa.

Imaginemos que hay una persona que ha dado muerte a un padre de familia.  En el juicio esa persona es declarada culpable y reo de pena de muerte.  Pero el único hijo del fallecido, que conoce bien y le tiene mucho cariño al culpable, se compadece de éste y pide que lo dejen libre, que él va a pagar la pena de muerte por el culpable.

Parece ilógico ¿no?  Parece una locura ¿verdad? … Pues, eso fue lo que Jesús hizo por nosotros: asumió El la culpa nuestra y la pagó hasta el extremo de dar su vida.

El ejemplo no es exacto, pero da una idea de lo que Cristo ha hecho por nosotros, de lo que significa ser salvado por El y de lo que es el Misterio de la Redención: una locura de Amor de Dios que nos perdona enviando a su Hijo Único a pagar nuestra sentencia.


18.   ¿Por qué Jesús murió precisamente crucificado en la Cruz?

De todas las formas de condena a muerte en la antigüedad, la Cruz era la más degradante y horrible.  Los ciudadanos romanos, por ejemplo, sea cual fuere su falta, no eran crucificados. 

Jesús Crucificado
Muerte de Jesús en la Cruz

Este detalle nos muestra cómo Jesús, inocente de toda culpa, participó en el más abismal de los sufrimientos.  Desde ese momento, nadie tiene derecho de decir: Dios no sabe lo que estoy sufriendo. 

Cristo, nuestro Redentor, escogió  la Cruz para cargar con la culpa de toda la humanidad, sufriendo el dolor de la humanidad, para regresar a esa humanidad a Dios.


19.    ¿Por qué llama Jesús a sus discípulos
–y a nosotros- a cargar con la propia Cruz? (CIC-C #123)

Al llamar a sus discípulos a tomar su cruz y seguirle (cf. Mt 16, 24), Jesús nos invita a participar en su sacrificio redentor.

Él "ofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de Dios sólo conocida, se asocien a este misterio pascual" (GS 22, 5).

El llama a sus discípulos a "tomar su cruz y a seguirle" (Mt 16, 24) porque El "sufrió por nosotros dejándonos ejemplo para que sigamos sus huellas" (1 P 2, 21).

El quiere, en efecto, asociar a su sacrificio redentor a aquéllos mismos que son sus primeros beneficiarios (cf. Mc 10, 39; Jn 21, 18-19; Col 1, 24).

Eso lo realiza en forma excelsa en su Madre, asociada más íntimamente que nadie al misterio de su sufrimiento redentor (cf. Lc 2, 35).  (CIC #618)

“Fuera de la Cruz no hay otra escalera por donde subir al cielo” (Sta. Rosa de Lima, Vida)

“En el plan de Dios mucho bien viene del sufrimiento” (San Columba Marmion)


20.    ¿Qué es la Encíclica “Salvici Doloris”, quién la escribió y cuál es el tema?  ¿Qué conceptos importantes contiene?

“Salvici Doloris” (Dolor Redentor) es el título de una de las primeras Encíclicas de Juan Pablo II (1984).  El tema que trata es el valor redentor del sufrimiento humano.

Nos dice: “Todo hombre tiene su participación en la redención.  Cada uno está llamado también a participar en ese sufrimiento por medio del cual se ha llevado a cabo la redención... Llevando a efecto la redención mediante el sufrimiento, Cristo ha elevado juntamente el sufrimiento humano a nivel de redención”  (JP II-SD #19).


21.     
De acuerdo a este concepto del valor redentor del sufrimiento, ¿qué actitud tener ante el sufrimiento, las enfermedades, las calamidades?  ¿Oponerse?  ¿Reclamar a Dios? 

Dios puede aliviar el sufrimiento.  Lo sabemos.  Dios puede sanar.   Y puede hacerlo -inclusive- milagrosamente.  Pero sólo si El quiere, y El lo quiere cuando  ello nos conviene para nuestro bien último, que es nuestra salvación eterna. 

Así que en pedir ser sanados o aliviados de algún sufrimiento, debemos siempre orar como lo hizo Jesús antes de su Pasión: “Padre, si quieres aparta de Mí esta prueba.  Sin embargo, no se haga mi voluntad sino la tuya” (Lc. 22, 42). 

Y, mientras dure la prueba, mientras dure el sufrimiento o la enfermedad, hacer como nos pidió el Papa Juan Pablo II en esta Encíclica: unir nuestro sufrimiento al sufrimiento de Cristo, para que pueda servir de redención para nosotros mismos y para otros.


22.     
Pero  ¿por qué el sufrimiento humano?  ¿Qué nos dijo Juan Pablo II?

Juan Pablo II ratificó en esta Encíclica la enseñanza milenaria de la Iglesia con relación al sufrimiento:

El sufrimiento humano es un misterio, un misterio que se enmarca dentro del misterio de la Redención de Cristo, un misterio para el cual no hay una respuesta como la que esperamos, un misterio al cual Cristo no responde sino que llama para que le sigamos en su sufrimiento y colaboremos con El en la salvación del mundo y el triunfo final de las fuerzas del Bien.


23. ¿Para qué es el sufrimiento humano?

El sufrimiento, entonces, es un misterio, un misterio que se convierte en una invitación de Cristo a seguirle y a colaborar con El en la salvación del mundo y en el triunfo final de las fuerzas del Bien.

En su Encíclica “Salvifici Doloris” Juan Pablo II nos planteó un concepto novedoso con relación al sufrimiento.  Nos dijo que el sufrimiento se enmarca, además, dentro de la lucha entre las fuerzas del Bien y las del mal, y que nuestros sufrimientos, unidos a los de Cristo colaboran en el triunfo final de las fuerzas del Bien (cfr. SD, 26), es decir, tiene también un sentido escatológico.


24. ¿De verdad Jesús murió?  Algunos piensan que pudo resucitar porque sólo aparentó estar muerto
, pero que en realidad no murió.

Jesús murió de veras.  Su cuerpo fue sepultado.  Todas las fuentes corroboran este hecho. 

Los soldados se aseguraron de que muriera.  Para ello abrieron el pecho de Jesús con una lanza y de éste brotaron sangre y agua.  Es más, el Evangelio nos dice que a los dos que crucificaron con Él, le quebraron las piernas, un procedimiento que se hace para acelerar la muerte.  Este procedimiento no se hizo con Cristo, porque ya había muerto.

Fueron, pues, los soldados y quebraron las piernas de los dos que habían sido crucificados con Jesús.  Pero al llegar a Jesús vieron que ya estaba muerto, y no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le abrió el costado con la lanza, y al instante salió sangre y agua.  (Jn 19, 32-34)


25.     ¿En qué condiciones se encontraba el cuerpo de Cristo mientras estaba en el sepulcro?  (CIC-C #124)

 Cristo sufrió una verdadera muerte, y verdaderamente fue sepultado.  Pero su divinidad preservó su cuerpo de la corrupción.

En su designio de salvación, Dios dispuso que su Hijo no solamente "muriese por nuestros pecados" (1 Co 15, 3) sino también que "gustase la muerte", es decir, que conociera el estado de muerte, el estado de separación entre su alma y su cuerpo, durante el tiempo comprendido entre el momento en que él expiró en la Cruz y el momento en que resucitó.  (CIC # 624)

Durante el tiempo que Cristo permaneció en el sepulcro su Persona divina continuó asumiendo tanto su alma como su cuerpo, separados sin embargo entre sí por causa de la muerte. Por eso el cuerpo muerto de Cristo "no conoció la corrupción" (Hch 13,37).  (CIC #630)

Por el hecho de que en la muerte de Cristo el alma haya sido separada de la carne, la persona única no se encontró dividida en dos personas; porque el cuerpo y el alma de Cristo existieron … desde el principio de su existencia terrena en la persona del Verbo; y en la muerte, aunque separados el uno de la otra, permanecieron cada cual con la misma y única persona del Verbo (S. Juan Damasceno, f.o. 3, 27). (CIC #626)

Ahora bien, la muerte de Cristo fue una verdadera muerte en cuanto que puso fin a su existencia humana terrena.  Pero a causa de la unión que la Persona del Hijo (Persona Divina) conservó con su cuerpo, éste no fue un despojo mortal como los demás porque "no era posible que la muerte lo dominase" (Hch 2, 24) y por eso de Cristo se puede decir a la vez: "Fue arrancado de la tierra de los vivos" (Is 53, 8); y: "no permitirás que tu santo experimente la corrupción" (Hch 2,26-27; cf.Sal 16, 9-10).  (CIC #627)

ORACION

Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
¡Oh, buen Jesús!, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas, que me aparte de Ti.
Del maligno enemigo, defiéndeme.
En la hora de mi muerte, llámame.
Y mándame ir a Ti.
Para que con tus santos te alabe.
Por los siglos de los siglos.
Amén.

 

Versión resumida de esta lección

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Resurrección y Ascensión de Jesús

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