SEÑALES EN EL CAMINO 4ª Señal 3. Si Dios dirige todo CIC #309 “Si Dios Padre todopoderoso, Creador del mundo ordenado y bueno, tiene cuidado de todas sus criaturas, ¿por qué existe el mal? A esta pregunta tan apremiante como inevitable, tan dolorosa como misteriosa no se puede dar una respuesta simple. El conjunto de la fe cristiana constituye la respuesta a esta pregunta: la bondad de la creación, el drama del pecado, el amor paciente de Dios que sale al encuentro del hombre con sus Alianzas, con la Encarnación redentora de su Hijo, con el don del Espíritu, con la congregación de la Iglesia, con la fuerza de los sacramentos, con la llamada a una vida bienaventurada que las criaturas son invitadas a aceptar libremente, pero a la cual, también libremente, por un misterio terrible, pueden negarse o rechazar.“ Dios no quiere directamente ningún mal físico, entendido como privación de algún bien físico (por ejemplo, una enfermedad). Tampoco quiere directamente ninguna carencia, como una privación injusta de la libertad, una situación económica difícil, pero permite estos llamados “males” y a partir de ellos obtener mayores bienes. Estos llamados “males” pueden resultar “bienes” cuando los aprovechamos como lo que son: gracias de privación, de sufrimiento, de dolor, aún de purificación, para crecer en nuestra vida espiritual. Hasta del pecado Dios puede sacar un bien. Del Pecado Original nos da la Redención. Dios, por supuesto, no quiere que pequemos. Pero también del pecado Dios puede sacar un bien: el arrepentimiento del pecador, para que se manifieste su infinita Misericordia; la humillación de la persona para que crezca en humildad y, por tanto, en santidad. De allí que San Agustín enseñe: “El Dios Omnipotente no habría permitido que hubiese mal en sus obras si no fuese tan Omnipotente y Bueno que consiga sacar bien del propio mal”.
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