SEÑALES EN EL CAMINO 6ª Señal 12.1. ¿Cómo están los católicos hoy? Hay millones de Católicos en el mundo hoy, que pueda que crean, pero no viven como discípulos de Cristo, tal vez ni siquiera entienden en qué consiste esto. Es alarmante la disminución de la asistencia a la Iglesia, donde la mínima presencia de jóvenes y la edad promedio de los presentes es realmente preocupante. Pero, además, lo más serio es la decadencia en la fe y en la moral entre los que se llaman católicos y aún entre los que asisten a las Iglesias. Ralph Martin, en su libro “Urgencia de la Nueva Evangelización”, hace este comentario irónico, pero muy realista: “Si tuviera que describir la manera como nuestros Católicos, y también los creyentes en un sentido cultural más amplio, ven la salvación hoy, sería algo así: “Ancho y fácil es el camino que lleva a la salvación/al Cielo, y casi todos andan por él. Angosto y difícil es el camino que lleva a la condenación/al Infierno, y muy pocos, o nadie, andan por ese camino”. Bueno, piensan algunos, hay excepciones, como Hitler o Stalin. A lo mejor ésos están en el Infierno. El problema está en ver la salvación de esta manera, tan opuesta a lo que Jesús nos dijo sobre estos temas: “Entren por la puerta angosta, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que conduce a la ruina, y son muchos los que pasan por él. Pero ¡qué angosta es la puerta y qué escabroso el camino que conduce a la salvación! y qué pocos son los que lo encuentran.” (Mt 7, 13-14) “Alguien le preguntó: «Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvarán? »Jesús respondió: «Esfuércense por entrar por la puerta angosta, porque yo les digo que muchos tratarán de entrar y no lo lograrán. (Lc 13: 23– 24) No le bastó esto al Señor, sino que sin ambigüedades habló de la separación de la humanidad que tendrá lugar en el Juicio Final: “Jesús les dijo: «El que siembra la semilla buena es el Hijo del Hombre. El campo es el mundo. La buena semilla es la gente del Reino. La maleza es la gente del Maligno. El enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles. Vean cómo se recoge la maleza y se quema: así sucederá al fin del mundo. El Hijo del Hombre enviará a sus ángeles; éstos recogerán de su Reino todos los escándalos y también los que obraban el mal, y los arrojarán en el horno ardiente. Allí no habrá más que llanto y rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. Quien tenga oídos, que entienda.” (Mt 13: 37– 43) “No se asombren de esto; llega la hora en que todos los que estén en los sepulcros oirán mi voz. Los que obraron el bien resucitarán para la vida, pero los que obraron el mal irán a la condenación.” (Jn 5: 28– 29) Esto lo dijo Jesús a los judíos de su época. Así estaban las cosas entonces. Pero la Palabra de Dios es para todos los tiempos. Y … ¿nuestros tiempos serán mejor que aquéllos? En algunos momentos de la historia de la humanidad las estadísticas pueden haber sido diferentes: muchos pueden haber estado en el camino de la salvación, y pocos iban hacia la condenación. Pero en nuestro tiempo, ¿cómo están las cosas? Sabemos que Jesús lloró viendo a Jerusalén desde lejos: «Al acercarse y viendo la ciudad, lloró por ella, … porque no has reconocido el tiempo ni la visita de tu Dios.» (Lc 19, 41 y 44). Lloró porque veía la perspectiva de que muchos escogerían perderse. Sabemos, además, que la gente que hoy está en el camino ancho de la perdición, algunos al menos, podrían cambiar de ruta y optar por el camino correcto. Para eso es la Evangelización: se trata de invitar a la gente a creer de verdad, a arrepentirse, a dejar el camino ancho y fácil y pasarse al camino angosto y difícil. Difícil, pero verdadero, bueno, bendito. Y es que ese Camino es el mismo Jesús, que nos dijo: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”(Jn 14, 6). Camino = la moral, la ética Pero no nos asombremos de la cantidad de gente que piensa que esto de la salvación y la condenación ya no es como es. Piensan que esto ya cambió, que ya casi nadie se condena. O que el Infierno no existe, y si existe está vacío. Todas rémoras de las enseñanzas modernistas heréticas que siguieron al Concilio Vaticano II, no así los documentos conciliares. Y esas ideas continúan difundiéndose en nuestros días. ¿Qué es lo que el Concilio enseñó oficialmente sobre la salvación y que ha sido ratificado por el Catecismo de la Iglesia Católica? Los que, sin culpa suya no conocen a Cristo y a la Iglesia por El fundada “buscan a Dios con sincero corazón e intentan en su vida, con la ayuda de la gracia, hacer la voluntad de Dios, conocida a través de lo que les dice su conciencia, pueden conseguir la salvación eterna” (Vat.II, LG 16)”. (CIC #847) Analicemos bien las circunstancias mencionadas en esta afirmación, por cierto, no imposibles, pero bien poco comunes, si no es que son casi utópicas: 1º) Que la ignorancia que tienen del Evangelio no sea por su propia culpa. 2º) Que a pesar de esa ignorancia, de verdad estén buscando a Dios y deseando conocer su voluntad para seguirla. 3º) Que están llevando una vida acorde a la luz y la gracia que Dios les está dando. Pero notemos este dato que nos dejó dicho Juan Pablo II con motivo del Jubileo del año 2000: “quien se salve, dentro o fuera de la Iglesia, se salva por la gracia de Cristo y a través de su Iglesia … De todos modos, se encuentran en una situación deficitaria si se compara con la de los que en la Iglesia tienen la plenitud de los medios salvíficos”. (Dominus Iesus) Esa idea de que todo el mundo se salva y nadie se condena se ha venido sazonando más recientemente con una visión complaciente de lo que es la Misericordia Divina. Se piensa y se dice: “Es que Dios es tan misericordioso, que no puede condenar a nadie. Bueno, salvo a los que son así como Hitler. Eso del Infierno es imposible. “ Pero San Pablo ya nos había alertado acerca del combate espiritual en Efesios 6, donde nos dice que somos blancos de los ataques de los poderes espirituales infernales, que continuamente dirigen sus dardos incendiarios hacia nosotros, para afectar nuestra manera de pensar, nuestras emociones y nuestra acciones. Y cabe preguntarnos: si el creyente y practicante siente esta lucha y trata de protegerse, ¿en qué condiciones están los que no creen, los que creen que se van a salvar andando por el camino fácil de la perdición, los que no creen ni en el Demonio, ni en el Infierno, si ni siquiera están vestidos con la armadura de la fe que es la que puede detener los dardos incendiarios de los ataques d el Maligno?(ver Ef 6:Lucha Espiritual) Por esto es que es urgente la Evangelización, el llamar a la gente a la fe, al arrepentimiento, a la conversión, a cambiar de vida, porque su vida está a riesgo. Y este mensaje hay que llevarlo a los que no han oído el Evangelio, el Evangelio de verdad. Que algunos hay, porque no ha habido catequesis adecuada y extendida por más de 60 años en la Iglesia. Pero también están a riesgo los católicos alejados, que son fríos, relativistas. Toda la gente bautizada, que hizo su Primera Comunión y pueda que hasta esté confirmada y que, aunque creen en Dios, son ateos de hecho porque viven como si Dios no existiera. Y el Concilio Vaticano II hace un fuerte advertencia a éstos: “No se salva, sin embargo, aunque esté incorporado a la Iglesia, quien, no perseverando en la caridad, permanece en el seno de la Iglesia «en cuerpo», mas no «en corazón». Pero no olviden todos los hijos de la Iglesia que su excelente condición no deben atribuirla a los méritos propios, sino a una gracia singular de Cristo, a la que, si no responden con pensamiento, palabra y obra, lejos de salvarse, serán juzgados con mayor severidad”. (LG 14) Lo había anunciado ya Jesucristo: “No bastará con decirme: ¡Señor!, ¡Señor!, para entrar en el Reino de los Cielos; más bien entrará el que hace la voluntad de mi Padre del Cielo”. (Mt 7: 21). Está claro que no bastará simplemente con el ser bautizado, o aún asistir a la Misa, para ser salvado. Se requiere fe, que lleva a la obediencia a la Voluntad de Dios y que nos hace seguidores de Cristo. ORACION ORACION
|
||||
|
||||
|
||||