SEÑALES EN EL CAMINO 6ª Señal 12.2. Entonces, nuevamente, ¿Por qué evangelizar? Es muy sencilla la respuesta. Pero no es una respuesta que se oye con frecuencia: porque el destino eterno –Cielo o Infierno- de millones de Católicos, y de millones y millones de no-Católicos, pende de un hilo. No es lógico que se piense que el Cristianismo es una forma de ser de algunos seres humanos, sino que es un mensaje que verdaderamente es de vida o muerte: vida eterna en el Cielo o muerte eterna en el Infierno. Y las cosas como están, no hay manera en que la Iglesia pueda llevar a cabo su misión de salvación si todos y cada uno de los Católicos activos no toman una actitud militante. Por lo demás eso fue lo que Cristo nos dejó dicho, ¿no? Lo recuerda hasta el Código de Derecho Canónico: El Párroco está obligado a … esforzarse con todos los medios posibles, también con la colaboración de los fieles, para que el mensaje evangélico llegue igualmente a quienes han dejado de practicar o no profesen la verdadera fe”. (Canon 528) Juan Pablo II en el Jubileo del Año 2.000: “He repetido muchas veces en estos años la « llamada » a la nueva evangelización. La reitero ahora, sobre todo para indicar que hace falta reavivar en nosotros el impulso de los orígenes, dejándonos impregnar por el ardor de la predicación apostólica después de Pentecostés. Hemos de revivir en nosotros el sentimiento apremiante de Pablo, que exclamaba: « ¡ay de mí si no predicara el Evangelio! » (1 Co 9,16). Esta pasión suscitará en la Iglesia una nueva acción misionera, que no podrá ser delegada a unos pocos « especialistas », sino que acabará por implicar la responsabilidad de todos los miembros del Pueblo de Dios. Quien ha encontrado verdaderamente a Cristo no puede tenerlo sólo para sí, debe anunciarlo. Es necesario un nuevo impulso apostólico que sea vivido, como compromiso cotidiano de las comunidades y de los grupos cristianos.” (JPII 2000, Novo Millenio Ineunte) Lo que está haciendo falta es que la evangelización forme parte de la identidad fundamental de todo Católico y que el evangelizar sea una forma de ser “católica”. Ya lo reclamaba el Vaticano II: “Pero este apostolado no consiste sólo en el testimonio de la vida: el verdadero apóstol busca las ocasiones de anunciar a Cristo con la palabra, ya a los no creyentes para llevarlos a la fe; ya a los fieles para instruirlos, confirmarlos y estimularlos a una vida más fervorosa: "la caridad de Cristo nos urge" (2 Cor., 5,14), y en el corazón de todos deben resonar aquellas palabras del Apóstol: "¡Ay de mí si no evangelizare"! (1 Cor., 9,16). El Vaticano II advertía lo que ya se veía venir: “Mas como en nuestros tiempos surgen nuevos problemas, y se multiplican los errores gravísimos que pretenden destruir desde sus cimientos todo el orden moral y la misma sociedad humana, este Sagrado Concilio exhorta cordialísimamente a los laicos, a cada uno según las dotes de su ingenio y según su saber, a que suplan diligentemente su cometido, conforme a la mente de la Iglesia, aclarando los principios cristianos, defendiéndolos y aplicándolos convenientemente a los problemas actuales.” (AA 6) Queda claro que, aunque la misión católica del laico pudiera ser en el área política, económica, social, internacional, docente, etc., o en ocuparse directamente de obras de caridad organizadas, cada uno sigue teniendo la obligación de proclamar persona a persona a Cristo, tratando de llevar a otros a la conversión, a la verdadera fe o a una profundización de la fe. ORACION ORACION
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