Cómo ser salvo?

SEÑALES EN EL CAMINO
DE SALVACIÓN

6ª Señal
Amor al prójimo


2.      ¿Qué es el amor?  AMOR ES …  ¿Cómo funciona el amor?

La Caridad, o sea, el Amor, es una virtud, es decir, una costumbre o un hábito de característica espiritual.  Siendo virtud, es infundida por Dios en nuestra alma, que crece al nosotros ejercitarla.

Por medio de esta virtud, podemos amar a Dios sobre todas las cosas -por lo que Dios es- y también podemos amar a nuestros semejantes, porque Dios ha infundido su Amor en nuestros corazones (cf. Rom 5,5), para que seamos capaces de amar con el Amor con que El nos ama.

San Juan declara:  En esto consiste el amor:  no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó primero. (1 Jn 4, 10)

Reiteramos que nosotros no podemos amar por nosotros mismos, sino que Dios nos ama y con ese Amor con que Dios nos ama, podemos nosotros amar:  amarle a El y amar también a los demás.  Si Dios no nos amara, los seres humanos seríamos incapaces de amar.

Esto significa también que ambos Mandamientos -el Amor a Dios y el amor al prójimo- están unidos.  Uno es consecuencia del otro.

Si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos mutuamente. (1 Jn 4, 11)

Pues este es el mandamiento que recibimos de El:  él que ama a Dios, ame también a su hermano.(1 Jn 4, 21)

Se ha comparado esta doble dirección del Amor con los elementos de una cruz:  la línea vertical indica el amor a Dios y la horizontal el amor a los hombres ... para indicar así que ambos son inseparables.  Pero, como podemos ver por la cruz, el madero vertical (el amor a Dios) es el que sostiene al horizontal (el amor a los demás).

Y esta obligación de amar a los demás está basada en que todos los seres humanos, sin excepción, somos “imagen de Dios”.  He ahí nuestra dignidad:  la imagen de Dios está impresa en nuestra alma.  Allí se basa la Ley del Amor:  en el reconocimiento del valor que tiene cada ser humano, en quienes reconocemos y estimamos la imagen de Dios.

.       San Juan, Apóstol y Evangelista, es quien nos da más detalles acerca del amor a Dios y el amor al prójimo.  Muchas veces se resalta que quien dice que ama a Dios y no ama al prójimo, miente. 

Pero en este trozo de su Primera Carta, San Juan nos da la otra cara de la misma moneda:  “Cuando amamos a Dios y cumplimos sus mandatos, tenemos la certeza de que amamos a los hijos de Dios.  Porque guardar los mandatos de Dios es amar a Dios”.  (1 Jn. 5, 1-6) 

Es decir, para amar a nuestros hermanos, hijos de Dios como nosotros, hemos de amar a Dios primero.  Y amar a Dios es complacerlo en cumplir lo que El nos pide en sus mandatos.  Así, amando a Dios, amamos también a los hijos de Dios.

Ese amor a Dios con el que nos amamos entre nosotros es lo que hacía que los primeros cristianos vivieran un verdadero espíritu de comunidad:  La multitud de los fieles tenía un solo corazón y una sola alma. (Hech. 4, 32)

¿Qué es lo que distingue a una verdadera comunidad?  Nos lo dice elocuentemente esta frase de Hechos:  el tener “un solo corazón y una sola alma”.   Es decir, tener un mismo pensar y un mismo sentir. 

Una verdadera comunidad no se logra con técnicas de dinámica de grupo, ni con aplicaciones de la psicología al funcionamiento de un grupo determinado.  La comunidad no la podemos hacer por nosotros mismos, pues quien la hace es Dios, dándole “un solo corazón y una sola alma”.   Y es Dios Quien crea en medio de la comunidad un mismo sentir y un mismo pensar, cuando las personas se entregan a El, a amarlo primero a El, haciendo lo que El desea y pide.  Es el amor a Dios fluyendo entre las personas lo que hace “comunidad”.

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Amor al prójimo
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