Cómo ser salvo?

SEÑALES EN EL CAMINO
DE SALVACIÓN

6ª Señal
Amor al prójimo


6.    ¿Cómo poder ir siendo nosotros misericordiosos como Dios es misericordioso? 

A veces cuesta mucho, pues nuestra tendencia natural es el juicio, el resentimiento, la venganza.

Pero la receta es sencilla:  hay que amar a Dios primero; es decir, complaciendo a Dios en lo que El nos pide, entregándonos a El para hacer sólo su Voluntad.  Hay que orar para descubrir y seguir la Voluntad de Dios.  De esa manera, su Amor crecerá en nosotros para nosotros poder prodigarlo a los demás, y así poder ir siendo también nosotros misericordiosos.

El Papa Francisco entiende esto muy bien, lo practica él mismo y en sus predicaciones ha puesto énfasis en la Misericordia.  Pero no la misericordia del Dios misericordioso-alcahuete, tan prevalente en nuestros días.  El Papa recalca la misericordia del pecador perdonado que sabe que si Dios es misericordioso, él tiene que tratar de imitar esa Misericordia.

Para remarcar esto más, el Papa repartió el Domingo 18-nov-2013 a los presentes en la Plaza San Pedro, unas cajitas de un “medicamento” espiritual, la “Misericordina”, que recomendó a los fieles tomar para mantener los frutos del Año de la Fe que culminó 24 de noviembre de 2013.

Al interior de la caja de “Misericordina” la gente consiguió un rosario, una imagen de la Divina Misericordia y un folleto explicando la posología, cómo se administra este medicamento.

“Tómenla, hace bien al corazón, al alma y a toda la vida”, dijo el Papa.

Lo que debemos observar es cómo el Papa prioriza la misericordia con sus gestos y sus consejos –y hasta con este recurso publicitario.

Otro detalle que no debemos dejar pasar:  el Papa pone la misericordia como remedio para mantener la Fe.

¿Por qué?  ¿Qué relación tiene la Fe con la Caridad?  Es que las Virtudes Teologales –Fe, Esperanza y Caridad- son un trío.  Y si se comienza a fallar en una, las demás se debilitan.

Por eso dice San Juan:  ¿Y cuál es su mandato? Que creamos en el Nombre de su Hijo Jesucristo y nos amemos unos a otros, tal como El nos lo ordenó. (1 Jn 3, 23)  Fe y amor son mandatos del Señor y van juntos.

El que ama a su hermano permanece en la luz y no hay en él causas de tropiezo.  (1 Jn 2, 10)  El que ama mantiene la Fe, la luz de la Fe.  Y el que no ama va apagando la Fe.

Si uno dice «Yo amo a Dios» y odia a su hermano, es un mentiroso. Si no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve. (1 Jn 4, 20)

 

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Amor al prójimo
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