Cómo ser salvo?

SEÑALES EN EL CAMINO
DE SALVACIÓN

7ª Señal
Amor a la Sagrada Eucaristía

Efectos de la Sagrada Comunión

13.    ¿Cuáles son los efectos de la Sagrada Comunión?

Al hablar de la Sagrada Comunión en la Suma Teológica, Santo Tomás de Aquino refiere de dos clases de alimentación:  sacramental y espiritual.   Así que la Comunión tiene efectos sacramentales y efectos espirituales.

La alimentación sacramental tiene lugar al recibir la Comunión con alguna comprensión y un cierto deseo de recibir lo que estamos recibiendo.  Y la alimentación espiritual sucede cuando la recepción sacramental va acompañada de un verdadero anhelo de unión con Cristo.  Así recibo, no solamente el Sacramento mismo, sino el efecto sacramental mediante el cual estoy espiritualmente unido a Cristo en fe y amor.

Pero no siempre tenemos ese anhelo de unión con Cristo, ni la devoción que amerita la Sagrada Comunión.  Por eso hay que pedirle siempre a la Santísima Virgen que prepare nuestro corazón para recibir a su Hijo, que nos consiga ese anhelo de unión con su Hijo.

Ella fue el primer tabernáculo viviente, según decía Santa Catalina de Siena.  Ella puede ayudarnos a ser también tabernáculos, lo menos indignos posible, para recibir a su Hijo en la Sagrada Comunión.

El Papa Juan Pablo II ampliaba este bello concepto un poco más:  el amén que pronunciamos al recibir la Comunión se asemeja al fiat de María en la Anunciación.  “A María se le pidió creer que quien concibió ‘por obra del Espíritu Santo’ era ‘el Hijo de Dios’ (cf. Lc. 1, 30-35) … En el Misterio Eucarístico se nos pide creer que el mismo Jesús, Hijo de Dios e Hijo de María se hace presente con todo su ser humano-divino en las especies del pan y del vino” (Ecclessia de Eucharistia #55).

“¿Cómo imaginar los sentimientos de María al escuchar de la boca de Pedro, Juan, Santiago y los otros Apóstoles, las palabras de la Última Cena:  ‘Este es mi Cuerpo entregado por vosotros’ (Lc. 22, 19)?  Aquel Cuerpo entregado como sacrificio y presente en los signos sacramentales ¡era el mismo Cuerpo concebido en su seno!” (Ecclessia de Euhcaristia #56).

De nuevo:  para evitar caer en la rutina y en la actitud de derecho adquirido,  pedimos a la Virgen -que conoce bien lo que fue recibir a su Hijo, primero en la Encarnación, luego en la Eucaristía- que suscite en nosotros estos sentimientos de asombro, de reverencia y de profundo agradecimiento ante tan inefable privilegio.

Recibir la Comunión significa entrar en unión. No significa nada más que Jesús viene a nosotros:  implica una relación de unión. Por tanto, ese deseo de Cristo unirse a nosotros requiere nuestra respuesta:  debemos darnos a El como El se da a nosotros.

Uno de los Padres de la Iglesia, San Cirilo de Jerusalén, nos regala una imagen eucarística que puede ayudarnos a apreciar y tomar conciencia de lo que significa Comunión:  si vertimos cera derretida sobre cera derretida, una inter-penetra a la otra de manera perfecta.  Así es la unión de Cristo con nosotros y de nosotros en Cristo cuando comulgamos.

Como las imágenes nos ayudan a imaginar lo inimaginable, otra imagen que puede servir es la de la llama de dos velas unidas, las cuales se confunden en una sola.

 

7ª Señal
Amor a
la Sagrada Eucaristía
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