SEÑALES EN EL CAMINO 8ª Señal 22. Dogmas Marianos: 3º . INMACULADA CONCEPCIÓN La doctrina de la Inmaculada Concepción fue oficialmente definida como dogma por el Papa Pío IX en 1854. Y nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica: “A lo largo de los siglos, la Iglesia ha tomado conciencia de que María "llena de gracia" por Dios (Lc 1, 28) había sido redimida desde su concepción. Es lo que confiesa el dogma de la Inmaculada Concepción, proclamado en 1854 por el Papa Pío IX: «... la bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda la mancha de pecado original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo, Salvador del género humano (Pío IX, Bula Ineffabilis Deus: DS, 2803). (CIC #491) Inmaculada Concepción o la Virgen Inmaculada significa que la Virgen María fue concebida sin pecado original, libre de mancha de pecado. Eso es lo que significa ser inmaculada: sin mancha. NOTA: A veces se confunde el Misterio de la Inmaculada Concepción de la Virgen María con la concepción del Jesús en el seno de la Virgen María, que es el Misterio de la Encarnación del Hijo de Dios. . ¿Cuándo celebra la Iglesia la Fiesta de la Inmaculada Concepción? El día 8 de Diciembre. . Detallemos en qué consiste ese dogma que cada 8 de diciembre celebramos los Católicos como una de las Fiestas grandes de la Iglesia: La Inmaculada Concepción de María significa que ella fue preservada del pecado original y de sus consecuencias desde el primer instante de su existencia, desde su concepción en el vientre de su madre Santa Ana. Fue “inmaculada” desde su “concepción”. Pero el privilegio de la Madre de Dios no se queda allí, sino que sabemos que fue también llena de gracia desde el primer momento de su existencia. Dios deseó, entonces, que la Virgen María, la que iba a ser su Madre, fuera concebida en estado de gracia y santidad, libre de las consecuencias del pecado original de nuestros primeros progenitores. Eso significa que María no estuvo nunca sometida a la esclavitud del demonio, ni tenía inclinación al mal, ni oscurecimiento de su entendimiento, consecuencias del pecado original, con las cuales todos los demás mortales somos concebidos. Tampoco estaba sujeta a dos consecuencias adicionales: el sufrimiento y la muerte. Ella, por cierto, experimentó estas dos cosas, no porque estuviera sujeta a ellas, sino que las padeció como colaboración para nuestra salvación. . ¿Aparece en la Biblia la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María? El anuncio de la Inmaculada Concepción de la Madre de Dios se encuentra muy al comienzo de la Biblia en Gn. 3, 15. Al ser descubiertos Adán y Eva en su pecado de rebeldía contra Dios, el Creador acusa a la serpiente, es decir, a Satanás, y le anuncia: “Pondré enemistad entre ti y la Mujer, entre tu descendencia y la suya; y su descendencia te aplastará la cabeza”. Con María comienza la lucha entre la descendencia de la Mujer (Jesucristo) y la de la serpiente. Esa lucha se resolverá con la victoria definitiva del que es descendiente de la Virgen y también Hijo de Dios. Por cierto, la descendencia de la serpiente está muy bien expuesta en La Pasión de Mel Gibson, cuando aparece esa figura androide que representa al demonio con un niño horroroso en los brazos. Pero, además, en el momento de la Anunciación, cuando tuvo lugar la concepción de Jesús, o sea la Encarnación del Hijo de Dios, el Arcángel Gabriel saluda a María con aquel “llena de gracia”, que nos trae el Evangelio (Lc. 1, 26-38), el cual se lee en la Fiesta de la Inmaculada Concepción. Y ¡claro! Ella es “llena de gracia” porque está llena de la Gracia misma que es Dios y porque nunca el pecado la tocó. De otra manera no hubiera podido ser saludada así por el mensajero de Dios. Es la mayor prueba de la Inmaculada Concepción de María. La Santísima Virgen María es la primera redimida. Es redimida, inclusive, antes de la llegada de su Hijo, el Redentor. Con Ella comienza la redención, porque nos trae al Salvador del mundo. De allí que San Pablo en ese maravilloso himno de alabanza con que comienza su carta a los Efesios alabe a “Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en El, con toda clase de bienes espirituales y celestiales ... para que fuéramos santos e irreprochables a sus ojos”. (Ef. 1, 3-4) Dentro de ese maravilloso plan divino de que nos habla San Pablo, por el cual se nos bendice con toda clase de bienes espirituales, la mayor bendecida es -por supuesto- la Madre de Dios, pues Ella es la más “santa e irreprochable a los ojos de Dios”, ya que, como nos dice el Concilio Vaticano II, “fue enriquecida desde el primer instante de su concepción con esplendores de santidad del todo singular” (LG 56), superando Ella “con mucho a todas las criaturas celestiales y terrenas” (LG 53). Pero, además el mayor bien que se nos ha dado ha sido Ella y su descendencia, pues por Ella, comenzando con su Inmaculada Concepción, se nos ha dado la salvación y el perdón del pecado. Ese maravilloso plan divino ya se sucedió en María por ese privilegio inmensísimo de su concepción sin mancha. Pero el privilegio no termina en ese misterio maravilloso de la Inmaculada Concepción, sino que también -y muy especialmente- nos llegan nuevas gracias por el sí constante y permanente a la Voluntad Divina, que María dio a lo largo de su vida. Y para aprovechar ese montón de gracias, es indispensable que nosotros, purificados ya del pecado original por el Bautismo, también demos nuestro sí, el cual debe tender a ir siendo constante y permanente, como el de María. . ¿Qué relación hay entre el Dogma de la Inmaculada Concepción y la aparición de la Santísima Virgen María en Lourdes? Cuando Santa Bernardita preguntó a la “Señora” que se le aparecía en Lourdes, Francia, por allá a mediados del siglo 19, concretamente en 1858, quién era Ella, la buena “Señora” le respondió: “Yo soy la Inmaculada Concepción”. Hoy en día este nombre no parece extraordinario, pero el que la Virgen haya usado precisamente el término de “Inmaculada Concepción” para responder quién era Ella a una campesinita de un pequeño poblado del sur de Francia, fue en aquel momento algo muy especial. Y fue muy especial por que justamente cuatro años antes el Papa Pío IX, quien por cierto fue beatificado por Juan Pablo II, había declarado el dogma de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María. . ¿Cuáles son algunas de las objeciones que presentan contra el Dogma de la Inmaculada Concepción? Objeción: ¿Cómo puede la Virgen no tener pecado si San Pablo dice que “todos hemos pecado” (Rm. 3, 23)? Respuesta: Objeción: Pero si María no ha pecado, se le está igualando a Dios. Respuesta: Objeción: María dice “mi espíritu se alegra en Dios, mi Salvador” (Lc. 1, 47). Si dice que necesita Salvador es que ha pecado. Respuesta: La Redención se anticipó en María. Hay dos formas de salvación: antes de la concepción y después de bautizado. Veamos un ejemplo práctico: se puede salvar a alguien de caer en un hueco o puedes sacarlo del hueco después de haber caído en él.
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