Condiciones para la recepción válida (a) La previa recepción del Bautismo (por agua) es una condición esencial para la recepción válida de cualquier otro sacramento. Solamente los ciudadanos y miembros de la Iglesia pueden ponerse bajo su influencia. El Bautismo es la puerta a través de la cual entramos en la Iglesia y nos convertimos por ello en miembros de un cuerpo místico unido a Cristo, nuestra cabeza. (Catech. Trid., de bapt., nn.5, 52). (b) En el caso de los adultos, para recibir válidamente cualquier sacramento, excepto la Eucaristía, es necesario que tengan la intención de recibirlo. Los sacramentos confieren gracia e imponen obligaciones. Cristo no desea imponer esas obligaciones sin el consentimiento de los hombres. La Eucaristía es una excepción porque, sin importar el estado en que se encuentre quien la recibe, siempre es el Cuerpo y la sangre de Cristo. (vea INTENCION; cf. Pourrat, op.cit., 392). (c) Respecto a la atención, vease arriba, VI, 6. A través de la intención la persona se somete a la operación de los sacramentos, los cuales producen su efecto ex opere operato, y ello hace que la atención no sea necesaria para la válida recepción de los sacramentos. Alguien que esté distraído, incluso voluntariamente, durante la celebración de, digamos, el bautismo, recibiría válidamente el sacramento. Debe notarse, empero, que en el caso del Matrimonio los contrayentes son tanto ministros como recipientes del sacramento. Y en el sacramento de la Penitencia, los actos del penitente: contrición, confesión y voluntad de aceptar una penitencia en satisfacción, constituyen la materia próxima de los sacramentos, según la opinión más común. En esos casos se requiere tanta atención como sea necesaria para la válida aplicación de la materia y la forma. Sobre el Bautismo: En los que han llegado al uso de razón, se requiere la intención (al menos, habitual) de recibir el bautismo, para que éste se reciba válidamente; Dz 411. Para recibirlo dignamente se requiere, además, la debida disposición interior, que debe consistir por lo menos en la fe y el arrepentimiento por los pecados cometidos; Dz 798. La Sagrada Escritura exige expresamente, como preparación para recibir el bautismo, la fe (Mc 16, 16 : «El que creyere y fuere bautizado, se salvará» ; Mt 28, 19; Act 2, 41; 8, 12 s ; 8, 37) y el arrepentimiento por los pecados cometidos (Act 2, 38: «Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros»; 3, 19). La preparación para el bautismo que se exigía en la antigüedad cristiana consistía en el aprendizaje de la doctrina cristiana y en las prácticas de penitencia.)
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