SEÑALES EN EL CAMINO 3ª. Señal LA HUMILDAD CON LOS DEMAS 5. ¿Cómo practicar la humildad con los demás? La humildad es virtud que debe estar presente en cualquier relación interpersonal. Primero y ante todo en nuestra relación con Dios. Luego con sus representantes en la tierra, desde el Papa hasta los Sacerdotes. Pero también en la familia, con quienes trabajamos, sean superiores, pares o subalternos. Tratar a todos como Cristo quiere que los tratemos. Cuando el humilde ve a otros actuando mal, se compadece de ellos, pero no se escandaliza. Sabe que es capaz de cometer los mismos pecados. No es esclavo de las opiniones, las modas, las costumbres o los valores del mundo, porque no tiene otro deseo que seguir a Dios y ser agradable a El. ¿Cómo corregir, aconsejar, proponer? No debemos contradecir a otros siguiendo la propia voluntad, que cuando ésta no está guiada por la Voluntad de Dios será injusta y errónea. Eso es actuar con orgullo. Pero cuando nuestra oposición a otros proviene del deseo de seguir a Dios, estamos actuando con humildad, porque en ello estamos sometidos a Dios y a su Voluntad. Se piensa erróneamente que una persona humilde debe ser débil, tímida, tonta. Al contrario, es fuerte y perseverante, pero magnánima y generosa. El que es humilde siempre es valiente, porque tiene la fuerza que le viene de su sumisión a Dios. Sin embargo, en todo hay que actuar con mansedumbre y compasión. El humilde obedece a los hombres, cuando en ese acto también está obedeciendo a Dios, Pero asimismo rehúsa someterse a los hombres, cuando obedeciéndoles desobedecería a Dios. Como San Pedro y San Juan en el Sanhedrin: «Juzguen ustedes si es correcto delante de Dios que les hagamos caso a ustedes, en vez de obedecer a Dios.» (Hech 4, 19)
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