LECCION # 13 EL PERDON DE LOS PECADOS | ||||
1. ¿Qué hacer si hemos pecado? Hay que recordar que Dios nos ama muchísimo y que por eso mismo no desea que caigamos en tentación y pequemos. Pero nos ama tanto, tanto, que no nos deja en el pecado, sino que nos ofrece su perdón en seguida que nos arrepentimos y nos confesamos. Así que para que Dios esté contento con nosotros y nosotros estemos en amistad con El, debemos pedirle perdón de inmediato, si por desgracia, hemos pecado. 2. ¿Por qué debemos pedir perdón a Dios al pecar? Porque Jesucristo nos ha prometido perdonar nuestros pecados, aunque sean muy, muy graves. Eso sí: para ser perdonados por Dios, debemos pedirle perdón y estar verdaderamente arrepentidos de haberle ofendido. 3. Además de pedir perdón por nuestros pecados, ¿qué más hay que hacer? Confesarnos en el Sacramento de la Confesión. 4. ¿Qué es la Confesión? Es el Sacramento, instituido por Jesucristo para perdonar los pecados que cometamos después del Bautismo. 5. ¿Por qué creen ustedes que existe el Sacramento de la Confesión? Primeramente, porque Dios sabía que éramos débiles y que pecaríamos. Pero El sabía, además, que debíamos estar seguros de que éramos perdonados. Sabía que necesitaríamos sentirnos verdaderamente perdonados por el mal que hiciéramos. Y eso sólo es posible confesándonos y recibiendo la Absolución del Sacerdote. Adicionalmente, en la Confesión, además de quedar nuestra alma sanada y limpia de pecado, se nos levanta el peso emocional de la culpa de nuestros pecados y nos sentimos livianos al dejar ese peso en el Confesionario. Por todas estas razones, el Señor nos dejó ese Sacramento maravilloso y muchas veces incomprendido que es la Confesión. 6. Pero tal vez ustedes habrán oído o ustedes mismos habrán dicho en algún momento cosas como éstas: Yo me confieso con Dios - ¿Por qué hay que confesarse con un Sacerdote que es un hombre como cualquiera y también pecador? (ver esto al final) Algunos hasta se atreven a sugerir que es un invento de la Iglesia. Pero … ¿alguien sabe cuándo instituyó Jesucristo el Sacramento de la Confesión? Fue la misma tarde de su Resurrección. Los Apóstoles estaban reunidos, encerrados por miedo a lo que les podían hacer y Jesús Resucitado se les presentó en el sitio donde estaban. Y les dijo:
Las palabras de Jesús son muy claras ¿no les parece? Por eso es que los Apóstoles y sus sucesores, que son los Obispos y Sacerdotes, tienen el poder dado por Jesucristo de perdonar los pecados a quienes estén arrepentidos y vayan y se los confiesen a algún Sacerdote. 7. Pero hay algo importante en esta escena con los Apóstoles cuando Jesús les da el poder de perdonar los pecados. ¿Qué será? Efectivamente: sopló sobre ellos. 8. ¿Qué significación tendrá esto de soplar sobre ellos? ¿Cuándo recuerdan ustedes que Dios hace algo similar? En toda la historia de la humanidad, ésta es la segunda vez que Dios sopla sobre el hombre. La única otra vez fue cuando creo al hombre, cuando le dio vida a Adán. Vamos a buscar esa cita. ¿En qué libro de la Biblia estará? En el primero de todos donde habla de la Creación y se llama el Génesis: Gn. 2, 7. En aquel momento, Dios sopló sobre el hombre para comunicar la vida humana. Cuando sopla sobre los Apóstoles, les da el poder para comunicar nueva vida: el restaurar la vida del alma a quienes, arrepentidos, confiesen sus pecados y, al ser perdonados por el Sacerdote, puedan tener nuevamente la Vida de Dios en sus almas. 9. ¿Cuántas clases de pecado hay? 1. Pecado mortal: Es una ofensa grave a la Ley de Dios, como por ejemplo, el asesinato, el aborto, relaciones sexuales fuera o antes del Matrimonio Eclesiástico, la masturbación, etc. Un solo pecado mortal mata la Vida de Dios en el alma y es causa de castigo eterno, a menos que la persona se arrepienta y se confiese. Para cometer pecado mortal deben haber 3 condiciones: . Materia grave . Pleno conocimiento de que es grave . Pleno consentimiento para hacer lo que la persona sabe bien que es grave. 2. Pecado venial: Es una ofensa menos grave a Dios, que no mata la Vida de Dios en el alma, pero sí la debilita y predispone a la persona a cometer pecados más graves. Por eso es conveniente confesarse aunque haya sólo pecados veniales. Los pecados veniales no son causa de castigo eterno, pero sí impiden que vayamos al Cielo y requieren la purificación del Purgatorio. 10. ¿Hay algún tipo de pecado que no se perdona? No hay ningún pecado que Dios y la Iglesia no puedan perdonar. Lo que sucede es que hay unas palabras de Jesús que nos hablan del pecado contra el Espíritu Santo que no se puede perdonar ( Mt. 12, 32). Pero la Iglesia dice que estas palabra de Jesús se refieren a los pecadores que no quieren arrepentirse. Porque ¿cómo puede Dios perdonarlos si no piden perdón? Son ellos los que no se dejan perdonar, aunque Dios siempre nos perdona si nos arrepentimos y cumplimos las condiciones que El puso para perdonarnos. 11. Además de perdonarnos los pecados, ¿qué más sucede cuando recibimos el Sacramento de la Confesión? * Se perdonan los pecados. * Recibimos de nuevo la Gracia Santificante, que es la Vida de Dios en el alma. * Recibimos gracias o ayudas especiales para evitar futuros pecados. * En el caso de los pecados mortales, queda eliminado el castigo eterno (Infierno). 12. ¿Cuáles son las condiciones para hacer una buena Confesión: 1. Examen de Conciencia: Debemos hacer una revisión de nuestra vida espiritual y especialmente de los pecados que hemos cometido, desde la última confesión bien hecha. 2. Arrepentimiento: Debemos estar verdaderamente arrepentidos de los pecados. Hay 2 tipos de arrepentimiento, uno mejor que el otro: . Arrepentimiento imperfecto o atrición: estamos arrepentidos por temor a las consecuencias del pecado (el castigo del infierno o la purificación del purgatorio). . Arrepentimiento perfecto o contrición: estamos arrepentidos porque hemos ofendido a Dios con nuestros pecados. La ventaja del arrepentimiento perfecto es que perdona los pecados veniales, pero también perdona los mortales, si hay la firme resolución de confesarse en cuanto sea posible. Para recibir el Sacramento de la Penitencia sólo hace falta el arrepentimiento imperfecto. Sin embargo, es claro que a Dios le complace mucho más el arrepentimiento perfecto. Y las gracias recibidas son muchas más con este tipo de arrepentimiento. 3. Propósito de enmienda: Consiste en tener una firme decisión de no volver a pecar y de evitar todas las ocasiones de pecado. Ocasiones de pecado son personas, actividades, sitios o cosas que sabemos nos llevan a pecar. Por eso debemos evitar ponernos en situación de ser tentados, si sabemos que en esa situación hemos pecado con anterioridad o si sospechamos que podemos pecar. 4. Decir los pecados al Confesor: Cuando nos confesamos, es cierto que estamos ante un Sacerdote. Y el Sacerdote oye nuestros pecados para poder perdonárnoslos. Pero, en realidad, le estamos confesando nuestros pecados al mismo Dios, pues el Sacerdote toma el lugar de Jesús en el Sacramento de la Confesión. Debemos confesar todos los pecados mortales. Y, aunque no es requerimiento confesar los veniales, la Iglesia recomienda hacerlo, porque eso nos ayuda a formar nuestra conciencia, a luchar mejor contra las tentaciones y a dejarnos sanar por Jesucristo. 5. Cumplir la penitencia: El Confesor suele darnos lo que se llama una penitencia. Esa pequeña oración o recomendación que nos haga el Sacerdote sirve para remediar parcialmente el castigo que bien merecen nuestros pecados. 13. Además de cumplir la penitencia, ¿qué debemos hacer al terminar la Confesión? Debemos acostumbrarnos a dar gracias a Dios por perdonar nuestros pecados y por habernos dejado esa ayuda que es el Sacramento de la Confesión. Es preferible hacer este acto de agradecimiento primero y luego cumplir la penitencia. 14. ¿Y si alguien deja de confesar algún pecado mortal? Si es por un olvido verdadero, cosa muy rara, podemos comulgar, pues en esa confesión Jesucristo perdonó todos nuestros pecados, aún el olvidado. Pero tenemos la obligación de confesar ese pecado mortal en la próxima confesión. Ahora bien, si ocultamos deliberadamente algún pecado mortal, cometemos otro pecado adicional bien grave, llamado sacrilegio. Lo peor es que no nos son perdonados ninguno de los pecados confesados. Para ser perdonado, el pecador debe confesar el pecado de sacrilegio y todas las Comuniones recibidas con ese pecado, porque también son sacrilegios. Si somos tentados de ocultar algún pecado mortal en una Confesión, debemos comunicárselo al Sacerdote y pedirle su ayuda. Así la tentación cederá. ¿Por qué hay que confesarse con un Sacerdote, que es un hombre Ciertamente, el Sacerdote es un ser humano como cualquier otro, con todas sus debilidades, iguales o mayores que las de los demás. Es cierto. Pero resulta que tiene un poder especialísimo que le otorga -nada menos que Dios- para perdonar los pecados de todos los hombres y mujeres que se acerquen al Sacramento de la Confesión. ¿Y por qué ha de parecer esto tan extraño? Fijémonos en el funcionamiento de las autoridades de un país, de una ciudad, de un municipio. ¿No tiene poder para llevarnos presos o imponernos una multa un Policía? Es un hombre como cualquier otro, pero tiene la potestad hasta de privarnos de nuestra libertad. Igualmente el Sacerdote es un ser humano como cualquier otro. Pero a él Dios le dio el poder de perdonar nuestros pecados: “A quienes les perdonen los pecados les quedan perdonados y a quienes no se los perdonen les quedan sin perdonar” (Jn. 20, 19-23). Estas palabras se las dijo Jesucristo a sus Apóstoles el mismo día de su Resurrección. Se las estaba diciendo a los primeros Sacerdotes y también a los que vinieran después de ellos. Les estaba diciendo que cuando pronunciaran las palabras del perdón a cada pecador arrepentido, El ratificaría ese perdón en el Cielo, porque anteriormente les había dicho también: “Lo que aten en la tierra quedará atado en el Cielo y lo que desaten en la tierra quedará desatado en el Cielo”. (Mt. 18,18) ¿Por qué cuestionar la forma como Dios dispuso las cosas para nuestro bien? ¿Qué pretendemos? ¿Que se nos perdone sin informar lo que deseamos nos sea perdonado? Dios hubiera podido escoger muchas otras maneras para perdonarnos. Podría haber escogido maneras más difíciles o desagradables. Pero escogió ésta: escogió dejarnos el Sacramento de la Confesión. Dios, que es infinitamente sabio y misericordioso, sabía que necesitaríamos de la catarsis que significa el poder dejar por completo la culpa en el Confesionario. Al decir los pecados al Sacerdote y oír las palabras del perdón, nuestra alma no sólo queda blanqueada de los pecados cometidos, sino liviana por ya no tener que cargar con el peso de la culpa. Adicionalmente, la Iglesia ha dispuesto que el Sacramento de la Confesión sea lo menos difícil posible: absolutamente secreto y sin mayores trabas. ¿Para qué, entonces, buscar motivos para seguir en pecado y cargando con el peso de la culpa, en vez de aprovechar la misericordia de Dios y sentirnos livianos, sin carga y en paz, al confesar los pecados al Sacerdote? Aprovechemos los medios que Dios ha dispuesto. Y más bien agradezcámosle su Amor y Misericordia infinitos al prever que seres humanos, como nosotros, escogidos por El para perdonar los pecados, estén a nuestra disposición.
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