¿QUE HACER ANTE
LAS SECTAS |
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OBJETIVO
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El principal peligro es el espiritual, ya que -a pesar de su apariencia a veces cristiana- nos desvían del único y verdadero Camino que es Cristo y de la Iglesia Católica en la que están la plenitud de los medios de salvación. Algunos de estos movimientos son más perjudiciales que otros, pues hay sectas verdaderamente destructivas no sólo a nivel espiritual, sino también a nivel físico y emocional, tales como las satánicas y algunas que sin denominarse satánicas, en la práctica lo son también. En general las sectas destructivas son grupos altamente manipuladores, que explotan a sus miembros física y/o psicológicamente, además de económicamente. Usualmente cuentan con un líder que subyuga a sus miembros de manera autoritaria. Utilizan técnicas de poder mental para el reclutamiento y para la disciplina autoritaria interna, convenciendo a sus miembros acerca de cómo pensar, sentir y actuar. Aducen poderes especiales ocultos para la secta y para sus líderes, así como un especial estatus de alto alcance (por ejemplo una misión para salvar a la humanidad). (Ver Catecismo de la Iglesia Católica #844) |
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Algunas personas son más vulnerables que otras, bien porque estén pasando por una crisis personal o por dudas existenciales, o bien porque tengan el deseo de participar en algo significativo que valga la pena. O también porque estén en alguna necesidad económica. Sucede que el proselitismo de estos nuevos movimientos puede ser muy agresivo, convincente y adaptado a cada circunstancia. Muchos tienen gran poder económico, así usan el anzuelo financiero: ayuda en dinero para captar a los nuevos miembros. Se orientan, entonces, hacia la satisfacción de necesidades, a veces económicas, sabiéndose aprovechar muy bien de estas dificultades de tipo financiero. A veces también se aprovechan de los problemas emocionales que pueda estar padeciendo la persona que tratan de captar. En ocasiones buscan solucionar una situación humana universal: el sufrimiento. Utilizan las miserias humanas para conseguir adeptos. El señuelo inicial suele ser emocional, no ideológico: amistad, compañía, adulación, enamoramiento, y hay algunas que utilizan el sexo para ganar adeptos (caso de los Niños de Dios). Ante tales y tan variados acercamientos, pocos están inmunes. |
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Veamos algunas causas de estas peligrosas deserciones:
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Son graves porque, primeramente, ofenden a Dios, de quien dependemos hasta para cada palpitar de nuestro corazón. Si Dios se nos ha revelado, si Cristo vino a salvarnos, si nos ha prometido que el Espíritu Santo estaría con nosotros hasta el fin del mundo ... Si Dios nos ha hecho saber cómo desea que nos comportemos, amándolo a El primero que todo y que todos ... Si Cristo nos dejó su Palabra en la Biblia y además fundó su Iglesia, donde podemos tener todos los medios necesarios para nuestra salvación ... Si el Espíritu Santo está derramando gracias de santificación para cada uno de nosotros ... ¿cómo puede dar lo mismo pertenecer a cualquier religión o simplemente no creer en nada o no practicar nada? Las consecuencias de esta situación están a la vista: odio, violencia, relativismo moral, ley del más fuerte, incertidumbre e inseguridad, destrucción de la familia, deshonestidad, etc. Y, lo que estamos tratando en este tema: la deserción hacia las nefastas sectas y nuevos movimientos religiosos. |
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Orar: La oración es el arma más poderosa para ayudar a los que se están desviando hacia caminos peligrosísimos, pues ponen en peligro su estabilidad emocional y -lo que es más grave aún- su salvación eterna. La oración nos protege a nosotros mismos para no caer en los engaños que el Demonio plantea a través de estas ideologías sectarias. Cualquiera puede ser presa de las argucias del Maligno. El que crea estar firme, tenga cuidado de no caer (1 Cor. 10, 12). Velen y oren para no caer en tentación (Mt. 26, 41). Adicionalmente, la oración nos prepara para poder evangelizar, pues la oración es la verdadera fuente de Sabiduría que nos enseña dónde está el error y dónde la Verdad. La lectura y meditación de la Palabra de Dios es una forma de oración muy provechosa. Pero el Católico realmente comprometido y evangelizador debe buscar la oración de recogimiento o de contemplación, la cual es la mejor fuente de espiritualidad cristiana y el más efectivo motor para el apostolado.
Vida sacramental frecuente: La verdadera oración y el verdadero apostolado se sostiene por los Sacramentos, especialmente la Santa Misa y Comunión -de ser posible, diariamente- y la Confesión también frecuente para ir quitando vicios y pecados e ir creciendo en virtudes. Formarse para evangelizar: Si bien la oración constante nos ilumina para no desviarnos del Camino que es Cristo y nos instruye en su Verdad de manera misteriosa, eso no nos excusa de estar bien informados y bien formados, a través de lecturas formativas, cursos, sitios web católicos, etc. y por estos Círculos Teológicos y Círculos Bíblicos -que también se ofrecen. Obligación de evangelizar: Jesucristo quiere salvarnos: para eso precisamente se hizo Hombre y nos redimió, y no quiere que ninguno de nosotros se pierda. El siempre espera la conversión de todos y cada uno de nosotros, especialmente de los engañados. Espera, también, la conversión de los malvados, es decir, de aquéllos que responden al Enemigo y que no quieren nada con Dios o que han utilizado el nombre de Dios. Jesucristo, que pudo realizar la obra de salvación sin nuestra ayuda, nos puso a nosotros, hombres y mujeres, como sus instrumentos: Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a todos. El que crea y se bautice se salvará. El que se resista a creer se condenará (Mc. 16, 15). Aquél que quiera salvarse y haga lo necesario para alcanzar la salvación, Dios lo salva. El que no lo quiera o no haga lo que hay que hacer para salvarse, no se salvará. Pero está en nuestra manos llevar ese mensaje de salvación que Cristo nos vino a traer. Eso es evangelizar. Ahora bien, debemos recordar que la oración es la fuente de toda evangelización, no los conocimientos. Estos ayudan, pero no son los que convencen. Lo que convence es la vida de Dios en nosotros, pues de esa manera, podemos ser portadores de Cristo, podemos dar testimonio de El. Y, si esto es así, si es Dios en nosotros Quien convence, quien actúa, recordar también que es Dios el protagonista de toda evangelización, no nosotros mismos. Estar dispuestos a buscar a los descarriados: Es necesario, como hizo Jesús el Buen Pastor, buscar a las ovejas descarriadas. Pero es recomendable no buscarlas en forma desenfrenada y desacertada. Si la oración es la fuente de todo apostolado y es Dios quien nos guía en nuestro deseo de evangelizar, El irá poniendo las personas que El desea salvar con nuestra oración, con nuestro testimonio, con nuestra dedicación. Nos sorprenderemos, pero cuando el apostolado está fundado en la oración, las ovejas que el Señor nos lleva a rescatar son las más inesperadas. Usualmente el nuevo apóstol trata de convencer a sus amigos y familiares, y con frecuencia Dios quiere que le ayudemos rescatando a algunas otras ovejas que no están entre nuestras prioridades. Recordemos que Dios desea la salvación de todos los seres humanos. La voluntad de Dios es que todos nos salvemos. (cf. 1 Tim. 2, 4). El que no se salva es porque no desea salvarse, pues Dios nos proporciona todas las gracias que necesitamos para nuestra salvación eterna ... a todos. (cf. 1 Cor. 10, 13). El apóstol que es un verdadero orante reconoce las inspiraciones del Señor y sabe esperar las circunstancias y las personas que El va poniendo en el camino para actuar según los designios divinos y no según los propios. Dios sabe cuándo llama a cada uno de sus hijos. Tal vez la llamada de conversión para nuestros familiares y amigos venga en el momento que menos lo esperamos y a través de impredecibles circunstancias. Y cuando al apóstol que es orante le llega el momento de actuar, de evangelizar, de socorrer, de consolar o de cualquier tarea que el Señor le indique, no teme las dificultades, no se arredra ante los peligros, no se cansa con las exigencias, no retrocede ante las vicisitudes.
Los padres, maestros, hermanos y amigos podemos prevenir a que nuestros allegados y conocidos caigan en el Satanismo, advirtiendo del peligro de la música maligna, de los juegos demoníacos, del interés por lo ocultista y los poderes satánicos, etc. Por los que ya hayan caído en este horror hay que orar, y orar mucho, haciendo penitencias y ofreciendo ayunos y sacrificios por ellos. Muy importante es hacer celebrar Misas por su conversión y salvación. Y esperar que el Señor vaya actuando, pues nadie entra al Satanismo si no lo desea, y tampoco nadie sale de ese horror, si no lo desea decididamente. Con lo extendido que está este fenómeno, hay que estar vigilantes ante signos de violencia inusitada, comportamientos extraños, uso exclusivo y predominante de ropa negra, prendas ocultistas, fascinación con la muerte, interés en películas y literatura satánicas, colección de objetos macabros (huesos, cráneos, etc.), amenazas de suicidio, etc. |
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(Catecismo de la Iglesia Católica # 863) De acuerdo al Catecismo, todos en la Iglesia, Sacerdotes, Monjas y laicos tenemos la obligación de evangelizar, de hacer apostolado, de llevar el mensaje de salvación para la extensión del Reino de Dios. El Concilio Vaticano II dedicó un documento al Apostolado de los Seglares Apostolicam Actuositatem. Nos dice que el apostolado de los seglares nunca puede faltar en la Iglesia (AA #1), que los seglares deben impregnar y perfeccionar todo el orden temporal con el espíritu evangélico (AA #5). Deben ejercer su apostolado en el mundo a manera de fermento (AA #2) y, aunque la fecundidad del su apostolado depende de su unión vital con Cristo (AA #4), deben formarse muy bien (cf. AA #29) para revelar al mundo el mensaje de Cristo, no sólo con el testimonio de la vida cristiana, sino también con la palabra (cf. AA #6). |
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CONCILIO
VATICANO II La misión de la Iglesia tiene como fin la salvación de los hombres, la cual hay que conseguir con la fe en Cristo y con su gracia. Por tanto, el apostolado de la Iglesia y de todos sus miembros se ordena en primer lugar a manifestar al mundo con palabras y obras el mensaje de Cristo y a comunicar su gracia. Todo esto se lleva a cabo principalmente por el ministerio de la Palabra y de los Sacramentos, encomendado en forma especial al Clero, y en el que los seglares tiene que desempeñar también un papel de gran importancia para ser cooperadores de la Verdad (3 Jn. 8). En este orden, sobre todo, se complementan mutuamente el apostolado seglar y el ministerio pastoral. Son innumerables las ocasiones que tienen los seglares para ejercitar el apostolado de la evangelización y de la santificación. El mismo testimonio de la vida cristiana y las obras buenas realizadas con espíritu sobrenatural tiene eficacia para atraer a los hombres hacia la fe y hacia Dios. Lo avisa el Señor: Así ha de lucir vuestra luz ante los hombres que, viendo vuestras buenas obras, glorifiquen a vuestro Padre que está en los Cielos (Mt. 5, 16). Este apostolado, sin embargo, no consiste sólo en el testimonio de vida. El verdadero apóstol busca ocasiones para anunciar a Cristo con la palabra, ya a los no creyentes, para llevarlos a la fe; ya a los fieles, para instruirlos, confirmarlos y estimularlos a mayor fervor de vida ... En el corazón de todos deben resonar aquellas palabras del Apóstol: ¡Ay de mí si no evangelizare! (1 Cor. 9, 16). Mas, como en nuestra época se plantean nuevos problemas y se multiplican errores gravísimos que pretender destruir desde sus cimientos la religión, el orden moral e incluso la sociedad humana, este santo Concilio exhorta de corazón a los seglares a que cada uno, según las cualidades personales y la formación recibida, cumpla con suma diligencia la parte que le corresponde, según la mente de la Iglesia, en aclarar los principios cristianos, difundirlos y aplicarlos certeramente a los problemas de hoy. |
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Ahora bien, hacer apostolado es primeramente orar, orar sin desfallecer, pues la oración, la verdadera oración, lejos de replegarnos sobre nosotros mismos nos impulsa a la acción. El apóstol seglar de estos tiempos tiene que ser como los primeros cristianos: que su acción brote de la oración. Ellos evangelizaron el mundo de su época. Los seglares hoy tienen que realizar la Nueva Evangelización a la que nos llamó el Papa Juan Pablo II en este mundo tan convulsionado y tan alejado de Dios. Y he aquí lo que nos dijo el Papa Juan Pablo II sobre la oración y el apostolado: También hoy la oración debe ser cada vez más el medio primero y fundamental de la acción misionera en la Iglesia porque la auténtica oración, lejos de replegar al hombre sobre sí mismo o a la Iglesia sobre ella misma, le dispone a la misión, al verdadero apostolado (JP II, 18-3-96 y 4-10-86). (Ver Pregunta de la Semana" |
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BIBLIOGRAFIA |
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Jorge Lohring, s.j., Para salvarte. P. Flaviano Amatulli, Apologética y Ecumenismo. |
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ORACION Señor Jesús: Tú eres Camino, Verdad y Vida. |
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