Cómo ser salvo?

SEÑALES EN EL CAMINO
DE SALVACIÓN

8ª Señal
Devoción a la Santísima
Virgen María:


27. El Rosaario   

2º Estructura básica del
Santo Rosario:


.      Acto de Contrición (en España y Latinoamérica) o Credo (en el resto del mundo).

.      Enunciado de Cinco Misterios, según el día de la semana:  Gozosos (Lunes y Sábado), Luminosos (Jueves), Dolorosos (Martes y Viernes) o Gloriosos (Miércoles y Domingo).  Después del enunciado de cada Misterio

  Un Padre Nuestro
  Diez Ave Marías
  Un Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
.   Al final de los cinco Misterios (opcional):
.   Salve Regina (la Salve).
.   Letanías a la Santísima Virgen María.

Los Misterios Gozosos son los siguientes:

1 .   La Anunciación (Lc. 1, 26-38).
2 .   La Visita de María a su prima Santa Isabel
(Lc. 1, 40-56).
3 .   El Nacimiento del Niño Jesús (Lc. 2, 6-20).
4 .  La Presentación del Niño Jesús en el Templo y la Purificación de su Santísima Madre (Lc. 2, 21-39).
5 .   El Niño perdido es hallado en el Templo
(Lc. 2, 4[-51).

Los Misterios Dolorosos son los siguientes:

1 . La Oración de Jesús en el Huerto (Mt. 26, 36-46).
2 . La Flagelación de Jesús atado a al columna
(Mt. 27, 26).
3 . La Coronación de Espinas (Mt. 27, 29).
4 . La Cruz a cuestas por el camino del Calvario
(Lc. 23, 26-32).
5 . La Crucifixión y Muerte de Jesús (Lc. 23, 33-46).

Los Misterios Luminosos son los siguientes:

1 . El Bautismo de Jesús en el Jordán (Mt. 3. 13-17)
2 . La auto-revelación del Señor en las Bodas de Caná (Jn. 2, 1-12)
3 . Anuncio del Reino de Dios, invitando a la conversión (Mc.1, 15)
4 . La Transfiguración del Señor (Lc. 9, 28-35) . 5 . La institución de la Eucaristía (Lc. 22, 19-20)

Los Misterios Gloriosos son los siguientes:

1 .  La Resurrección del Señor (Lc. 24, 1-12).
2 .  La Ascensión del Señor (Lc. 24, 50-51).
3 .  La Venida del Espíritu Santo (Hch. 2, 1-4).
4 .  La Asunción de la Santísima Virgen María
al   Cielo (Ap. 12).
5 .  La Coronación de la Santísima Virgen María
(Ap. 12, 1).

El alma del Rosario, su animación, son los Misterios que se anuncian.  Es conveniente meditar el Misterio que se anuncia en cada decena –para eso se anuncian.  Esos Misterios son los momentos más importantes de la vida de Jesús y de la Santísima Virgen María.

El Rosario, entonces, repasa los momentos más importantes del Evangelio. 

Los Misterios Gozosos son los de la infancia de Jesús.

Los Misterios Luminosos son nuevos:  los incluyó el Papa Juan Pablo II en el Rosario.  Los Luminosos tratan sobre la vida pública y milagros de Jesús.

Los Dolorosos se refieren a la Pasión y Muerte de nuestro Señor Jesucristo.

Y los Gloriosos son la Resurrección, la Ascensión y la Venida del Espíritu Santo.  Y, además, la Asunción y Coronación de la Virgen.

.       ¿Cómo hacer para meditar cada Misterio:

El enunciado de cada Misterio no debe ser un simple anuncio, sino que esa escena de la vida de Jesús y/o de la Sagrada Familia y/o de la Virgen, debe servir para meditar sobre ese hecho que nos relata la Biblia, sacando enseñanzas de cada una de ellos para nuestra vida espiritual. Esa meditación puede hacerse:

- en silencio antes de comenzar las oraciones de cada decena

- si se reza el rosario en grupo, puede hacerse en voz alta.

- meditando mientras se van repitiendo las Ave Marías.

        Veamos ahora si son bíblicas las oraciones que se rezan en el Rosario:

.       ¿Dónde está el Padre Nuestro en el Evangelio? 

Es la oración que Cristo nos enseñó a rezar. (Mt. 6, 9 y Lc.11, 2).   El Padre Nuestro no sólo es bíblico, sino que es la oración que Jesús mismo nos enseñó para decir al Padre Eterno.

.       ¿Dónde está el Ave María? 

“Dios te salve, (María), llena eres de gracia, el Señor es contigo” (Lc. 1, 28),  fue el saludo del Ángel a María en el momento de la Anunciación.  De allí que la primera mitad del Ave María se denominara “Salutación Angélica”.  Sólo se agregó el nombre de María para dejar claro a quién se refería el saludo angélico.

“Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, (Jesús)” (Lc. 1, 42),   fue exactamente las palabras de Santa Isabel a María cuando la Virgen fue a visitarla.  Se agregó el nombre de Jesús para saber a quién se refería Santa Isabel.

Como vemos, la primera mitad del Ave María es textualmente  bíblica. 

La segunda parte del Ave María fue compuesta posteriormente. Parece que se debe al primer período franciscano (s XIII), tiempo de Santo Domingo de Guzmán, cuando se instituye el Rosario, el uso de añadir, a las palabras de alabanza de la oración colecta de San Gregorio, una invocación pidiendo ayuda a la Virgen Madre de Dios. La forma actual se encuentra usada en distintos lugares hacia la mitad del s. XV; fue adoptada oficialmente por el papa San Pío V en su edición del breviario (libro de oraciones de los religiosos) en 1568, y desde entonces se fue haciendo de uso común.

Con la segunda parte del Ave María pedimos a la Virgen su materna intercesión por nosotros en el curso de nuestra vida y especialmente en la hora de la muerte, donde esperamos la Santísima Virgen nos asista y nos alcance de Dios la gracia de la perseverancia final, es decir, de poder morir en gracia e ir al cielo a gozar eternamente de Dios.

La segunda mitad no viene directamente de la Sagrada Escritura, pero su significado es enteramente bíblico:  “Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte”.

“Santa María”.  Si San Pablo llama a los cristianos “santos”, (cf. Ef. 1,1; Flp. 1,1 y Col. 1, 2) María es la más santa de entre todos los santos.  El Ángel Gabriel la saluda como “la llena de Gracia” (Lc 1, 28).  ¿Puede haber más santidad que ésa cuando el enviado de Dios la declara así? Pero, además es la primera cristiana, según lo proclama Santa Isabel al decirle “Dichosa tú porque has creído” (Lc. 1, 45).  Y, más aún, es ¡nada menos! que la Madre de Jesucristo, Dios y Hombre verdadero y, además de haberlo llevado en su vientre, lo siguió en todo.

Que María sea “Madre de Dios”, ya ha sido explicado esto anteriormente en esta misma sección. Baste recordar que este título es bíblico, pues así la saludó su prima: “Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó:  ‘... ¿cómo he merecido que venga a mí la Madre de mi Señor?’” (Lc. 1, 42).

“Ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte”.  Entramos en la disquisición de si la mediación de María disminuye la mediación de Cristo, lo cual ya hemos explicado anteriormente en la sección sobre María como Mediadora.

 

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