LECCION # 10 CONCLUSIONES y ALGO MAS
1. Esta es una lección resumen de lo que hasta ahora hemos visto en este Curso Iglesia constructora de la Civilización Occidental. En futuras lecciones veremos algunos hechos históricos que quedaron pendientes: la Inquisición y las Cruzadas. Vamos a tratar de recordar algunas de esas contribuciones de la Iglesia Católica a nuestra civilización… ¿Recuerdan algunas? …. Repasemos brevemente algunos de los aportes de la Iglesia a la Civilización Occidental.
Con relación a la Ciencia, esperamos haber desmontado la errónea percepción que existe de que la Iglesia está en contra de la Ciencia. Para desmontar esta falacia nos basamos en el testimonio de historiadores de la Ciencia actuales, quienes se han dado cuenta que la Iglesia introdujo a nuestra civilización ideas tan novedosas y cruciales, que hicieron posible el desarrollo científico. Fueron ideas de las cuales pudo partir la elaboración de lo que hoy conocemos como el método científico. Que el método científico se originó de dentro de la Iglesia es una realidad aceptada de manera casi general: hay hasta cuñas evangelizadoras que señalan este hecho y no han sido controvertidas. Demostramos, además, que no era mera coincidencia el hecho de que la ciencia tuviera su origen y desarrollo en un medio católico. Algunos de estos historiadores llegan hasta decir que ciertas ideas del Cristianismo y de la Iglesia fueron indispensables para el desarrollo de la Ciencia.
Dentro de la Iglesia, especialmente en la Escuela de la Catedral de Chartres, se comenzó por rechazar el pensamiento generalizado en la antigüedad de que el universo estaba formado por cuerpos auto-animados y constituidos de una materia diferente a la terrestre. Luego, basados en el texto del Libro de la Sabiduría (Sb. 11, 20-22), que nos informa que Dios "ordenó todas las cosas por medida, número y peso", concluyeron que el Universo está ordenado de acuerdo a principios matemáticos y que éste puede estudiarse a través de la observación y del uso de la razón. Que el funcionamiento de la naturaleza creada por Dios pudiera explicarse sin necesidad de recurrir a razonamientos sobrenaturales abría la posibilidad de estudiar el universo y las cosas creadas, sin quitarle nada que le correspondiera a Dios. Y, si nos fijamos bien, eso era una gran novedad en el Siglo 12. Por eso es que hoy en día se le da crédito a la Escuela de la Catedral de Chartres por haber ayudado a lanzar la Revolución Científica 5 siglos antes de que ésta realmente tuviera lugar en el Siglo 17. (más en Iglesia y Ciencia I - Origen de la ciencia) Cierto que tenemos un episodio –únicamente uno, ¡uno solo en toda la historia!- el de la Iglesia y Galileo, en el que la Iglesia queda muy mal parada, debido especialmente a esa campaña permanente que ha habido siempre para tratar de mostrar que la Iglesia está en contra de la Ciencia. Y para mostrar esa calumnia presentan el caso Galileo. Revisamos objetivamente los hechos y vimos cómo Galileo no es una especie de víctima inocente que la Iglesia maltrató, sino que –sin pruebas suficientes- Galileo se negó a aceptar que la “teoría“ heliocéntrica era – al menos hasta esos momentos- eso: sólo teoría. Pero además, Galileo se metió en el terreno de los teólogos y del Magisterio de la Iglesia, al proponer que había que re-interpretar algunos pasajes de la Biblia. (más en Iglesia y Ciencia II - ¿La Iglesia en contra de la Ciencia?) Adicionalmente vimos la cantidad de Sacerdotes que fueron grandes científicos, muy competentes, y que dieron un aporte crucial a muchas áreas de la ciencia. Baste recordar uno solo de éstos: Mendel, quien es –nada menos- el padre de la genética, ciencia que está tan en boga en estos momentos. Pensemos que todos los estudios genéticos comenzaron a finales del siglo 19 con un Monje Agustino, llamado Gregor Mendel. Entonces: si los Sacerdotes, que son los miembros más representativos de la Iglesia, aquéllos más dedicados dentro de ésta a la actividad espiritual y pastoral, también se han dedicado a la Ciencia, ¿cómo puede decirse que la Iglesia está en contra de la Ciencia?
Todo el mundo sabe que la Iglesia tiene maravillosas obras de caridad. Pero la gente en realidad no se da cuenta de lo excepcional que ha sido y sigue siendo esa labor. En la antigüedad no había nada comparable con la acción caritativa de la Iglesia, no sólo en cuanto al número de obras de caridad, sino también en cuanto al espíritu con que eran llevadas a cabo. Esa idea de darle o hacerle un bien a alguien solamente por el deseo de ayudar a esa persona, libre de interés alguno, era algo nunca visto. Eso fue una idea revolucionaria, pero hoy se toma como algo natural. Hay que volver a mencionar esta pregunta: ¿por qué sabemos que hacer caridad es ayudar a alguien sin ningún interés y por qué pensamos que eso es bueno hacerlo? Sencillamente porque vivimos en una civilización que –a pesar de todo- aún conserva la huella de la influencia que en ella ha tenido la Iglesia. (más en Principios morales y caridad)
También la Iglesia. Ella la ideó, la fundó, la promovió. Pero no bastó la fundación y mantenimiento de las universidades… Porque ... ¿qué más nos legó la Universidad? ¿Quién auspició el debate racional dentro de sus universidades? ¿De dónde sale el uso de la razón para llegar a la verdad? Nosotros tomamos como algo connatural el uso de la razón para resolver conflictos y definir discrepancias, o simplemente, para llegar a conclusiones. Pero … ¿de dónde sale esa idea? No brotó espontáneamente de manera general. Desde dentro de la Iglesia fue surgiendo el uso de la razón para buscar la verdad. De hecho, la Iglesia estimuló el plantearse cuestionamientos, con la certeza de que, acudiendo a la revelación y usando la razón, era posible lograr una respuesta veraz a esos cuestionamientos. Estos procedimientos intelectuales basados en la fe y la razón para llegar a la verdad es lo que llamamos escolasticismo, que es el método del racionalismo cristiano. La Universidad fue, entonces, un fenómeno enteramente nuevo en la historia. Y este legado tan importante surgió de la Iglesia. Desde esos centros universitarios la Iglesia estimuló el debate riguroso adherido a la razón. Y así quedó establecido que la razón humana sería el gran árbitro para decidir las controversias. (más en Las Universidades)
La idea de los derechos humanos también nos viene de la Iglesia. Esto es importante destacarlo, porque suele pensarse que la idea de derechos nos viene de pensadores no católicos en los alrededores del siglo 17. Pero hemos visto que la idea de derechos que son inherentes al ser humano, salieron de la Iglesia. Surge esta idea de derechos cuando se reconocen los derechos naturales, que son aquéllos que tiene todo ser humano en virtud de su propia naturaleza: son derechos inherentes al ser humano, y que le vienen de Dios. Los filósofos y teólogos de la Universidad de Salamanca ya en el siglo 16 habían enunciado esos derechos naturales. Y los catalogaron como derechos relativos al cuerpo (derecho a la vida, a la propiedad), y relativos al espíritu (derecho a la libertad de pensamiento, a la dignidad).
Tenemos derechos por el hecho de ser seres humanos, y ningún gobierno está autorizado para quitarlos. Estos derechos existen antes de que existieran los gobiernos. (más en Iglesia y Derechos Humanos)
El Derecho Internacional, que es la extensión del concepto de derechos humanos a los diferentes países, al mundo entero. El Derecho Internacional proviene de la Iglesia también. Las leyes internacionales están muy ligadas a la idea de derechos humanos, porque la Iglesia sostiene que cada nación independientemente de que sea católica o no, grande o pequeña, tiene los mismos derechos que las demás. La idea de que hay un estándar absoluto que regula la interacción de las naciones viene de los teólogos católicos de la Universidad de Salamanca desde comienzos del siglo 16. Y vimos cómo el desarrollo del Derecho Internacional tuvo mucho que ver con el Descubrimiento y la Conquista de América, cuando comenzaron a formularse preguntas cruciales: ¿cómo deben interactuar personas diferentes? ¿cómo deben interactuar gobiernos diferentes? Continuando esta tradición, la Iglesia enseña que los estados deben ser escrutados en cuanto al comportamiento moral que tienen con sus ciudadanos. Y también pueden ser examinados en cuanto a su comportamiento moral con relación a otros estados. (más en Iglesia - Derecho Internacional)
Hasta la idea de leyes se la debemos a la Iglesia, porque el Derecho Canónico fue el primer sistema legal que existió en Europa, una vez que la Iglesia reunió todas sus normas que estaban diseminadas y reconcilió las contradicciones que podía haber entre ellas. Entonces las naciones nacientes de Europa utilizaron como modelo para sus leyes lo que la Iglesia había hecho para codificar el Derecho Canónico. (más en Iglesia - Derecho Internacional)
Pero nos quedaron sin tratar dos aspectos que apenas mencionamos en la Introducción. Uno es evidente y otro no evidente. ¿El evidente? El Arte, especialmente la Arquitectura, aunque también la pintura y la música son evidentes. ¿Y el menos evidente? Lo mencionamos muy de pasada en la Introducción: la Economía.
Se suele pensar que la Economía emergió en el siglo 18 con Adam Smith. Pero eso no es lo que están diciendo los historiadores actuales. Los historiadores actuales han ido hacia atrás, hasta el siglo 14 al 16, y han encontrado verdaderos precursores de las teorías económicas entre Sacerdotes católicos que escribían sobre economía en sus tratados de filosofía y teología. Cierto que Adam Smith publicó en el siglo 18 La riqueza de las naciones, el cual es un estudio sobre el proceso y acumulación de la riqueza. Pero antes de Smith hubo en Europa en los siglos 16 y 17 una corriente denominada “mercantilismo”, que sostenía la conveniencia de una fuerte intervención del Estado en la economía, corriente que coincidía con la época de las monarquías y que se adaptaba a la forma absoluta de gobierno de los reyes. Luego surgió en Francia, en la primera mitad del siglo 18, la teoría del laissez fair (dejar hacer, dejar pasar), que –como su lema lo indica- sostenía la libertad en la economía. Esta corriente planteaba esencialmente el concepto del libre mercado. Y, entonces, en la segunda mitad del siglo 18, coincidiendo con la Revolución Industrial inglesa -cuando se inicia la producción en serie por el uso de maquinarias- Adam Smith popularizó las teorías económicas del laissez faire, sosteniendo la no injerencia del Estado en asuntos económicos. La idea de los franceses y del inglés era establecer una economía de mercado sin obstáculos por parte del Estado. Sin embargo, los historiadores de estos últimos 50 años han descubierto que no fue Adam Smith, ni fueron sus precursores franceses, los que dieron origen a la idea de la Economía. Hay que irse a pensadores de la Iglesia, denominados los “Últimos Escolásticos”, para poder ubicar el origen del pensamiento económico moderno. Un Obispo, Nicolás de Oresme, Obispo de Lisieux, sostuvo en el siglo 14 que el dinero es un producto originado por el mercado, no por el Estado, por lo que el Estado no tiene derecho a manipularlo. Esta es una idea verdaderamente original. Oresme indicaba que la inflación es producto de la falsificación de pureza de los metales como decreto del Estado, debido a que éste había nacionalizado el dinero. ¿Qué tal esta novedosa idea por allá en el siglo 14? Otros se dieron cuenta de que lo que aumentaba el precio de los productos era la oferta y la demanda. También sumamente avanzado este concepto, ¿no? Veamos cómo razonaba un primo de San Francisco Xavier, el teólogo español Martín de Azpilcueta en el siglo 16: la experiencia nos ha enseñado que en Francia, donde el dinero es más escaso que en España, el pan, el vino, la ropa y el trabajo valen mucho menos. La razón de que esto ocurra es que el dinero vale más donde y cuando escasea, que donde y cuando abunda. Con la llegada a Europa de metales preciosos provenientes del Nuevo Mundo, el precio de éstos subía. Estos pensadores se dieron cuenta, entonces, de que había una relación entre el nivel de los precios de los productos y la cantidad de dinero existente. Captaban que existía una especie de ley económica. En realidad se estaban dando cuenta de cómo funciona el mercado: la oferta y la demanda. El Padre Juan de Mariana observó -ya en el siglo 16- algo pernicioso que llamó “inflación”, al denunciar el daño que el gobierno causaba al inflar la cantidad de dinero en manos de la gente y así dar lugar a que cada unidad de dinero valiera menos. Condenó esto como una práctica inmoral inexcusable!!! Entre los principios económicos más trascendentales que surgieron destaca la teoría del valor subjetivo. ¿Qué será esto del valor subjetivo? Esta teoría está parcialmente inspirada en los análisis de estos pensadores, pero también en los comentarios que San Agustín hace en La ciudad de Dios (siglo 4). Ellos sostenían que el valor de un producto comercial no residía en factores objetivos, como el coste de producción o la cantidad de trabajo necesario, sino en la valoración subjetiva que los individuos le daban a ese bien. Cualquier teoría que atribuyese valor a factores objetivos como el trabajo o los costes de producción era por tanto deficiente. (cf. Thomas E. Woods. Cómo la Iglesia construyó la civilización occidental) Con este planteamiento continúa la realización de que hay leyes económicas que funcionan por sí solas. El fraile franciscano Pierre de Jean Olivi (siglo 13) fue el primero en postular una teoría del valor basada en la utilidad subjetiva. Argumentaba que, en términos económicos, el valor de un producto es el resultado de la valoración subjetiva que los individuos hacen de su utilidad o del deseo que despierta en ellos. El «precio justo» no podía por tanto calcularse sobre la base de factores objetivos como la mano de obra u otros costes de producción. El precio justo resultaba de la relación entre vendedores y compradores en el mercado, donde la apreciación subjetiva de los bienes por parte de los individuos se ponía de manifiesto cuando éstos los compraban o se abstenían de comprarlos a determinados precios. (Thomas E. Woods. Cómo la Iglesia construyó la civilización occidental) Un siglo y medio más tarde, San Bernardino de Siena (siglo 15), uno de los grandes pensadores de la economía en la Edad Media, adoptó literalmente la teoría del valor subjetivo de Olivi. ¿Quién habría podido adivinar que la teoría económica del valor correcto se originó a partir de las reflexiones de un fraile franciscano del siglo 13? (Thomas E. Woods. Cómo la Iglesia construyó la civilización occidental) Por eso Joseph Schumpeter, uno de los grandes economistas del siglo 20, rindió tributo a las aportaciones de los últimos escolásticos en History of Economic Analysis (1954). «Son ellos» -asegura-, «quienes merecen más que nadie el título de ‘fundadores de la economía científica’» (Thomas E. Woods. Cómo la Iglesia construyó la civilización occidental)
Principalmente porque estos pensadores eran filósofos y teólogos, que no escribieron tratados de Economía, sino tratados de Moral. En sus obras podían encontrarse, entre otros planteamientos, ideas económicas. Además, escribían en latín y ese no era un idioma común entre los economistas. Sin embargo, ahora está siendo escudriñado todo este aporte de la Iglesia a la Economía.
Los Monasterios debían ser, en la medida de lo posible, autosuficientes. El trabajo manual, que era una parte muy importante en la vida monacal, era también necesario para la manutención de los que vivían en el Monasterio. Cierto que los Monasterios deben haber recibido donaciones de los monarcas y de señores feudales. Pero, a medida que los Monjes se hicieron más innovadores, más eficientes y más productivos, de los Monasterios fueron fluyendo productos que tenían un valor de venta o de intercambio.
Así también el comercio fue desarrollándose entre los diferentes Monasterios y de éstos con el resto del mundo. (más en Los Monjes salvaron la Civilización)
Las catedrales góticas medioevales, ya que éstas son un ingrediente absolutamente indispensable del paisaje europeo. ¿Quién que haya estado en Europa puede olvidar estas imponentes edificaciones?
Aparte de su tamaño, han pensado alguna vez ¿por qué resultarán tan inolvidables y tan impactantes las catedrales góticas? Hay un detalle que suele permanecer oculto al turista que visita una de estas catedrales. Y es la influencia de San Agustín y su creencia en el simbolismo de los números, sumada –insistimos una vez más- a la convicción de que Dios ha ordenado «todas las cosas según medida, número y peso» (Sb 11, 22). La influencia de San Agustín y su creencia en el simbolismo de los números, sumada (una vez más) a la convicción de que Dios ha ordenado «todas las cosas según su medida, su número y su peso» (Sb 11, 22), es un ingrediente que puede permanecer oculto al turista que visita una de estas catedrales. Pero una revisión más detallada de estas catedrales revela su prodigiosa coherencia geométrica, directamente basada en esta importante tradición del pensamiento católico medieval, tomada del Libro de la Sabiduría. Y es que los arquitectos góticos de veras trataron de crear una morada de Dios en la tierra. Y ¿cómo trataron de lograrlo? Pues aplicando el principio agustiniano de que Dios es el gran Geómetra. Aparte de su inmensidad, lo que está escondido en esas catedrales y que las hacen tan imponentes y atractivas, es la proporcionalidad en las medidas.
Thomas Woods da el ejemplo de la Catedral de Salisbury, en Inglaterra. La sección del crucero (donde la nave mayor se cruza con el eje este-oeste formado por las naves laterales), mide 11,8872 x 11,8872 m. Esta dimensión básica es a su vez la base de todas las restantes medidas de la catedral. Cada una de las diez crujías de la nave (espacios entre las columnas) mide 5,9436 m, tanto de longitud como de anchura, exactamente la mitad de la longitud del crucero… La misma atención a la proporcionalidad geométrica se observa en toda la tradición gótica. Otro ejemplo notable es el de la catedral de Saint Rémi, en Rheims. La catedral de Rheims, pone de manifiesto la atención a la geometría y a las matemáticas que se convertirá en el rasgo distintivo más fascinante de este estilo arquitectónico. (Cómo la Iglesia construyó la Civilización Occidental)
“Las ventanas de la catedral gótica y la luz que inunda estos majestuosos y enormes edificios son tal vez sus características más sobresalientes. Tiene sentido, por tanto, que el arquitecto apreciase la importancia teológica de la luz. San Agustín estaba convencido de que la adquisición de conocimientos por parte de los seres humanos era fruto de la iluminación divina: Dios «ilumina» la mente con el conocimiento. Esta idea de Dios, que inunda de luz las mentes de los hombres, resultó ser una poderosa metáfora para los arquitectos de la tradición gótica, donde la luz física perseguía evocar la idea de su origen divino”. (Thomas Woods Cómo la Iglesia construyó la Civilización Occidental)
Lo cierto es que todo en la catedral gótica revelaba su inspiración sobrenatural. Ese es su secreto, ése es su atractivo, que deja embelesado al observador de estas bellezas arquitectónicas. “San Agustín, cuya obra De Musica se convirtió en el tratado de estética más influyente de la Edad Media, consideraba la música y la arquitectura como las más nobles de las artes, pues sus proporciones matemáticas eran las mismas del universo, y podían así elevar nuestro espíritu a la contemplación del orden divino." (Thomas Woods Cómo la Iglesia construyó la Civilización Occidental)
Sabemos que era una de las materias que se estudiaban en las escuelas catedralicias, junto con Matemática, Geometría y Astronomía, dentro del pensum llamado “quadrivium”. Ahora bien, San Isidoro de Sevilla, erudito católico especialista en muchas disciplinas, y que fuera Obispo de Sevilla, escribió que era imposible copiar la música. Eso era a comienzos del siglo 7. Sin embargo, a mediados del siglo 9, se inició en los Monasterios una forma de notación nemotécnica, como un auxilio a la memoria para cantar los cantos Gregorianos, que eran los cantos oficiales de la Iglesia. Esta notación no era musicalmente precisa, porque no contemplaba la medición del tiempo de cada nota, pero sí lograba dibujar un esquema básico de la melodía. El problema es que era tan imprecisa que la partitura no podía ser leída por alguien que no conociera la melodía con antelación. Pero llegó otro Monje, el benedictino Guido de Arezzo, que inventó lo que luego se convirtió en el pentagrama musical (penta: 5 líneas horizontales). El de Arezzo era de 4 líneas y se usa aún para ciertos tipos de música. El de 5 líneas fue adoptado en Francia por el siglo 16. Con esta innovación, ya la melodía podía se anotada y leída por alguien que no la conociera. Pero quedaba el problema de la notación de la duración o medida de cada nota, lo cual daría por resultado el ritmo. Esto lo resolvió, otro eclesiástico, Franco de Colonia, capellán papal y preceptor de los Caballeros Hospitalarios de San Juan en la ciudad alemana de Colonia. Propuso, entonces, que la duración de cada nota quedara representada por notas de diferentes formas. Para el siglo 14 ya tenemos algo que se parece al sistema actual de notación musical, y ya para el siglo 17 se desarrolló como lo conocemos hoy. “El canto gregoriano era música monofónica (a una sola voz) y es considerado como uno de los grandes logros culturales de la Edad Media. Fue llamado así porque el Papa Gregorio Magno (siglo 6) reorganizó la liturgia e inició un movimiento que buscaba la uniformidad de la música occidental”. (David Poultney – Studying Music History) “Organun, la primera música polifónica (a varias voces), fue cultivada extensamente en los Monasterios de San Marcial en Limoges (Francia), en Santiago de Compostela en España y en las iglesias de París” (David Poultney – Studying Music History) La música polifónica llegó a su apogeo en la Escuela de la Catedral de Notre Dame en París. “La función de la Iglesia como la primera institución musical, al servir de patrocinadora, educadora y, además, como auditorio, fue de indeleble importancia en el desarrollo de la música. Como portadora de la Sagrada Liturgia en forma de canto Gregoriano, la música tenía una finalidad funcional en la Iglesia. Las innovaciones en el estilo musical fueron llegando poco a poco y eran dedicadas a la mayor gloria de Dios, permaneciendo anónimos los primeros compositores.” (David Poultney – Studying Music History) Todo este aporte de la Iglesia a la música sentó las bases para el desarrollo musical en los siglos posteriores, en que se desarrolla la música clásica, como la conocemos hoy en día.
En Arte no podemos dejar de nombrar la obra más impactante para todo visitante de Roma, obra cumbre de la escultura: La Piedad de Miguel Ángel. La Madre de Jesús que estuvo de pie en la Crucifixión, la vemos en esta escultura sentada con su Hijo muerto en sus brazos de Madre Dolorosa, pero a pesar de todo, fuerte y entregada a la Voluntad del Padre. Su Sí en la Anunciación hizo posible nuestra redención y su Sí en la Crucifixión la convirtió en Madre de toda la humanidad. Su Sí ante el Cuerpo brutalmente torturado de su Hijo nos recuerda que la muerte no tiene la última palabra, porque después de ese sufrimiento tan extremo viene la Resurrección. Eso lo revela su rostro dolido, pero en paz total, que supo plasmar con toda genialidad Miguel Ángel en 1498-99.
La siguiente carta resume magistralmente lo que ha sido la influencia de la Iglesia en nuestra civilización. La escribe a su hijo un político socialista francés, Jean Jaurés, quien posiblemente fuera ateo o agnóstico. Y se la escribe como respuesta a una solicitud de su hijo, para que lo eximiera de asistir a clases de Religión: Me pides justificarte que te exima de cursar la religión ... me temo que por parecer digno hijo de un hombre que no tiene convicciones religiosas. Tengo empeño decidido en que tu instrucción y tu educación sean completas, y no lo serían sin un estudio serio de la religión. Estudias Mitología para comprender la historia y civilización de los griegos y los romanos. Y ¿qué comprenderías de la historia de Europa y del mundo entero después de Jesucristo, sin conocer la religión que cambió la faz del mundo y produjo una nueva civilización? En el Arte, ¿qué serán para ti las obras maestras de la Edad Media y de los tiempos modernos, si no conoces el motivo que las ha inspirado y las ideas religiosas que ellas contienen? Si se trata del Derecho, de la Filosofía y de la Moral, ¿puedes ignorar la expresión más clara del derecho natural, la Filosofía más extendida, la moral más sabia y más universal? Hasta en las Ciencias Naturales y Matemáticas encontrarás la Religión: Pascal y Newton eran cristianos fervientes; Ampère era piadoso; Pasteur probaba la existencia de Dios y decía haber recobrado por la ciencia la fe de un amigo. ¿Vas a querer tú saltarte páginas tan importantes en tus estudios?
Después de ver estas lecciones sorprende que la Unión Europea, la cual comenzó en 1993, pareciera haber ¿olvidado? sus raíces católicas. No puede ser un olvido, ni un desconocimiento. En esta omisión vemos la hostilidad que existe contra la Iglesia en nuestro tiempo. Por eso, cuando en Octubre de 2004 se firmó en Roma la Constitución de la Unión Europea, el Papa Juan Pablo II presentó un reclamo, al reiterar que el Cristianismo “ha ayudado enormemente a plasmar” las civilizaciones del continente y “ya sea reconocido o no en los documentos oficiales, éste es un dato innegable que ningún historiador podrá olvidar". Considerando que la Carta Magna no incluye una mención al Cristianismo, el Papa insistió en que éste “en sus diferentes expresiones, ha contribuido a la formación de una conciencia común de los pueblos europeos y ha ayudado enormemente a plasmar sus civilizaciones”. El Papa subrayó que "el lugar elegido para la firma, el mismo en el que en 1957 nació la Comunidad Europea, tiene un claro valor simbólico: quien dice Roma, dice irradiación de valores jurídicos y espirituales universales".
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